lunes, 13 de marzo de 2017

Visita al Museo Arqueológico Nacional

    Como colofón y clase práctica del curso de Arte Español que estamos realizando en la Universidad de la Experiencia, se organizó una visita al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, acompañados de nuestro querido profesor Don Miguel Beltrán Lloris, que nos había impartido la asignatura del Arte en la Edad Antigua.

    Con la máxima puntualidad, salimos de Zaragoza, en autobús, a las ocho de la mañana. En esta época del año, con el sol sobre el horizonte, emprendimos la marcha hacia nuestro destino, haciendo una parada para estirar las piernas y descanso del sufrido conductor.

    Durante el viaje, el profesor nos fue poniendo a punto para que la visita, que íbamos a realizar resultase más provechosa. Así según los lugares por donde pasábamos nos habló de Salduie, Arcóbriga, Bílbilis, Medinaceli.... con antiguos asentamientos romanos, intercalando anécdotas jocosas de sus comienzos en los trabajos de arqueología, revelándonos una faceta de su personalidad desconocida para nosotros.Resultó muy divertido y animó las largas horas del viaje.

    A las doce llegamos a nuestro destino. Era un poco pronto para la comida pero tampoco queríamos  que ésta se retrasase mucho pues pretendíamos realizar la visita en las horas de menor afluencia de público ya que , al ser un grupo numeroso, no molestaríamos a nadie y podríamos movernos con más libertad para ver todo a nuestro gusto.

    Después de la consabida foto del grupo, el profesor nos explicó la historia del Museo y sus vicisitudes. Es un edificio neoclásico tardío, que comparte funciones con la Biblioteca Nacional, que tiene su entrada por el Paseo del Prado, mientras que al Arqueológico se accede por la calle de Serrano. Tiene una escalinata y, a los lados de la entrada, cuatro esculturas. Las de los extremos, en mármol, una del escultor Alonso Berruguete y otra del pintor Velázquez. Flanqueando la entrada aparecen dos esfinges aladas, en bronce, que la guardan. Estas esfinges aparecieron en unas monedas antiguas y, por su simbología, se colocaron aquí.

    En 1867, Isabel II funda el Museo de Arqueología con el fin de reunir los fondos que, procedentes de las desamortizaciones, estaban desperdigados por toda la geografía nacional. En 1871, Amadeo de Saboya impulsa la obra y se concentran en el Casino de la Reina. Es en 1903 cuando pasan al emplazamiento actual. Se crea también, con fondos suficientes, un Cuerpo de Funcionarios para que se ocupen del funcionamiento de estos Centros. Ha pasado por muchas vicisitudes, reformas y ampliaciones hasta llegar al moderno estado actual.

    Con estas explicaciones se hizo la hora de la comida y pasamos al restaurante del Museo donde nos sirvieron una comida casera. Reparadas las fuerzas estábamos listos para emprender la visita, objeto de nuestro viaje.

    Comenzamos por la planta del sótano donde aparece, en modernas vitrinas, muy cómodas para el espectador, la historia de la humanidad desde sus comienzos: el largo período de la Prehistoria. Está muy bien explicada la evolución del hombre desde que es capaz de abandonar los árboles y ponerse de pie. Vimos una réplica de Lucy, la mujer africana más antigua de cuantos restos se han encontrado. Se hacen notar las características morfológicas, al compararlas con el hombre moderno.
Hay también materiales de Atapuerca. Nos explicó porqué era normal el canivalismo en estos estadíos de la humanidad en los que lo fundamental era la supervivencia y a veces era necesario recurrir a las proteínas de sus propios congéneres. La evolución del lenguaje, el conocimiento del fuego, tan importante para el hombre... También está representado el hombre del Neandertal que convive con el  Cromagnon y que desaparecen no se sabe muy bien por qué causas.
Pudimos ver del Paleolítico, o piedra tallada, herramientas como puntas de flechas, hachas, raederas y otras piezas. En cuanto al arte, pinturas, grabados de animales en huesos planos, lajas de piedra.

   La Protohistoria. En el Neolítico el hombre se hace sedentario. De cazador y recolector, paulatinamente, va pasando a domesticar animales y cultivar la tierra. Surgen los primeros poblados , hay excedentes de producción y hay que gestionarlos: se hace necesaria la jerarquización y la división del trabajo. Nace el transporte de productos y la cerámica, sin torno, con objeto de poder almacenar.

    La Península Ibérica, en estos tiempos, es un mosaico de pueblos distintos, de procedencia diversa, sin un objetivo común, que a veces se pelean, otras forman alianzas pero sin un nexo común.
En la Bética está el mítico pueblo de Tartessos, con una cultura fruto del intercambio con otros pueblos orientales. Llegan hasta Extremadura y producen una cultura extraordinaria.  Nos han quedado verdaderos tesoros como el de Aliseda, con multitud de joyas de oro, algunas sin usar que corresponderían al patrimonio familiar, pasando de una a otra generación.
Por la zona oriental mediterránea se extendían los pueblos iberos, que pronto entraron en contacto con pueblos mediterráneos, de culturas más avanzadas, culturizándose.
Nos han dejado esculturas tan importantes como la enigmática Dama de Elche. la Dama de Baza, encontrada en una tumba, de piedra policromada, escultura realizada para ser enterrada con el ajuar funerario. También la Bicha de Balazote, esculturas oferentes y multitud de tesoros en los enterramientos.
Por el centro y oeste se encontraban los celtas y celtíberos, de procedencia centroeuropea. Eran más beligerantes y menos culturizados. Los restos que nos han dejado son esculturas más toscas como verracos o toros de granito.
Los fenicios son un pueblo del mediterráneo oriental que llega por mar. Son comerciantes y fundan colonias por la costa. Les interesa el intercambio de productos. Traen a la península el alfabeto, el torno, la salazón de pescado, etc.
Los griegos aportan su cultura clásica. Así como los fenicios se establecen por el sur, los griegos fundarán colonias en la costa pero más al norte. Transportan esculturas, cerámicas preciosas y modos de trabajar.
Los cartagineses son de origen fenicio pero son guerreros, tienen afán de dominio. Para combatirlos llegan los romanos a la península.

    La España romana. A la vez que que los ejércitos, llegaban comerciantes, artesanos, constructores, escultores...realizándose una culturización y haciendo de la península una provincia romana, unificándola, no sin oposición por parte de los nativos.

    Por las distintas salas del Museo pudimos admirar de la época de los íberos, esculturas como la famosísima Dama de Elche, que en realidad es una urna para contener cenizas funerarias como se ha podido ver por los restos que han quedado en el hueco posterior. No se sabe a quién representa porque se halló fuera del contexto. No así la Dama de Baza, hallada en un recinto funerario y de la que sabemos que se esculpió para ser enterrada. Vimos también otras esculturas como la Dama del Cerro de los Santos, otras esculturas más pequeñas de damas oferentes, la Bicha de Balazote, el Toro de Osuna, otros relieves de Osuna, exvotos de guerreros, la esfinge de Agost, una pátera ibérica de plata repujada. También cerámica de imitación griega pero que no alcanza la calidad de aquella, monedas en bronce, un  quemador de incienso con un gracioso caballito. Pero sobre todo, colocada en el centro del patio la tumba monumental de Pozo Moro (Chinchilla, Albacete). Es un monumento funerario de grandes proporciones y, aunque no se conservan todos los bloques de piedra que lo formaban se pueden distinguir algunos relieves grabados en los mismos.

    De la cultura del vaso campaniforme pudimos apreciar cerámicas de todo tipo: cuencos, vasos, cazuelas...

    De la Edad del Bronce están los cuencos de Axtroquín que son unos casquetes bellamente trabajados y que debían ser utilizados por los sacerdotes. Esculturas-retrato, calderos, la fuente- cierva, un centauro, bronces de Tartessos, navajas con grabados en la superficie de las cachas, muchas figurillas en este metal....

   Los celtíberos nos han dejado collares de sacerdotisa, escudos de bronce, jarra de arcilla (Soria), una vasija de cerámica con anillas del siglo II antes de Cristo, fíbulas de bronce con figuras de caballos, pectoral de bronce, cajas funerarias de arcilla...

    De los fenicios está la Dama de Galera, en alabastro, figuras en arcilla, huevo de avestruz pintado con decoración en rojo. Proceden de la cultura talayótica de las islas Baleares, como la Dama de Ibiza.

    De los griegos hay una buena representación de la extraordinaria cerámica con pinturas rojas sobre fondo negro y pinturas negras sobre fondo rojo. Son de una perfección asombrosa y nos dan noticia de la vida del mundo griego, sus costumbres, trajes, diversiones, etc. Los peninsulares intentaron imitarlas pero se quedaron muy lejos de la perfección de los modelos. Hay vasijas de todo tipo, cráteras para escanciar el vino, vasos, y otros tipos de vasijas.

    De la España romana  existen en el Museo infinidad de muestras de todo tipo. Esculturas, muchas de las cuales eran copias magníficas de las griegas que poco tenían que envidiar a sus modelos clásicos. Está la bellísima estatua de Livia , la esposa del divino Augusto, en posición sedente, como matrona romana. Es extraordinario el plegado de las vestiduras así como el peinado y la actitud serena del rostro. Al lado se encuentra una estatua de Tiberio. Son numerosísimos los bustos y cabezas- retrato de personajes ilustres, todas las obras en mármol.
En cuanto a piezas de cerámica son abundantes los platos de terra sigilata y otroas piezas del servicio de mesa. Lograron muy buenas calidades.
También hay una buena representación de fino vidrio de colores, vasos, jarras, frascos de perfume, cinerarios y otros para diversos usos.
Pero lo que más llama la atención del visitante son los mosaicos por sus dibujos y colorido. Algunos representan los meses y estaciones del año, otros tienen motivos alegóricos o mitológicos.

    De la época visigótica pudimos admirar el Tesoro de Guarrazar. Son un conjunto de coronas votivas, en oro y piedras preciosas, del reinado de Recesvinto, como aparece en una de ellas. Eran donaciones de los reyes y se colocaban suspendidas sobre el altar, como homenaje de la monarquia a Dios.

    Lo más espectacular que pudimos ver son los llamados "tesoros". El tesoro de Alisenda  es un conjunto de piezas de oro, joyas: collares, zarcillos, arracadas, torques, brazaletes, pulseras, anillos, diademas, amuletos, cinturón  También aparecieron un jarro egipcio de vidrio y platos.
   
    Del tesoro de Sagrajas hay brazaletes de oro, del comienzo del primer milenio antes de Cristo.

    Del tesoro de Torrejimeno, cruces de oro y piedras preciosas.

    Merece atención especial las colecciones de monedas. Gracias a ellas tenemos mucha información que de otra forma no se hubiera podido conseguir. Esas pequeñas piezas son muy valiosas por esta razón , aparte del valor económico. Hay de bronce, de plata, de oro.

    Se nos hizo la hora de regresar. Hubiéramos querido ver otras salas que adivinamos al pasar pero eso queda para otra visita que haremos en otro momento. El objetivo de hacer un recorrido por la Antigüedad se había cumplido. Cansados pero satisfechos, subimos al autobús que nos recogió a la salida y camino de regreso a casa con las imágenes en la retina de tesoros escondidos en los campos esperando que alguien los rescate.

   

viernes, 3 de marzo de 2017

Viaje cultural II

    Cuando llegamos a Toledo ya había anochecido. Fuimos alojados en un edificio histórico: el antiguo hospital de San Lázaro que aún conserva el ábside mudéjar y un atrio porticado, con dos hileras de arcos, espacio que, acristalado, es utilizado como terraza. Está situado junto al hospital de Tavera, hoy convertido en museo. Al lado está la Plaza de Toros, construida, como la mayor parte de edificios históricos, en aparejo toledano, de mampostería e hiladas de ladrillo intercaladas.
Después de cenar, aprovechando el buen tiempo, salimos a "ver" y nos llegamos hasta la puerta de Bisagra, que es una de las puertas de la muralla. Tiene dos cuerpos y entre ambos, un patio. Ampliada y reconstruida en tiempos de Carlos V. A modo de arco triunfal, tiene dos torreones semicirculares coronados por pirámides cuadrangulares recubiertas de azulejos que brillan al sol. El impresionante escudo con el águila bicéfala nos recuerda que Toledo fue capital del Imperio.
En la parte exterior de la muralla se encuentra la iglesia de Santiago del Arrabal, antigua mezquita que servía para despedir a los que salían de la ciudad y dar la bienvenida a los que llegaban. Es de la segunda mitad del siglo XIII. Está construida con muros de mampostería y ladrillo, con puertas enmarcadas en arcos de herradura, polilobulados. En el exterior se observan tres ábsides semicirculares con arcos de diversos estilos.

    Al día siguiente estaban programadas visitas con guía...¡pero hay tantas cosas que ver en Toledo que es imposible ver todo!. Nos dieron una pulsera turística con la cual teníamos acceso a otros monumentos que no entraban en la programación pero que podíamos visitar por nuestra cuenta. El autobús nos trasladó hasta unas escaleras mecánicas, instaladas para salvar el enorme desnivel hasta lo alto de la ciudad. Salimos cerca de la Plaza de Zocodover, centro de la vida social urbana. Hasta allí llegan y de allí parten los autobuses ya que por el centro es imposible que circulen por la estrechez de las calles, ya difíciles para los turismos y los peatones que ponen en grave riesgo su seguridad.
Por las calles importantes nos dirigimos a la Judería. Allí visitamos Santa María la Blanca. Es un edificio construido en 1180 como sinagoga mayor. Al exterior no ofrece ningún atractivo pero el interior es fantástico. Es mudéjar con arcos de herradura que se apoyan en pilares octogonales, decoración vegetal en frisos, capiteles con piñas y volutas, entrelazados geométricos de origen almohade.Sirvió de modelo a otras muchas sinagogas. Estuvo en uso hasta 1311 en que, debido a unos incidentes, pasó a convertirse en iglesia cristiana. Hoy es convento de Clarisas.
El guía nos contó la historia según la cual un sacristán, falto de dinero, pidió un préstamo a un judío y, al no poder pagarlo en el plazo convenido, el judío le pidió una Forma consagrada. Los judíos intentaron meterla en agua hirviendo para ver qué pasaba y la Forma salió levitando yendo a parar a las manos de un sacerdote que en ese momento estaba celebrando Misa en otra iglesia. Este milagro se recoge en un cuadro, a los pies de la antigua mezquita.

    La visita continuó en San Juan de los Reyes. Es un convento franciscano, construido bajo el patrocinio de Isabel La Católica con la intención de convertirlo en mausoleo real. Es de estilo gótico-isabelino, encargado a los arquitectos Juan de Colonia y Juan Guas. Tiene una sola nave, con capillas entre los contrafuertes. El cimborrio tiene forma de corona. El altar mayor está elevado sobre gradas, al nivel del coro, lugar en el que se colocaban los reyes, para estar a la misma altura el poder real y el divino. El retablo fue concebido para el Hospital de la Santa Cruz por lo que lleva las armas del Cardenal Mendoza. En la iglesia, como en el resto del edificio están presentes los símbolos de la Corona, a través de epigrafías, escudos,etc. Tiene dos portadas, en la lateral con el escudo de los Reyes Católicos. La portada del claustro tiene un arco carpanel con rica decoración. El claustro es cuadrado con un pozo en el centro, símbolo de la vida. Tiene dos plantas: la inferior con arcos ojivales y la superior con arcos conopiales mixtilíneos. La cubierta es de madera, a par y nudillo, decorada con estrellas de ocho puntas.

    La iglesia de Santo Tomé es de principios del siglo XVI. Actualmente está en obras y sólo se puede visitar el lugar donde está el cuadro del Entierro del Señor de Orgaz. Según nos explicó el guía no es del Conde, que aparece en el cuadro y fue quien lo encargó a El Greco, sino un antepasado suyo. Todos pudimos contemplar el famosísimo cuadro y el guía nos fue explicando todos los pormenores del mismo.

    Terminada la visita nos quedó un tiempo libre, hasta la comida, que cada cual dedicó para ver lo que más le apeteciera. Así nos dirigimos al imponente Alcázar, hoy Museo del Ejército. Hay maquetas del estado en que quedó el edificio después de la Guerra Civil. Hoy está reconstruido aunque han dejado como muestra, en el interior, los cimientos de algunos muros. Se puede visitar el despacho del General Moscardó, que ha quedado en el mismo estado y con los mismos muebles, como recuerdo histórico. En uno de los torreones, en la última planta, está la cafetería, desde cuyos ventanales se puede contemplar una panorámica maravillosa de toda la ciudad. Por la noche la vista es realmente impresionante.

    Por la tarde un paseo en el trenecito turístico que, desde la Plaza de Zocodover, nos llevó a través de las callejas toledanas, cruzando el Tajo, por el Puente de Alcántara, hasta un mirador en la otra margen desde el que se divisa toda la ciudad imperial, con sus numerosas torres y monumentos de toda índole. Ver ocultarse el sol desde el mirador es una experiencia inovidable.

    Al día siguiente empleamos la mañana para hacer una excursión a Talavera de la Reina. El autobús nos dejó en el Paseo del Prado donde nos esperaba la guía. Hermoso paseo en el que se encuentra la Basílica de Nuestra Sañora del Prado, patrona de la ciudad. Es un edificio de los siglos XVI y XVII, de estilo renacentista y barroco. Fue declarada basílica en 1989. Posee decoración de cerámica talaverana, con motivos religiosos, tanto en el interior como en el exterior.
Al lado está la plaza de toros con una escultura de Joselito, famoso diestro que perdió la vida toreando en este ruedo.
Visitamos también las murallas, la Colegiata de Santa María, la Plaza del Pan y, sobre todo, un museo de cerámica con obras antiguas y actuales. Lleva el nombre de Juan Ruiz de Luna, insigne talaverano que, hizo una gran labor de recuperación de la artesanía tradicional de la cerámica con reminiscencias mudéjares y orientales. Está situado en el antiguo convento de San Agustín. En la planta baja vimos cerámica tradicional antigua. En la superior hay unas salas dedicadas a Cervantes y la mesa, exhibiéndose piezas cerámicas de estilo moderno, con dibujos alusivos al manchego universal y su obra.

    Por la tarde estaba programada una visita a las Termas Romanas. En el centro de la ciudad, al excavar los cimientos para una nueva edificación, aparecieron los restos de unas termas de la época romana, suspendiéndose las obras para preservar las ruinas. En una plazoleta, cerca de las mismas hay una puerta que da acceso a unas galerías que también pueden ser visitadas y que eran antiguas bodegas romanas.

    En el tiempo que restaba aprovechamos para visitar otros monumentos que aún no habíamos podido ver, como la iglesia del Salvador. A las seis termina el horario de visitas y no queda otra opción que recorrer el intrincado laberinto de callejas que forman el mapa ciudadano. También se aprovechó  para realizar las compras de los regalos y souvenirs que siempre apetece llevarse de los lugares visitados. Es difícil elegir porque son muchos los productos de artesanía que merecen la atención.

    Al día siguiente se organizó la ruta por el Toledo mágico y desconocido, con sus rincones y sus leyendas. Pero no habíamos estado en la Catedral y era impensable no contemplar la mejor joya. Provistos del material que nos suministraron en taquillas pudimos seguir la visita guiada, siguiendo la ruta que nos iba marcando.
Cuando Alfonso VI anexionó la ciudad al reino de Castilla en 1085, prometió respetar la religión y el culto de los sometidos. Y así lo hizo. Pero en su ausencia, la reina y el obispo irrumpieron en la mezquita e introdujeron en ella el culto cristiano lo que provocó un motín de los moros. De regreso, el rey intentó solucionar el problema y, gracias a la intervención de un influyente musulmán se pacificaron los ánimos y la mezquita se convirtió en catedral, sólo con ligeros cambios. Así siguió hasta 1226 en que Fernando III. junto con el Arzobispo Ximénez de Rada promovieron la construcción de una nueva catedral en estilo gótico-francés, siendo terminada en tiempos de los Reyes Católicos. Es de piedra blanca. Tiene cinco naves con doble girola. Hay cinco magníficas puertas: la del Juicio Final (que sólo se abre en las grandes ocasiones). la del Perdón, la de los Leones, del Reloj y la del Infierno. En la fachada principal estaban proyectadas dos torres pero sólo se construyó una gótica con influencia mudéjar. Se remata con una flecha con tres coronas, imitando una tiara. En lo que iba a ser la otra torre, el Cardenal Cisneros construyó la capilla mozárabe para que se perpetuase el rito.
En el interior el Coro es de Alonso Berruguete. Hay una magnífica talla gótica de la Virgen, de estilo francés. La capilla  mayor tenía dos bóvedas pero Cisneros la cambió, dejando la actual y encargando un retablo gótico. Es de una gran riqueza arquitectónica. Contiene varios sepulcros de reyes y cardenales. La reja de Francisco de Villalpando es magnífica. Adosado en el exterior está el Transparente, obra esculturo-arquitectónica, del siglo XVIII, en estilo barroco y churrigueresco, con mármoles, bronces y jaspes.
Tiene numerosísimas capillas a lo largo de las naves laterales. La de la Virgen del Sagrario, patrona de la ciudad tiene acceso por el exterior. Es de estilo herreriano y fue promovida por el cardenal Sandoval y Rojas.  La talla de la Virgen es románica, recubierta de plata sobredorada.
Se pueden visitar la Sacristía, que contiene cuadros de los mejores pintores españoles y extranjeros.
La  Sala Capitular, mandada construir por Cisneros, con techumbre mudéjar y pinturas murales y retratos de todos los arzobispos de la catedral.
La Sala del Tesoro se debe al cardenal Tavera. El artesonado del techo es mudéjar. Contiene obras de gran riqueza por sus materiales y por haber sido regaladas por personalidades de toda índole.
Pero la joya por excelencia es la Custodia de Arfe, situada en una Capilla a ella dedicada. Es la que procesiona el día del Corpus. Fue encargada por el cardenal Cisneros y es de plata maciza dorada. El Viril o Custodia donde se coloca la Sagrada Forma  se coloca en el interior y está fabricado con el oro traído de América por Cristobal Colón. Esta pieza fue hecha para Isabel La Católica y, a su muerte fue vendida y comprada por el Arzobispo de Toledo.
El claustro está en desnivel con la catedral. Presenta dos alturas. En la baja hay pinturas al fresco de francisco Bayeu  y Maella. Tiene cuatro crujías con bóvedas cuatropartitas. Las salas que daban al claustro han tenido diversos usos.

    Se nos quedaron muchas maravillas por contemplar pero es que Toledo tiene tanto arte por todos los lados que se necesitaría mucho más tiempo para poder visitar y, sobre todo, disfrutar, sin prisas, de tantos monumentos como ha dejado la historia. Se impone una nueva visita, de forma relajada para poder empaparnos de todo aquello que nos hubiera gustado saborear.