lunes, 20 de mayo de 2019

Joyas de un Patrimonio

    Es una exposición que presenta la Diputación Provincial, en el Palacio de Sástago. Tiene por objeto hacer que se conozca la ingente obra de restauración que lleva a cabo el taller de dicha Institución, en colaboración con el INAEM y mediante subvenciones  y la ayuda del Fondo Social Europeo. Comprende las obras restauradas desde el año 2011 hasta la actualidad.

    Son muchas las joyas del patrimonio artístico que se hallan desperdigadas por iglesias y ermitas de pueblos, algunos desaparecidos y olvidados, desconociendo su valor y que, debido al tiempo y a la desidia, se han deteriorado. Por otra parte los ayuntamientos de los pueblos pequeños, con exiguos presupuestos, poco pueden hacer para remediarlo. Otro tanto le pasa a la Iglesia, es tan grande su patrimonio que es imposible atender a todas las necesidades de restauración, sin una ayuda oportuna. Esta obra de restauración la lleva a cabo, como ya hemos dicho, la Diputación.

    Esta magna exposición comprende retablos, cuadros, orfebrería, documentos y libros antiguos, escultura... Datan desde el siglo XIII al XX.
Están expuestas obras del período románico, gótico, renacimiento, barroco, etc.  De estilo románico podemos contemplar una Virgen sedente con el Niño y algunas pinturas. Abundan más del período gótico, del siglo XIV hay numerosos retablos, cuadros y esculturas y un busto de San Indalecio de Damián Forment, proveniente de Calatorao. Abundan las piezas del renacimiento y barrocas. Hay también un órgano de la Colegiata de Caspe. Hasta una momia de hombre, procedente del museo de Quinto de Ebro. Todas las obras proceden de treinta y nueve municipios distintos, del Aragón vacío. Muchas de estas obras son de la Colegiata de Borja, otras proceden del Museo Alma Máter y de otros muchos pueblos de las diócesis de Zaragoza, Tarazona y Jaca. Los retablos, escultura y pintura así como los documentos se encuentran en la planta baja  -patio y salas-. También en esta planta se encuentra, en una de las salas, la parte correspondiente a los bienes inmuebles restaurados, con fotografías de antes y después de la intervención, así como planos de la misma.. Se han restaurado palacios, casonas, murallas, monasterios, etc. Entre estas restauraciones está el Palacio del Abad, del monasterio de Veruela,hoy propiedad de la Diputación.
En la primera planta se ha instalado un audiovisual que muestra el proceso de restauración.

    Un aplauso para esta intervención de los poderes públicos en los bienes artísticos de la Comunidad. Deberían tomar nota en otras muchas comunidades donde se está dejando perder el legado de muchos siglos.

jueves, 9 de mayo de 2019

Viaje al Pirineo

    Con un tiempo primaveral y muy de mañana, para aprovechar bien el día, salimos rumbo a los valles pirenaicos de Hecho y Ansó.
    Después de una corta parada para reponer fuerzas llegamos a Hecho a eso de las diez y media. Ya nos estaba esperando la guía que nos iba a mostrar lo más interesante de esta hermosa villa oscense. Este valle está recorrido por el río Aragón Subordán y es la cuna del reino de Aragón. El paisaje es un primor, siempre verde, rodeado de montañas cubiertas de bosque y, al fondo, los picos más altos de la cordillera con nieve en las cimas que marcan la frontera con la vecina Francia.
La guía nos hizo admirar el hermoso caserío con la arquitectura tradicional: piedra al exterior y mucha madera en el interior. Los vanos, en las casas antiguas son escasos y de pequeño tamaño. Hay que tener en cuenta el clima con inviernos largos y copiosas nevadas. Hay que aislarse del frío todo lo posible. En las solanas encontramos galerías balconadas de madera para aprovechar el sol y secar el maiz y otras reservas alimentarias. Los tejados son muy inclinados para que no se amontone la nieve, pero, en su parte más baja terminan en forma de pagoda con el fin de retener una capa de nieve que actúe como aislante térmico. Las tejas son de arcilla, planas, con unos resaltes para poder imbricarlas. Pero lo que más llama la atención son las enormes chimeneas troncocónicas, con unas filas de ladrillos que sobresalen para evitar filtraciones de agua de lluvia o de la fusión de la nieve. Algunas terminan en un elemento: el espantabrujas que puede ser un pequeño monigote. Estaba muy extendida por estos valles la creencia en las brujas que salían por la noche e intentaban entrar en las casas por los lugares desprotegidos. Al llegar el día se convertían en gatos negros. Por eso intentaban proteger todos los huecos por los que pudiesen entrar. Así colocaban en las puertas ramitas de árbol o Flores de cardo mariano, con muchos pinchos para que las brujas, de naturaleza curiosas,se entretuvieran contando los pinchos y así se les pasara la noche. Otras veces hay esculpidas en la piedra pequeñas cabecitas monstruosas  que tenían el mismo cometido. Las puertas de entrada suelen ser en arco de medio punto con dovelas de piedra. Tampoco son raras las adinteladas, también en piedra. Las casa suelen ser muy grandes ya que las familias que albergaban eran muy numerosa y estaban incluidos los abuelos, tiones y tionas, además de los criados, si era una casa importante.
Visitamos, también, la Casa Mazo, convertida en Museo Etnológico. Allí pudimos ver herramientas que otrora utilizaban los labradores y pastores, así como los utensilios de cocina, alrededor del hogar, pieza principal de estas viviendas donde, acomodados en las cadieras, se contaban las novedades del día, cuentos y leyendas del pasado, para entretener las largas veladas invernales. Hasta allí no llegaban los periódicos y era el único medio de comunicación.
En este valle se habla todavía el "cheso", un dialecto de la fabla aragonesa.
    A dos kilómetros se encuentra Siresa que tuvo un monasterio en el que habitaron hasta ciento cincuenta monjes. Hoy lo único que queda es la iglesia, dedicada a San Pedro. Es de estilo románico pero, según documentación, San Eulogio de Córdoba pasó por el cenobio en el siglo IX por lo que el primitivo tuvo que ser de estilo carolingio y, quedaría destruido en alguna de las razias de Almanzor. La iglesia es de planta de cruz latina, con ábside circular. Tiene dos torres con espadaña en las fachadas y grandes contrafuertes. Las bóvedas son de medio cañón, en piedra visible, lo mismo que todas las paredes. Es muy austera pero alberga tesoros importantes como un Cristo románico con cuatro clavos que apareció al realizar unas obras. Seguramente fue escondido durante la guerra de la Independencia pues los franceses quemaron estos pueblos, como lo atestiguan algunas piedras ahumadas en las fachadas de casas. Este Cristo parece más bien que perteneció a un Descendimiento. Hay otra pequeña talla, también de madera de una Virgen sedente,románica. En los transeptos  encontramos tablas de pintura flamenca. En el altar mayor preside San Pedro, sentado en su cátedra. La entrada sur no es la original, ésta queda situada al oeste, bajo un atrio, flanqueado por dos torretas. En lo alto de la puerta hay un crismón, única decoración. En el exterior vimos en el trandepto norte una figura en piedra cuyo significado se ignora. Las torres de las campanas son posteriores.
   Pasamos por la casa en la que según nos informaron nació Juan de Regla que fue confesor de Carlos V y de Felipe II.
    Seguidamente visitamos el horno comunal que, aunque sin uso práctico, aún se mantiene en pie. En otros tiempos, aquí era donde las mujeres del pueblo, muy temprano, venían a cocer su pan, unas tortas que pesaban cuatro ó cinco kilos que trían ya preparadas de sus casas. Encargada del horno solía estar una mujer que lo calentaba y cocía el pan a cambio de una remuneración en especie. Cada una ponía su marca a los panes para que no se confundieran con los de la vecina.
    A las dos nos llegamos al restaurante acordado para descansar y renovar las fuerzas para la visita de la tarde: Ansó.
    Ansó es otra hermosa villa situada en el valle del río Veral. En el siglo XIII, Jaime I le concedió privilegios. Aún perdura el Tributo de las tres vacas que tienen que pagar anualmente sus vecinos franceses del Bearn.
La lengua que hablan es el ansotano, otro dialecto de la fabla aragonesa.
Al no ser época turística encontramos cerrados los museos y casi todos los establecimientos públicos por lo que sólo pudimos ver lo que estaba a nuestro alcance: hermosas casas de piedra con la arquitectura típica del Pirineo pero con una curiosa característica: las "arteas", unas separaciones entre las casas de unos cincuenta centímetros, que no son transitables, sólo puede circular por ellas el agua de los canalones que vierten allí.
Sí pudimos visitar la iglesia parroquial de San Pedro, de estilo gótico del siglo XVI, de cruz latina, con una nave y bóvedas estrelladas. Tiene una portada monumental plateresca,bajo un atrio. En el interior, el retablo del altar mayor es barroco. Tiene varios retablos de diferentes estilos. Hay un valioso órgano francés del siglo XVIII.
    Estos valles fronterizos y de difícil acceso han servido desde antiguo para el contrabando de toda clase de mercancías. También en las guerras se han arriesgado muchas personas, burlando la vigilancia policial. Durante la II Guerra Mundial algunos pilotos americanos y belgas pudieron pasar y encontrar refugio entre los montañeses. Algunos, ya muy ancianos han vuelto para agradecer esta ayuda que en su tiempo recibieron y para que no se olviden estos hechos han dejado constancia en unas lápidas con sus nombres grabados. ¡Hermoso gesto!
    Llegó el momento de regresar y, con los ojos impregnados de la belleza de estos paisajes tenemos que decir adiós. Cansados pero satisfechos después de haber pasado un día agradable, de camaradería en contacto con la madre Naturaleza, emprendimos el regreso sin ningún incidente digno de ser reseñado. ¡Hasta la próxima excursión!