lunes, 30 de abril de 2012

El número de Dios








































El número de Dios es una novela histórica cuyo autor es José Luis Corral. Fue publicada en 2004 por edhasa.


José Luis Corral nace en Daroca (Zaragoza) en 1957. Estudió Filosofía y Letras, doctorándose en Historia por la Universidad de Zaragoza. Es un personaje polifacético. Profesor de Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza, investigador, asesor de largometrajes de temas históricos, actividad por la que ha cosechado premios internacionales. Es el Presidente de la Asociación de Escritores Aragoneses, lo que le lleva a estar presente en multitud de actos culturales como presentación de libros, Feria del Libro,etc.


Es un escritor muy prolífico. ha publicado numerosas obras, siempre de temas históricos o legendarios. Podemos destacar El salón dorado, El Cid, Numancia, Trafalfar, Independencia, El Rey Felón, estas tres últimas a imitación de Los Episodios Nacionales de Don Benito Pérz Galdós. Otras obras historiográficas son Mitos y leyendas de Aragón,Breve historia de la Orden del Temple, Una historia de España, etc.


En El número de Dios aborda el tema de la construcción de las grandes catedrales góticas españolas del siglo XIII, más concretamente las de Burgos y León.

Otro tema que trata es la situación privilegiada de la mujer en esta época, casi equiparable a la del hombre. Son muchas las mujeres que intervienen en la política y en la construcción de las catedrales, en distintos oficios, llegando alguna a obtener el difícil grado de maestra. En la obra aparecen un plantel de mujeres relevantes como Leonor de Aquitania, Berenguela de Castilla, Beatriz de Suavia, Blanca de Castilla, Violante de Aragón y, la protagonista, Teresa Rendol, personaje no histórico, pero que bien pudo haberlo sido.

Están presentes también los temas de la Reconquista, las Cruzadas, el camino de Santiago, los cimientos de lo que después sería la Masonería, surgida de las cofradías de los gremios de canteros y albañiles, al lado de las grandes construcciones. Estas obras movían a gran número de operarios de otros países que tenían que velar por sus intereses. De aquí que los símbolos masones sean, precisamente, la escuadra, el compás y el mandil.

Otro tema del libro es el problema de los cátaros, o herejía albigense que surge en la comarca francesa del Languedoc, pero, al ser perseguidos por la Iglesia, tienen que emigrar, ocultando sus creencias.


El número de Dios se refiere a la "proporción aúrea" y es el secreto mejor guardado por los arquitectos de la Edad Media, que sólo se transmitía cuando el oficial, después de un difícil examen, se convertía en maestro, facultado para dirigir obras de construcción. Normalmente, pasaba de padres a hijos, pues eran gremios bastante cerrados. El grado de maestro se adquiría después de haber pasado por los grados inferiores de aprendiz y oficial o compañero y haber aprendido todos los oficios relacionados con la construcción, como cantero, tallista, etc.

El número de Dios significa la armonía en las proporciones y se encuentra presente en la Naturaleza: hojas de los árboles, troncos, ramas, flores, cristales de hielo, etc.


Los protagonistas de la trama son Enrique Rouen, joven arquitecto, venido de Chartres y Teresa Rendol, joven pintora cátara.

Personajes principales son Arnal Rendol, Lous Rouen, el Obispo Mauricio, FernandoIII,.

Personajes secundarios son Dª Berenguela, Alfonso X, Jaime I de Aragón, Alfonso IX de León, San Luis de Francia y otros obispos.


El hilo conductor de la novela, como telón de fondo, es el amor entre la joven pintora, hija de Arnal Rendol y el maestro de obras Enrique Rouen. Teresa renunciará a casarse por no traicionar sus creencias.

El obispo Mauricio viaja a Alemania para traer a la futura esposa del rey Fernando. Al pasar por Francia tiene ocasión de contemplar las modernas catedrales góticas, llenas de luz, y sueña con construir una igual en su diócesis de Burgos, abandonando la antigua de arte románico, que se ha quedado pequeña y no tiene la luminosidad de las del nuevo estilo. Incluso ha hablado con Luis Rouen para que dirija las obras. El rey con la felicidad de su boda no ha de negarle nada. Hacen falta muchos recursos para emprender una obra tan grandiosa, pero, irán llegando. El arquitecto muere en un accidente y hay que buscar alguien que la continúe y quién mejor que el sobrino que ya ha trabajado como tallista en las esculturas de la puerta de la Coronería y que acaba de obtener el grado de maestro. Enrique será el nuevo maestro que continuará con las obras, con ligeras modificaciones. Teresa Rendol, a quien conoció en Santiago de Compostela, se encargará de la policromía de las estatuas y decoración interior. No quedan muros para pintar como en el antiguo arte, pero los tiempos han cambiado y hay que adaptarse a ellos.

A la vez que se está construyendo la catedral de Burgos se empiezan otras en el nuevo estilo importado de Francia. El rey Alfonso X, que ha sucedido a su padre, quiere para León otra maravilla y le encarga las obras a Enrique de Rouen, que tiene que atender a las dos. Quiere hacer algo suyo propio, inspirándose en la Santa Capilla de París, mandada construir por San Luis, para albergar en ella las santas reliquias traídas de Tierra Santa por los cruzados. Apenas hay muros, sustituidos por enormes vidrieras de colores que tamizan la luz. Así surgen los talleres de vidrieros, encargándose la pintora de sus diseños. El arco ojival permite elevarse las naves hasta alturas antes inconcebibles; los rosetones y las vidrieras inundan de luz el interior -Dios es luz-. La piedra es tallada en esculturas que adornan las portadas, las gárgolas, las elevadas agujas que buscan el cielo... El arquitecto quiere asemejarse a Dios al construir las obras perfectas en sus templos, con la armonía de las proporciones del número aúreo.



Es una novela interesante que nos lleva a la Edad Media, tiempos en los que la fe, o la vanidad, de los hombres hizo posible que se levantaran las obras que todavía hoy nos sobrecogen al con- templarlas









El número de Dios













































































El número de Dios es una novela histórica cuyo autor es José Luis Corral. Fue publicada en 2004 por edhasa.




José Luis Corral nace en Daroca (Zaragoza) en 1957. Estudia Filosofía y Letras, doctorándose en Historia por la Universidad de Zaragoza. Es un personaje polifacético. Profesor de Historia Medieval en la Universidad, investigador, asesor de largometrajes de temas históricos, actividad por la que ha cosechado premios internacionales. Es el Presidente de la Asociación de Escritores Aragoneses, lo que le lleva a estar presente en múltiples actos culturales, como presentación de libros, Feria del Libro, etc.




Es un escritor muy prolífico, ha publicado numerosas obras, siempre de carácter histórico o legendario. Podemos destacar El salón dorado, El Cid, El Rey felón, Numancia, Trafalgar, Independencia, éstas tres últimas a imitación de Los Episodios Nacionales de Don Benito Pérz Galdós. Otras obras historiográficas son Mitos y leyendas de Aragón, Breve historia de la Orden del Temple, Una Historia de España, etc.








En el número de Dios, aborda el tema de la construcción de las grandes catedrales góticas españolas en el siglo XIII, más concretamente las de Burgos y León.




Otro tema que trata es la situación de la mujer en esta época, situación casi equiparable a la del hombre. Son muchas las mujeres que colaboran en la política y la construcción de las catedrales, en distintos oficios, llegando algunas, a obtener el difícil grado de maestras. En la obra hay un plantel de mujeres relevantes como Leonor de Aquitania, Berenguela de Castilla, Beatriz de Suavia, Blanca de Castilla, Violante de Aragón y la protagonista, Teresa Rendol, personaje no histórico, pero que pudo haberlo sido.




Está presente, también, el tema de la Reconquista, las Cruzadas, los cimientos de la masonería, como consecuencia de las Cofradías y los gremios de canteros y albañiles, que surgían al amparo de las grandes obras, que movían operarios de distintos países y debían velar por sus intereses. Por eso sus símbolos serán la escuadra y el compás.




Otro tema del libro es el problema de los cátaros, o herejía de los albigenses, que surge en la comarca francesa del Languedoc, pero que al ser perseguidos por la Iglesia, tienen que emigrar, ocultando sus creencias.




El número de Dios se refiere a la "proporción aúrea", y es el secreto mejor guardado por los arquitectos de la Edad Media, que sólo se transmitía cuando el oficial, después de un difícil examen se convertía en maestro, facultado para dirigir obras de construcción. Normalmente pasaba de padres a hijos, pues eran gremios bastante cerrados. El grado de maestro se adquiría después de haber pasado por los grados inferiores de aprendiz y oficial y haber aprendido todos los oficios relacionados con la construcción, como cantero, tallista, pintor, etc.

lunes, 23 de abril de 2012

La Biblioteca Nacional de España



Después de comer en el histórico Café Gijón, el grupo, nos dirigimos a la cercana Biblioteca Nacional, objetivo principal del viaje. Realizamos una visita guiada, muy interesante, en la que aprendimos, "in situ", muchas cosas de nuestros amigos los libros.


La Biblioteca Nacional es un Organismo Autónomo en el que se hallan depositados todos los fondos bibliográficos. Contiene más de 28 millones de publicaciones, entre libros, revistas, periódicos, comics, cromos, postales, carteles, folletos, dibujos, partituras musicales, mapas, grabados. etc. Todo está catalogado y ordenado. Hay salas de lectura para el público, en general. pero hay fondos que, por su valor, están reservados a los investigadores, debidamente acreditados. Pese a ser tan grande, se ha quedado pequeña y ha necesitado de otra sede en Alcalá de Henares. Gracias a las nuevas tecnologías, podemos tener acceso a sus fondos, desde nuestros hogares, a través de la web. El edificio está en el Paseo de Recoletos de Madrid.


Su fundación se debe a un decreto de Felipe IV, a instancias de su confesor. Este decreto se firmó el 27 de diciembre de 1711, abriendo sus puertas, como Biblioteca Real, el 1 de marzo de 1712. Se han cumplido, por tanto, 300 años desde su fundación. Esta efemérides se está conmemorando con multitud de exposiciones y diversos actos.

Los fondos consistían en colecciones privadas de los reyes Felipe IV y Felipe V, que trajo de Francia casi 7000 volúmenes. Estos fondos se vieron aumentados con la incautación de las bibliotecas privadas de los nobles partidarios del pretendiente austriaco a la Corana de España en la guerra de Sucesión. Después se han ido incrementando con los fondos de los monasterios, que han ido desapareciendo con las sucesivas desamortizaciones; la última, en tiempos de la II República y la Guerra Civil, con los de las catedrales de Ávila y Toledo.

Desde un principio, se ordenó a los impresores que de cada publicación tenían que depositar un ejemplar en la Biblioteca Nacional.

En un principio, estuvo ubicada en un pasadizo entre el convento de la Encarnación y los Reales Alcázares, pero no reunía condiciones, por su humedad. Fue cambiando de lugar hasta que Isabel II mandó construir el edificio de su actual emplazamiento. Las obras empezaron en 1846, sobre planos del arquitecto Francisco Jarreño pero, por falta de fondos, tuvieron que suspenderse. Lo terminó Antonio Ruiz Salces. En 1892 sirve para conmemorar el Iv Centenario del Descubrimiento de América, abriéndose al público la Biblioteca en 1896.


Es un amplio edificio, de estilo neoclásico. En la fachada de Recoletos tiene una amplia escalinata con las estatuas de: San Isidoro, sentado, con Las Etimologías en sus manos, destacándose más la sabiduría que la santidad; del otro lado está Alfonso X, el Sabio; junto a las puertas encontramos, de izquierda a derecha, en pie, Antonio de Nebrija, Luis Vives, Lope de Vega y Cervantes. Encima de las puertas hay 11 medallones que representan al Padre Mariana, Fray Luis de León, Quevedo, Calderón, Garcilaso, Diego Hurtado de Mendoza, Arias Montano, Santa Teresa de Jesús, Tirso de Molina, Nicolás Antonio y Antonio Agustín. El frontón es obra de Querol y se encuentra rematado por tres figuras que representan el Genio, el Estudio y, en el vértice, una joven con una corona, representando a España, al pie de la cual hay un león que simboliza a Castilla. En el interior del triángulo, en el centro, está representada la paz, rompiendo una espada, y, a los lados, representaciones de las artes y las ciencias. En el interior, al traspasar las puertas vemos unas esculturas de la reina Isabel II y de su esposo Don Francisco de Asís. En las salas, contemplamos retratos de personajes de las Letras españolas.


Empezamos la visita, contemplando la exposición, de la evolución, a través de los siglos, de la escritura y sus soportes materiales. Pudimos contemplar escritos en tablas, placas de metal, papiros, pergaminos, hasta el papel. Nos explicaron las ventajas e inconvenientes de cada uno de los medios y cómo el hombre ha ido desarrollando nuevas técnicas que han facilitado la difusión de la cultura y la importancia de la imprenta.

El libro más antiguo que se conserva es el códice de Mentz, un manuscrito de Astrología del siglo X. De los libros impresos, el más antiguo es el Catholicón de Johannes Balbus, de 1460, salido de la imprenta de Gutemberg.

Pudimos ver distintos facsímiles de Libros de Horas, Oraciones, etc, en los que se aprecia la callada labor de los monjes de la Edad Media, en sus escritorios, copiando los textos antiguos, y los ilustradores, dibujando esas maravillosas miniaturas. También vimos el manuscrito del Cantar de Mío Cid. Todo son copias, pues los originales no pueden exponerse al público, por razones obvias. Contemplamos también dibujos de Leonardo da Vinci, grabados de Velázquez y Goya, expuestos en las vitrinas.

En cuanto a los signos y códigos lingüísticos, nos enseñaron jeroglíficos, ideogramas, distintos tipos de escritura hasta llegar al alfabeto fenicio que utilizamos nosotros.

Contemplamos, en las vitrinas curiosos objetos antiguos, relacionados con la escritura y la música; métodos para preparar el soporte de la escritura, distintas formas de fabricar papel y de encuadernación de libros, primeras imprentas, fonógrafos y otros artilugios muy interesantes.

Una labor muy importante es la restauración de los libros que, a través del tiempo, se van deteriorando. Estos trabajos pudimos verlos en los audiovisuales que se muestran en las salas.

Pasamos también por las Salas de Lectura y nos enseñaron los sistemas que siguen en el uso de los libros por parte de los lectores.


Resultó una visita muy interesante, terminando todos cansados del ajetreo del día pero sumamente satisfechos por todo cuanto vimos y por la organización de la excursión. Llegamos a Zaragoza, bien entrada la noche, deseosos de descanso pero animados, si se tercia, a realizar alguna otra salida.

sábado, 21 de abril de 2012

El Madrid de los Austrias



Paseo por el Madrid de los Austrias.


A través de la Universidad Popular, los alumnos de las clases de Animación a la lectura disfrutamos de una excursión a Madrid, magníficamente organizada. La mañana la dedicamos a pasear por el Madrid de los Austrias en una visita guiada. Primeramente nos explicaron la historia de Madrid desde su fundación por los árabes, allá por el sigloIX, como fortaleza estratégica.

El Madrid de los Austrias constituye el trazado medieval de la ciudad y la expansión llevada a cabo a partir de los primeros Austrias, sobre todo, a partir de 1561, fecha en que Felipe II la convierte en la capital de España. Este periodo comprende desde 1516, con Carlos I, hasta 1700 con la muerte de Carlos II, último rey de la dinastía.

Los árabes le dieron el nombre de Magerit, que significa abundancia de agua, y es que había en el entorno muchos arroyos y aguas subterráneas para abastecer a la población y regar sus huertas.

La primitiva fortaleza árabe, al igual que Toledo, fue conquistada por Alfonso VI de Castilla.

Antes de ser capital, la urbe constaba de la parte encerrada dentro de la muralla árabe-romana y de los arrabales, fuera de la misma. Al convertirse en capital empezó a crecer de forma vertiginosa, rebasando las murallas que ya habían perdido su función defensiva. Fuera quedaban lugares de recreo como la Casa de Campo, El Pardo y el Buen Retiro.


Comenzamos la visita a partir de la Plaza de Oriente. Pudimos contemplar el Palacio Real, mandado construir por Felipe V, un palacio barroco, a imitación de los grandes palacios franceses. La antigua fortaleza árabe fue remodelada en tiempos de Felipe II pero en 1734 fue pasto de las llamas por lo que el primer Borbón encontró la excusa para construir el nuevo palacio, en los solares del antiguo. Paseamos por los jardines en los que están ubicadas 20 esculturas, "los reyes godos", que estaban destinadas a las balaustradas del Palacio Real. Hay también una magnífica estatua ecuestre en bronce de Felipe IV, con las patas delanteras levantadas. Es obra de Pietro Tacca, sobre bocetos de Velázquez. Como era difícil la estabilidad de la misma, intervino también Galileo Galilei. En el aparcamiento de la plaza se pueden ver los restos de la antigua muralla.


La calle Mayor. Va desde el Real Alcázar hasta Sol. Fue una calle comercial, donde estaban situados los gremios de artículos de lujo. En ella pudimos contemplar el Palacio de Abrantes, o Casa de los Consejos, por celebrarse en ella las reuniones de los miembros del gobierno. Cerca está la casa de la Princesa de Éboli y una placa en el lugar donde fue asesinado Escobedo. También en la calle Mayor hay otro monumento conmemorativo, dedicado a las víctimas que murieron en el atentado contra los reyes Alfonso XIII y Victoria de Battemberg. el día de su boda. En esta calle vimos también la Catedral Castrense y la iglesia de San Nicolás de los Sevitas. con una torre mudéjar.


Plaza de la Villa. Estaba al lado de la muralla cristiana. Podemos apreciar en ella la Casa de la Villa; la Casa y Torre de los Lujanes, famosa porque sirvió de prisión al rey de Franciao I, después de la batalla de Pavía; la Casa de Cisneros, habitada por un familiar del Cardenal, con una fachada plateresca. En el centro hay una estatua, en bronce, de Don Álvaro de Bazán, que tuvo una actuación destacada en Lepanto. Es obra de Mariano Benlliure.


Plaza Mayor. En lo que era la Plaza del Arrabal, se empezó a construir en tiempos de Felipe II, terminándola su hijo Felipe III. Siempre ha sido un centro comercial y de convivencia de los madrileños. Es porticada, con arcos de entrada y, en su interior han tenido, y tienen lugar diferentes eventos. En ella se ubican la Casa de la Panadería, que sirvió de Lonja y la Casa de la Carnicería. En el centro, una estatua ecuestre de Felipe III. La última remodelación es de Juan de Villanueva. En su entorno están los establecimientos públicos más antiguos como la Casa Botín, la Posada del Peine, y, en el Arco de Cuchilleros la Cueva de Luis Candelas, lugar de visita obligada para los turistas.

Por la falta de viviendas, se promulgó la Regalía de Aposento, decreto por el cual los propietarios de casas de más de una planta tenían que albergar en ella a una familia cortesana. De aquí vinieron las "casas de la malicia", ocultación o distintos trucos para que pareciesen más pequeñas de lo que en realidad eran.


En las calles de San Justo y Sacramento podemos admirar casas nobiliarias de los siglos XVI al XVIII. En el solar de la iglesia de los santos Justo y Pastor, incendiada, se construyó la Basílica Pontificia de San Miguel, de fachada convexa, donde está la Nunciatura. También está en esta calle la casa de Iván Vargas, a cuyo servicio estaba San Isidro. Cerca se encuentra el convento del Corpus Christi o de "las carboneras".


Plazas de la Provincia y de Santa Cruz. Aquí está el Palacio de Santa Cruz, en ladrillo rojo y fachada de granito gris, que alberga el Ministerio de Asuntos Exteriores. Hay una copia de la fuente de Orfeo, no colocada en el centro. La escultura original se conserva en el museo Arqueológico.


Calle de Toledo. La calle va desde la puerta de Toledo hasta el puente del mismo nombre sobre el Manzanares. Encontramos aquí la Colegiata de San Isidro, que hizo las veces de catedral. Por aquí pasaba la muralla cristiana con la puerta de la Culebra, desaparecida por los ensanches.


Plaza de la Paja. Llamada así por el tributo, en forma de paja que tenían que pagar los madrileños a la Iglesia. Era un antiguo zoco. Encontramos en ella el palacio de los Lasso de Vega, en el que se alojaron los Reyes Católicos; el palacio de los Vargas; la iglesia de San Andrés; y, sobre todo, la Capilla del Obispo, con fachada plateresca.


Calle de Segovia. Era el antiguo arroyo de San Pedro. Albergó el barrio de la Morería. Encontramos San Pedro el Viejo, con torre mudéjar. Termina en el puente de Segovia.


Plaza del Sol. Es el centro geográfico y el kilómetro cero. Es un centro de encuentro, ("mentidero de la villa"), sobre todo en Nochevieja. Se encuentra el reloj más famoso de España. Actualmente está la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Hay una estatua ecuestre de Carlos III; el Oso y el Madroño, símbolo de Madrid y una copia de la Mariblanca (Venus).


Calle del Arenal. Discurre sobre el antiguo cauce de un arroyo. Nos encontramos con la iglesia de San Ginés, con torre mudéjar.


Plaza de las Descalzas Reales. Monasterio fundado por Juana de Austria, hermana de Felipe II. Alberga en su interior grandes tesoros artísticos.


Plaza de Isabel II, o de la Ópera. Era el límite urbano; estaba la muralla y los terraplenes de descenso hacia el río servían como foso. Aquí estaba la puerta de Valnadú. El Teatro Real, mandado construir por Isabel II limita con la Plaza de Oriente.


La visita terminó en el lugar donde empezamos. Cansados, pero felices, por conocer rincones que en una visita rutinaria serían difíciles de visitar.

sábado, 7 de abril de 2012

La Aljafería



El palacio de La Aljafería ha pasado por muchas vicisitudes a través de la historia. En 1931 fue declarado monumento histórico-artístico, no obstante, tuvieron que pasar muchos años hasta poder contemplarlo con el aspecto que tiene actualmente. Mucho tiempo y mucho esfuerzo para rescatarlo del estado lamentable en que se encontraba.

En el año 2001 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad al mudéjar aragonés, siendo este palacio su mejor representación.


Se han instalado en él las Cortes de Aragón, dándole una finalidad institucional.


Toda la obra ha sido restaurada, en lo posible, señalándose la parte restaurada y la original, sobre todo en la ornamentación y pinturas murales.


El palacio islámico fue mandado construir por el rey de la taifa zaragozana Almuqtadir, allá por el siglo XI. Se edificó como residencia de recreo, fuera del recinto de la ciudad, en una llanura cerca del Ebro. Por él pasaron todos los intelectuales de la época, ya que , por motivos políticos, muchos personajes importantes huyeron de Córdoba, refugiándose en la corte de Zaragoza, convirtiéndose ésta en el centro cultural musulmán más importante de la península.

Es de planta cuadrada, con un recinto amurallado reforzado por torreones semicirculares. Está adosada también la Torre del Trovador, de planta cuadrada, rematada por almenas. Recibe este nombre por una obra de carácter legendario en la que se inspiró Verdi para componer su obra Il Trovatore. Esta torre fue destinada a cárcel de la Inquisición, y después hasta hace pocos años, pues pueden leerse, todavía, en las paredes, nombres y fechas escritos por los presos. Es la parte más antigua del edificio.

El palacio propiamente dicho tiene un patio central con jardines por los que discurre el agua, tan importante para los pueblos del desierto. Está rodeado de dos pórticos laterales a los que se abrían las dependencias del rey, en el de la derecha y, en el ala opuesta, las dependencias de las mujeres. Estos pórticos están formados por arcos mixtilíneos y lobulados, decorados profusamente con trabajos en yeso, hasta cubrir toda la superficie - puesto que los musulmanes tienen "horror vacuo"-, con motivos vegetales y lacerías. Sólo se aprecia un faisán, que se cree es la representación del rey. Estaba todo pintado en rojo, azul y dorado, aunque en muchos lugares ha desaparecido la pintura, lo mismo que en las paredes. En un ángulo, un arco de herradura da acceso al oratorio privado del rey. Lo que se conserva es una maravilla. Está rodeado de versos coránicos y encima un corredor ciego, formado por arcos lobulados y entrelazados, de una belleza impresionante. Estaba rematado por una cúpula que fue suprimida para construir encima un salón en época posterior. Este oratorio ha sido utilizado como cocina, por lo que es aún más milagroso que hoy podamos admirar la parte que sobrevive.


Al ser conquistada Zaragoza a los musulmanes en 1118, este palacio pasa a ser utilizado como residencia de los reyes cristianos. Éstos llevan a cabo modificaciones y ampliaciones. De esta época es la iglesia de San Martín, situada a la derecha del patio de entrada de su mismo nombre. También las salas mudéjar del palacio de Pedro IV, que hoy se utilizan en algunas reuniones con mandatarios políticos. Así mismo, la llamada alcoba de Santa Isabel, por creer que en ella nació la que luego se convertiría en reina de Portugal. Se conservan pinturas en rojo y dorado en los artesonados y algunos restos en las paredes.


En el año 1492, año emblemático, los Reyes Católicos mandan construir, encima del palacio musulmán, otros salones a los que se accede por una escalera munumental, iluminada con unos ventanales con ornamentación en la que se mezclan elementos tardogóticos y renacentistas.

En el Salón del Trono podemos admirar el artesonado, con casetones de los que cuelgan unas piñas doradas. Por todas partes aparecen el yugo y las flechas y la leyenda "Tanto monta, monta tanto" de los soberanos. Hay que admirar también los suelos, de cerámica de Muel, se conservan algunos trozos originales. Al lado del salón están las salas de los Pasos perdidos, donde las personas que esperaban ser recibidas por los reyes, paseaban su espera, ya que no había asientos.


En la época de Felipe II, después del problema con el Justicia de Aragón, este palacio símbolo del poder, lo convirtió en una fortaleza, para lo cual mandó construir el foso que lo rodea y unos torreones en las esquinas. En tiempos de Carlos III, y después con Isabel II, sufrió nuevas modificaciones, convirtiéndose en un cuartel.


En la actualidad, se han tenido que hacer otras modificaciones para ubicar a las Cortes de Aragón en el recinto, convirtiéndose este edificio emblemático, desde 1987, en la sede de la institución que representa a todos los aragoneses.