Debido a las temperaturas anormalmente altas que vamos teniendo, la primavera se adelantó.
Hace tiempo que los almendros tiraron la flor. Ya se está formando el fruto. Cada día que paso por el parque se nota que la naturaleza se renueva. Cada día son más los árboles que ya visten sus nuevas galas o están los nuevos brotes a punto de soltar las hojas nuevas.
Los macizos de narcisos que, todos los años causan la admiración de los visitantes que quieren llevarse en las numerosas fotos, pues este año, en estas fechas, están ya marchitos y son los tulipanes y los crocus los que dan paso a una nueva floración. Todos los días hay cerca de ellos numerosas personas que, con los móviles intentan llevarse la imagen de los macizos.
Es una delicia salir a pasear en plena naturaleza. El tiempo invita. Todas las plantas silvestres están en plena floración. Las riberas de los cursos de agua, así como los bordes de los caminos, están esmaltados de flores blancas, azules, malva, amarillas, en fin como una paleta de pintor.
También los patos y otras aves atareadas preparando sus nidos para acoger a su nueva pollada.
En los chopos, que presentan una especie de gusanitos, que seguramente es la flor, las urracas se afanan preparando los nidos que servirán de casa a la nueva generación. Colaboran ambos en la construcción y acarreo de materiales. Me gusta contemplar a las palomas que, muy de mañana se columpian en las ramitas más altas y más endebles. No sé cómo pueden sostenerse en ellas. A veces cuando se posa otra ave, las ramitas no pueden aguantar tanto peso y una de ellas tiene que emigrar hacia otro lugar.
Pero no olvidemos a las plantas más pequeñas porque la belleza, a veces, está en las cosa más diminutas. Así vemos el verde césped salpicado de las minúsculas margaritas, como tapices vegetales que alegran con su colorido los ojos y el corazón de los viandantes.
