jueves, 21 de junio de 2018

Primeros recuerdos

    Es muy difícil saber cuáles fueron nuestros primeros recuerdos ya que esas imágenes que tenemos en el cerebro y que nos parecen tan nítidas es muy probable que sean recuerdos ajenos y que, al haber oído tantas veces los relatos que de ellos nos han hecho personas cercanas, han ido formando dentro de nosotros unas imágenes que nos parecen reales y que, tal vez, no lo sean.
    Hecha esta salvedad, lo primero que creo recordar de mi infancia es una mudanza y una niña subiendo una cuestecita con un gatito en brazos. Nací en casa de unos tíos con los que se había criado mi padre, huérfano desde niño. Como no tenían hijos y la tía se encontraba enferma, cuando se casó se quedaron a vivir con ellos y allí vinimos al mundo los tres hijos mayores. Cuando murió la tía, el matrimonio quiso independizarse comprando una casita en el pueblo. Esta mudanza es mi primer recuerdo o lo que a mí me parece que fue, ya que tendría poco más de tres años, una edad harto temprana para que pueda recordar nada con fidelidad.
    Más adelante, eso ya no es ficticio, me ha quedado en la memoria cuando la luz eléctrica llegó al pueblo. Veo a los operarios subidos en grandes escaleras tendiendo los cables por las calles y colocando en las esquinas las palomillas para el alumbrado público. Tendría cinco años cuando sucedió y constituyó una fiesta para todos. En procesión, todo el pueblo se llegó hasta el transformador, situado a la entrada de la población, para bendecirlo. Después, en la iglesia, el sacerdote dirigió unas palabras a los fieles dando la bienvenida al progreso. Cuando regresamos a casa todo era darle a las llaves para ver cómo funcionaba aquello tan novedoso. Las bombillas eran de 25 ó 30 watios pero nos parecía una maravilla todo. La verdad es que aquellas instalaciones eran tan precarias que, cuando soplaba el viento, los postes, de madera, se caían y mientras se arreglaba la avería se pasaba una semana sin luz eléctrica. En mucho tiempo no se pudieron arrinconar los candiles, quinqués y petroleros que tantos denuestos habían recibido el día de la inauguración. Los primeros aparatos eléctricos que hubo en casa fueron un cazo para calentar agua y la plancha, desterrándose aquella de brasas que pasó a ser objeto decorativo. Poco después de semejante acontecimiento nació otra hermanita. Este recuerdo es más nítido, sobre todo la tos ferina que pasó cuando aún no tenía un año. Entonces no se vacunaba a los bebés y había que sufrir todas las enfermedades que, afortunadamente, hoy, en nuestro mundo han pasado a la historia. Me refiero a la poliomielitis, sarampión, varicela...y cómo no, la tos ferina. ¡Qué poco valoramos las vacunas!. Nos han librado de tantas enfermedades... Da pena pensar que haya países en el mundo donde todavía sea como un lujo y no lleguen a la población infantil.
    Era angustioso verla toser; cada vez que tenía que tomar el alimento, se ponía amoratada hasta que lograba romper y...hasta el próximo acceso. Mi madre no sabía qué hacer, recurriendo a todos los remedios que alguna vecina con buena voluntad le recomendaba, por más estrafalarios que pareciesen. Así, alguien le dijo que la niña se curaría pasando siete veces por el puente del Duero y, sin pensarlo dos veces acudió hasta el puente más próximo y con su hija en brazos, paseándola, arriba y abajo, hasta siete veces, a lo largo del puente. Naturalmente aquello no sirvió de nada.
    Aquel año tocó el Gordo de Navidad en el pueblo. Sólo había un aparato de radio en una casa y allí se concentró una buena parte de los vecinos para escuchar la retransmisión. Cuando salió el Gordo, algunos de los presentes llevaban participaciones y el alboroto que se armó, indescriptible. Un grupo harto escandaloso corrió para dar la noticia al que había repartido la lotería que, ajeno a todo, se encontraba trabajando en su oficio de herrero. Su mujer se percató de que iban a buscarlo y lo que pensó, dado que la guerra aún estaba reciente, es que lo buscaba la Policía, por lo que asustada envió recado a su marido para que se escondiese. El décimo había sido comprado en Madrid, en la Administración de Doña Manolita y fue llevado al pueblo por un amigo del comprador que se lo enviaba a sus padres.Estaba muy repartido y sirvió para tapar muchos "agujeros".
    A mis padres también les tocó un "pellizco". La vivienda que habían comprado era vieja y necesitaba algunos arreglos pero con lo de la lotería se animaron y, en lugar de arreglos, la construyeron nueva. No fue mucho lo que les correspondió porque sólo jugaban dos pesetas pero, en aquellos tiempos, quince mil pesetas era una bonita cantidad. Mientras duraron las obras nos tuvimos que repartir para dormir. Mi hermano y yo estuvimos en casa de la abuela. En este tiempo caí enferma con fiebres tifoideas; por eso recuerdo tan bien ese periodo de mi vida. Tuve que permanecer en cama un tiempo y después la convalecencia.
    A grandes rasgos estos son los recuerdos de mi niñez  que  han dejado más huella en mi vida, no son grandes acontecimientos que  me haya tocado vivir, sólo pequeñas cosas que han ido jalonando mi existencia.

sábado, 16 de junio de 2018

Excursión a Santo Domingo de Silos y Covarrubias

    Tuvimos que madrugar pero a las siete de la mañana ya estábamos todos en el autocar, dispuestos para emprender el viaje. El itinerario resultó muy ameno pues pasamos por toda la sierra de la Demanda, cubierta de pinos y carrascas, con unos pueblos encantadores como Hontoria del Pinar, Navaleno, San Leonardo... El paisaje, bucólico, con el verdor de esta primavera tan lluviosa. Era difícil imaginar que estuviésemos en la seca Castilla.
    Llegamos al valle de Tabladillo donde se encuentra el pueblo de Santo Domingo de Silos, célebre por su abadía benedictina. Recorrimos la villa apreciando su recia muralla y el caserío, construido en piedra de sillares, sillarejo y mampostería. Muchas de las casas lucen blasones en sus fachadas lo que nos hace pensar en la importancia que tuvo en otras épocas. Actualmente es el turismo lo que le da relevancia, encontrándose numerosos hoteles y restaurantes donde el viajero puede degustar la cocina tradicional y alojarse cómodamente. Todo al abrigo del monasterio.
    Ya en la abadía visitamos el tan celebrado claustro románico con un guía que, amablemente, nos fue explicando las maravillas y ciertos detalles que, sin su ayuda, posiblemente se nos hubieran pasado por alto.
    Es de forma cuadrangular con el pozo en el centro y en uno de sus ángulos el famoso ciprés, cantado por Gerardo Diego.  El claustro es casi todo lo que queda del antiguo cenobio ya que en el siglo XIX la iglesia fue derruida para construir el edificio neoclásico actual, obra de Ventura Rodríguez. El claustro es de dos plantas, siendo la superior más moderna. Está formado por arcos de medio punto, sostenidos por dobles columnas con capiteles historiados. El claustro bajo es obra de dos talleres que se distinguen muy bien por el tipo de columnas. En la parte más antigua las columnas tienen forma de tronco de cono y, en el resto, son cilíndricas. También la talla es de mayor calidad en la obra del primer taller. Los capiteles presentan escenas de las Sagradas Escrituras, animales mitológicos y decoración vegetal. Los ábacos y los arcos también están tallados, siendo distinta la decoración de los mismos. En los ángulos hay cuatro columnas, estando los laterales bellamente esculpidos con escenas de la Pasión, Resurrección y Apariciones de Jesús. Otro ángulo está destinado a la Anunciación y Coronación de la Virgen. La talla es de medio relieve.  La Sala Capitular ha desaparecido al construir encima una capilla donde se guardan los restos del Santo. Se conserva un tímpano bellamente decorado así como una puerta que daba acceso a la iglesia desde el claustro. En un ángulo hay una talla de la Virgen, sedente, con el Niño. Es gótica, en piedra policromada, habiéndose perdido la cabeza del Niño y una mano de la Madre que han sido sustituidas de forma que se aprecie que no son originales.
    Pasamos también a la Cilla, antigua despensa y bodega del monasterio, hoy convertida en Sala de Exposiciones. Pudimos ver, con curiosidad, la Botica con sus retortas, matraces, alambiques, morteros, botes, balanzas, en fin, todos lo necesario para preparar ungüentos, pócimas...con los que curar enfermedades en tiempos pretéritos. Es de gran valor la Biblioteca pero sólo puede ser visitada y consultada por investigadores.
    La iglesia tiene planta de cruz griega, con el crucero cubierto por una cúpula sin lucernario por lo que resulta oscura y fría. Tiene tres naves y es de una gran austeridad. Es de destacar en una capilla un número importante de grilletes de esclavos rescatados por la intercesión del Santo.
    Hagamos un poco de historia. Desde tiempo de los visigodos ya había monjes establecidos en el lugar pero en una de las razias de Almanzor quedó arrasado. Fue en tiempos de Fernando I cuando Domingo, abad de San Millán de la Cogolla, que tenía problemas con el rey pamplonés Don García, fue expulsado del reino, siendo acogido en Castilla. Con la ayuda de los reyes se reconstruyó la abadía, en estilo románico y, a la muerte de Domingo cambia el nombre del titular por el de Santo Domingo de Silos con el que ha llegado hasta nuestros días. Después de la Desamortización de Mendizábal, en 1835, los monjes tienen que abandonar el monasterio, siendo nuevamente habitado en 1880 por religiosos franceses dirigidos por Solesmes.
    Después de la visita asistimos a una misa concelebrada, pudiendo disfrutar,acto seguido, escuchando el canto gregoriano de Completas por los monjes benedictinos que guardan como un tesoro en todos sus actos litúrgicos. Tienen grabados varios discos que están a la venta.
    A la hora de la comida nos dirigimos a un hotel donde nos prepararon un menú casero que fue del agrado de los comensales, disfrutando de la convivencia y la amistad de todos, salpicada de pequeñas incidencias que siempre ocurren y que ponen la pimienta en todos los actos.
    Por la tarde debíamos visitar Covarrubias, la Cuna de Castilla, como se la conoce a esta villa burgalés. Seguimos el valle del Arlanza, en cuyas márgenes está situada. Callejeando llegamos hasta las murallas y el Torreoón de Fernán González. torre defensiva de cuatro cuerpos a los que hay que subir utilizando una escalera de mano que después se retira por lo que, añadido al grueso de sus muros, en la Edad Media era una posición inexpugnable. Tiene aspilleras y matacanes. Se llama también Torre de la Emparedada porque allí tuvo el Conde recluida a su hija por mantener relaciones amorosas con un pastor.
    Vimos también la iglesia parroquial de Santo Tomás que conserva una escalera plateresca y un órgano de una sonoridad extraordinaria. Bajo sus naves tiene interesantes retablos y una pila bautismal del siglo XII.
    La Colegiata de San Cosme y San Damián, del siglo XV, posee el órgano más antiguo de Castilla. Tiene tres naves góticas. En el claustro se pueden ver sarcófagos muy interesantes que contienen los restos de  personajes ilustres castellanos.
    La puerta del Adelantamiento de Castilla se construyó por orden de Felipe II. Tiene un arco-puerta en el centro y cuatro contrafuertes en los lados más largos del edificio. En la parte superior, en el centro, está situado el escudo del rey con el collar del Toisón de Oro. Hoy es una biblioteca y el Centro de Información y Turismo.
    Paseando por sus calles admiramos su arquitectura tradicional con casas blasonadas como la que perteneció al Obispo Peña que ejerció su ministerio en tierras del Nuevo Mundo, o la de de Doña Sancha. Vimos también cruceros y el Rollo Jurisdicional, donde se ajusticiaba a los reos y que nos indica que la villa tenía potestad para ejercer la Justicia.
    El Palacio de Fernán González acoge hoy al Ayuntamiento. De su edificio antiguo sólo queda un arco románico.
    En un jardín, cerca de la Colegiata, hay una escultura en bronce de la princesa Cristina de Noruega. Esta princesa vino a Castilla para casarse con Alfonso X, el Sabio, ya casado con Doña Violante de Aragón pero, al no tener descendencia, decidió repudiarla y contraer nuevas nupcias. Pero al llegar la Princesa se encontró con que la reina estaba embarazada. Como no podían romper los tratados con el rey Haakon le dieron a elegir entre los dos infantes hermanos del rey. Eligió a Don Felipe con quien casó pero a los cuatro años murió en Sevilla, de melancolía. Fue llevada a Covarrubias reposando en un mágnifico sepulcro, en el claustro de la Colegiata.
     Covarrubias ha dado a la Historia personajes ilustres en muchos  campos del saber, delas artes, de las armas y numerosos prelados a la iglesia.
      Además de su historia, la Villa ha sabido conservar su arquitectura tradicional, su riqueza patrimonial, contándose como uno de los pueblos más bonitos de España. Su visita no decepcionará a nadie por su encanto.
     Se hizo la hora del regreso, todo toca a su fin. Por el Valle del Arlanza volvimos a Zaragoza. Aún pudimos ver las ruinas del monasterio de San Pedro de Arlanza que tanta importancia tuvo en la historia de Castilla, del que solo quedan algunos muros medio derruidos.
     
   

viernes, 1 de junio de 2018

Clausura del curso 2017-2018

    Un año más, la Asociación de Alumnos de la Universidad de la Experiencia (AMUEZ) organizó el acto de clausura del curso. Con el lema "Aún aprendo" y un autorretrato de Goya en su logotipo, la Asociación se preocupa de que todo salga bien por lo que los alumnos le debemos nuestro agradecimiento a las personas que, de forma altruista, colaboran en ella.
    El Aula Magna "Ramón y Cajal", de la Facultad de Medicina, nos acogió en este acto que cada año resulta más entrañable porque vamos conociendo a más gente y es el último del curso que, según muchas opiniones, se nos pasó en un suspiro, casi sin enterarnos. Es verdad eso que dicen que con la edad el tiempo parece que vuela. Ahora a esperar que llegue septiembre y nos podamos reunir todos en el Paraninfo para empezar un nuevo curso con la misma ilusión, la misma curiosidad y las mismas ganas de aprender que tanto admiran los profesores que nos imparten las clases.
    Presidieron el acto las autoridades académicas, con nuestro Director, que se despidió del cargo y el Presidente de AMUEZ.
    La lección magistral estuvo a cargo del profesor Sarasa y versó sobre la figura de Alfonso I El Batallador, por celebrarse este año el Noveno Centenario de la conquista de Zaragoza, en manos de los reyes de taifas almorávides, por las tropas cristianas, al mando del rey aragonés. Este rey no sólo conquistó Zaragoza sino todo el valle medio del Ebro, con las plazas de Tudela, Tarazona y, después en 1120, Calatayud y Daroca.
    Alfonso I fue uno de los reyes más importantes de la Corona de Aragón. Hijo de Sancho Ramírez  sube al trono a la muerte de su hermano Pedro I. Casa con Doña Urraca de Castilla, que era viuda y con un hijo, Alfonso VII. Esta unión no dio los resultados que se esperaban, los caracteres eran muy opuestos, terminando por deshacerse y cada uno se quedó en sus respectivos reinos. Alfonso resulta gravemente herido luchando contra la morisma cerca de Fraga. Como consecuencia de las heridas muere sin dejar descendencia y con un testamento muy polémico. El rey dejaba sus territorios a las Órdenes Militares: Templarios, Hospitalarios y Caballeros del Santo Sepulcro. La nobleza aragonesa no aceptó estas disposiciones y buscó otra solución llamando a Ramiro, hermano menor del rey  que era monje en un monasterio del sur de Francia. Había que buscar también una esposa fértil para el nuevo rey, que pudiera darle descendencia. Esta fue Doña Inés de Poitou que era viuda y tenía ya hijos de un anterior matrimonio. De su unión nació una niña, Doña Petronila que, según las leyes de Aragón no podía reinar pero sí transmitir la potestad a sus hijos. Enseguida se le buscó un marido y, cuando sólo contaba un año de edad, se firmaron los esponsales en Barbastro, con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. Al cumplir Petronila los 14 años, se hizo efectivo el matrimonio y de esta unión nacería Alfonso II que heredó la Corona de Aragón y el Condado de Barcelona.
    Todos estos sucesos están narrados en multitud de documentos y en las crónicas. Estas crónicas no siempre son objetivas y difieren mucho si nos atenemos a las de Castilla o a las de Aragón. Sin embargo los historiadores tienen que saber leer entre líneas para saber qué es lo que ha querido decir el cronista y qué ha querido ocultar y así averiguar la verdad. Las crónicas de San Juan de la Peña, Guillermo Zurita y otros muchos documentos de la época nos dan información sobre los hechos.
    El Batallador es una de las figuras más destacadas de la Corona de Aragón, junto con Jaime I, PedroIV y, desde luego, Fernando II.
    El orador recibió la ovación de los asistentes.
    A continuación se procedió al reparto de los premios de los concursos de fotografía y relatos que convoca la Asociación y que, como en ediciones anteriores, hubo muchos participantes.
    Dos compañeros, integrantes del grupo de Teatro nos ofrecieron su actuación que con su humor y buen hacer nos deleitaron a todos. Todo amenizado por la música de violín que interpretó otro de nuestros compañeros y que, aunque tuvo la desdicha de la rotura de una de las cuerdas del instrumento, recibió una gran ovación en premio a su buena voluntad.
    La clausura terminó con un "Vino aragonés" en la cafetería de la Facultad de Ciencias, acto que sirvió para afianzar la amistad y camaradería entre todos los alumnos, deseándonos un feliz verano y un  1HASTA SEPTIEMBRE!