sábado, 26 de noviembre de 2011

El tiempo de las mujeres

Es una novela de Ignacio Martínez de Pisón.

Este autor nace en Zaragoza, en 1960. Escritor y guionista, Licenciado en Filología Hispánica, por la Universidad de Zaragoza y en Filología Italiana, por la Universidad de Barcelona.
Además de cultivar el relato y la novela, ha escrito guiones cinematográficos y varias de sus obras de narrativa han sido adaptadas al cine. También ha hecho adaptaciones de sus obras para el teatro (El filo de unos ojos). Una de sus novelas más populares, Enterrar a los muertos, recrea un hecho real, acaecido en la Guerra Civil, narra las pesquisas del escritor estadounidense John Dos Pasos, tras la muerte, a cargo de la Inteligencia soviética, de su amigo y traductor José Robles Pazos. Otra de las novelas, Carreteras secundarias, ha sido adaptada al cine, en España, por Emilio Martínez Lázaro.
Martínez de Pisón firmó el guión de la película Las trece rosas, también dirigida por Martínez Lázaro. Está ambientada en el período inmediatamente posterior a la Guerra Civil, narrando el proceso judicial y posterior ejecución de un grupo de chicas, acusadas de pertenecer a las Juventudes Socialistas Unificadas (fundado por Carrillo), y de haber repartido propaganda subversiva al Régimen de Franco. Fue nominado a los Premios Goya, por este trabajo.

El tiempo de las mujeres, está publicada por Editorial Anagrama, en Barcelona, en 2003.
Los personajes principales son:
-María, es madura, responsable, lista, crítica, solitaria, valiente.
-Carlota, es irresponsable, observadora, con rasgos de fanatismo religioso, maternal, influenciable.
_Paloma, es mala estudiante, liberal, provocativa, sexualmente precoz, devoradora de hombres, insegura, solitaria, aficionada a la lectura, solidaria, siempre pensando en huir.
Personajes secundarios:
-La madre, es insegura, inmadura, irresponsable, poco preparada para la vida, le viene grande el papel de llevar una casa sin el marido. Su evasión es la bebida.
-Julio, el padre muerto. Su ausencia está siempre presente en la obra.
-El abuelo, tipo un poco cómico, que "chochea". Almacena objetos inútiles porque "son gratis y sin compromiso". Poco responsable.
-Delfín, socio del padre. Solitario, responsable, seguro. Amante de María.
-Fernando, inmaduro, irresponsable, fascista, violento. Se casa con Carlota.
-César, solitario, inestable, sufre carencias afectivas que le llevarán a cometer delitos y a la droga. Es celoso. Se enamora de Paloma.
-Ramón, padre de César. Maduro, seguro, pero a la vez solitario y necesitado de comprensión. Es el amante de Paloma.
-Antonia, profesora de Literatura y la única amiga de Paloma. Es lesbiana.

El tiempo de las mujeres, es una novela compleja y ambiciosa. Relata la historia de tres hermanas, sobre el telón de fondo de la Transición española. De esta forma la muerte del padre, adquiere un valor simbólico, ya que deben, de repente, acceder a la madurez. La joven María se siente forzada a ocupar el vacío que ha dejado el padre, pues la madre es incapaz, inmadura, su hermana Carlota atolondrada y mística y la pequeña, Paloma, sólo parece pensar en los hombres y en fugarse de casa.
La novela resulta del derrumbe de las ilusiones de las tres hermanas, y la casa, "Villa Casilda", simboliza una infancia feliz y unida, de la que la muerte del padre las arranca, independizando el destino de cada una de ellas.
Se trata de una novela de formación o aprendizaje, en la que vemos el desarrollo físico, moral, psicológico y social de cada uno de los personajes, en el paso de la adolescencia a la madurez.

Utiliza tres narradoras, en 1ª persona: María, Carlota y Paloma. Esta última, a veces, en forma de diario. Alternativamente,las tres hermanas nos van introduciendo en el devenir de la novela. Cada una nos cuenta sus cosas y las de sus hermanas, a su modo. Paloma es la más sincera y comprometida, sobre todo cuando utiliza la forma de diario, es más subjetiva, nos abre más su corazón. En los relatos de cada una vamos viendo su evolución hacia la madurez.
En el caso de María es la muerte del padre lo que le hace tomar conciencia de que es a ella a quien corresponde madurar primero y, es en el momento de enterarse de la noticia cuando pasa, obligada por las circunstancias, a desempeñar el papel del ausente.
Carlota, al romper definitivamente su matrimonio, se da cuenta de que es otra persona más libre y más adulta.
En Paloma, es la muerte de César, de la que se siente responsable, lo que le hace mirar en su interior y dar un nuevo giro a su vida.
La trama tiene pinceladas de humor, pero, en el fondo, siempre está la soledad y, al final, el drama.
El autor penetra en la psicología femenina. Los personajes hablan del pasado, pero en tiempo presente, saltando continuamente de un tiempo a otro tiempo, con otro hecho. Los diálogos están incluidos dentro de los párrafos (dije, dijo) y así nos vamos enterando de quién es el personaje que habla.
Es una novela naturalista. La exposición es un poco cruda. Hay mucho sexo, pero sin amor; ninguno de los personajes busca amor en las relaciones, casi siempre con hombres mayores, casados o que pueden ser su padre.
La lectura no es difícil, aunque abundan los párrafos muy largos, sin diálogo que la agilice.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El Museo Diocesano de Zaragoza



Según la tradición, el 2 de enero del año 40 de nuestra Era, estando el apóstol Santiago con sus discípulos orando a las orillas del Ebro, recibió la visita de la Virgen, en carne mortal, alentándole en su misión evangelizadora. Esta fue la primera semilla del cristianismo en estas tierras.

Las primeras noticias históricas de que disponemos datan del siglo III, cuando se nombra a Félix de Zaragoza. En el siglo IV, sufre las persecuciones en las que es desterrado el obispo Valero, patrón de la ciudad y mueren, entre otros, Santa Engracia, princesa lusitana, que viajaba hacia Francia, con su séquito, -los Innumerables Mártires de Zaragoza-.

En la España visigoda tenemos que destacar a San Braulio y el Obispo Tajón.

En el año 1118, Alfonso I, El Batallador, reconquista a los árabes la ciudad y le otorga al obispo un torreón de la muralla, para que instale allí su residencia. En 1318, adquiere la categoría de archidiócesis. Durante mucho tiempo presiden esta sede miembros de la Corona de Aragón. El más importante es Hernando de Aragón, nieto de Fernando El Católico. En el siglo XIX, se vio afectada por la guerra de la Independencia y, después, por las guerras carlistas. Ya en el siglo XX, hay que destacar al Cardenal Soldevila, asesinado.

Esta es una sucinta historia de la diócesis de Zaragoza.


En cuanto al Museo Diocesano, fue abierto al público en marzo de este año. Consta de 15 salas, distribuídas en tres plantas. El arte en la religión cristiana, a través de todos los testimonios, que nos han sido legados, a través de los tiempos y que constituyen el rico patrimonio cultural de una civilización. Estos bienes son la base de este museo, obras que se han ido recogiendo y, salvaguardando del olvido y la destrucción. Por ello no son meras exposiciones de arte sino que tienen un sentido didáctico y pastoral.


Es el propio Palacio Episcopal, el encargado de albergar este museo y salvaguardar estos tesoros.

Sus plantas constituyen en sí restos de culturas anteriores, que han ido apareciendo en sucesivas obras de remodelación, permaneciendo escondidas durante siglos, bajo distintas capas de materiales de construcción.

En 1118, al volver Zaragoza a manos de los cristianos, el rey otorgó al obispo, para su residencia, un torreón de la muralla, junto a la mezquita, hoy catedral de El Salvador.

La planta baja es románica, después se van ampliando estancias, construídas en estilo mudéjar. en 1372, un incendio destruyó buena parte y tuvo que ser remodelado. Se ha recuperado la parte gótica, con una hermosa capilla, con bóveda de crucería y una puerta en la que se conservan restos de policromía en la piedra. En otros espacios se conservan también restos del pavimento.


Las visitas son guiadas y explican todo el recorrido. Siguiendo un orden cronológico, se empieza por lo más antiguo. Hay unas maquetas en las que se pueden ver la época romana, en la Edad Media, el Renacimiento y el estado actual. Se pueden ver restos de la cloaca romana y, a la entrada un pozo del que se abastecía de agua.

Hay columnas románicas cuyos capiteles, capiteles, se pueden muy bien admirar ya que han sido colocados a la altura de los ojos. Hay tallas románicas, procedentes de iglesias de la diócesis, ya inexistentes. Podemos contemplar, también, magníficas esculturas góticas y pinturas de la misama época. El Renacimiento, el Barroco, todas las tendencias artísticas están representadas en el museo. En su recorrido, también podemos admirar los artesonados, que conservan la policromía original. En las salas renacentistas están colocados los retratos de los distintos obispos que han gobernado la sede, terminando por el actual.

Hay colecciones de ricos ornamentos sagrados, así como de custodias y relicarios; en los primeros, representando la procesión del Corpus, precedida de las cruces parroquiales.

En la visita, se intercalan audiovisuales, sobre todo, referentes a la Venida de la Virgen, que completan el recorrido.


Domingo Buesa es el Director Científico del Museo. Las obras han corrido a cargo de los estudios de los arquitectos Borovio y Sónsoles.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Las filipinianas

Es una novela de Inma Chacón. La autora nace en Zafra (Badajoz), en 1954 y es hermana gemela de Dulce Chacón, ya fallecida. Estudia Ciencias de la Información en la Universidad Complutense y ha sido profesora de la universidad Europea. En la actualidad imparte clases en la Universidad Juan Carlos I, de Madrid. Ha fundado y dirigido Binaria, revista de Cultura y Tecnología. Colabora en periódicos y revistas. Su último libro publicado es Tiempo de arena, con el que ha sido finalista al Premio Planeta, en 2011. Empezó a escribir a instancias de su hermana que, antes de morir, le encargó que escribiera La princesa india.

Las filipinianas que, como dice la autora se refiere a "las cosas de Filipinas", es una novela enmarcada en una época histórica que comprende desde el destronamiento de Isabel II, en 1868, hasta la pérdida de las últimas colonias españolas: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en 1898.

Los personajes principales son: Mariana, Esclaramunda-Munda, Inés-Alejandra y Francisca. Son las cuatro filipinianas.
Otros personajes importantes son:
-Francisco de Asís, Marqués de Sotoñal, padre de las tres filipinianas y abuelo de la cuarta.
-La Pícara Lola, cupletista y amante del Marqués.
-Lucía Castellano Soler -la Indiana-. Es la esposa del Marqués.
-Inés, viuda que conocen en Alejandría, masona, que también mantiene relaciones con el Marqués.
-Manuel, médico que conocen en el barco, rumbo a Manila, pieza importante en la masonería de las islas y en la sublevación.
Hay otros muchos personajes secundarios que completan el perfil social de la época.
Mariana es conservadora, celosa del cariño de sus padres, segura de sí misma, vengativa y manipuladora.
Munda es soñadora, idealista, liberal, independiente, intelectual, rencorosa, a veces, y fiel a sus sentimientos.
Alejandra es cariñosa, apegada a su hermana y protectora de su sobrina, observadora, entrañable, leal y madura para su edad.

El tema principal es la historia de una familia aristócrata española que, por diversas circunstancias, va cambiando de residencia.
Se puede dividir en partes, según las distintas ciudades, en las que va recalando esta familia, marcada por el viaje: Toledo, Palma de Mallorca, Alejandría y Manila.

La acción comienza en un teatro de París, en el que triunfa la Pícara Lola, cupletista famosa, toledana como Don Francisco de Asís, de la que se enamora el joven marqués. Se hacen amantes y, ella le seguirá en sus viajes, excepto a Manila.

Se casa el Marqués con Lucía, con la que tiene tres hijas: Mariana, Munda y Alejandra.

Por los negocios y trabajo de Don Francisco, van viviendo en distintas ciudades hasta terminar en Manila, donde el padre ve cumplido el sueño de ser organista en la Catedral.


La masonería juega un papel importante en la vida de esta familia, sobre todo en la de Munda, que desde pequeña quiere ser masona, como su padre, y es aleccionada en Alejandría por Ines. Conoce a un médico filipino del que se enamora y que la implica en el movimiento subversivo de la colonia, frente a la metrópoli.

Enferma gravemente el padre y el clima político es muy tenso, por lo que deciden volver a Toledo, pero su estancia en las islas va a marcar la vida de estas mujeres. El padre morirá durante la travesía.


Es una novela con personajes ficticios, pero situada la acción en un momento histórico concreto, que podemos ir siguiendo a través de los acontecimientos que van marcando la época: muerte del General Prim, Advenimiento de Don Amadeo de Saboya, La 1ª República y la Guerra de Cuba y Filipinas.


La obra ha sido publicada en 2007 y nos narra la vida de unas mujeres en una época concreta, las desigualdades sociales, la injusticia, la infravaloración de la mujer para ocupar en la sociedad un puesto equiparable al hombre. Y, como telón de fondo, la masonería que, a pesar de sus principios apolíticos y filantrópicos, toma parte activa y de forma violenta en el movimiento independentista de las colonias, por medio de acciones terroristas.


El lenguaje utilizado es sencillo, pero abundan palabras de objetos,animales, flores, propios de las islas, así como también términos que se refieren a la masonería.

La lectura es fácil y entretenida. Reproduce una forma de vida que, por fortuna, ha quedado atrás, pero que nos transporta a otra época y a otras latitudes.

Va perdiendo ritmo, conforme avanza la novela, y el interés decae, al final. Queda un poco en suspenso, como augurando una segunda parte.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Mi primera escuela

Después de leer "Querida maestra", obra autobiográfica de Julia Resina, en la que cuenta sus experiencias en el mundo de la docencia, primero como alumna y después como maestra hasta su jubilación en una localidad de la Comunidad de Madrid, me viene el recuerdo de la primera escuela a la que asistí, allí, en donde aprendí las primeras letras y muchas cosas más.

Y ésto porque la infancia, adolescencia y juventud de Julia tienen mucho en común con mi vida. Julia Resina vio la luz en un pueblecito, en la provincia de Ávila; aunque más grande que el mío, las condiciones de vida en aquellos tiempos de posguerra eran muy semejantes.

Entonces empezábamos a asistir a la Escuela al cumplir los seis años, aunque el curso estuviese ya avanzado. Recuerdo que teníamos que llevar algún papel del Ayuntamiento -algún certificado de haber cumplido la edad reglamentaria, supongo- que debíamos entregar al Maestro. Yo lo dejé en el alféizar de la ventana y se me olvidó entregarlo, hasta que alguien lo vió.

Era una escuela unitaria y mixta. Allí nos congregábamos todos los niños y niñas del pueblo, en edad escolar, una clase muy numerosa y variada en cuanto a edades. Los mayores se sentaban en unos bancos corridos y trabajaban sobre unas mesas, también corridas, con unos agujeros redondos para los tinteros. ¡Ah! La tinta se fabricaba allí, con unos polvos que se disolvían en una botella de agua. De allí se repartía a los tinteros.

Pero, como éramos muchos, y no había mesas para todos, los pequeños teníamos que sentarnos en un banco, bajito, que no era más que un madero sin desbastar, muy juntitos todos. Como material escolar sólo llevábamos una pizarra y un pizarrín, con un trapo para borrar, aunque las más de las veces usábamos la manga. En esa pizarra aprendimos a leer y escribir y los números, con muestras que nos ponía el maestro.

El maestro era la autoridad absoluta y, le teníamos tal respeto, que sentíamos temor de preguntar cualquier duda,incluso de pedir permiso para salir a "hacer aguas", tanto es así que era raro el día en que, cuando salíamos de clase, no apareciera allí, debajo del banco, algún "charquito" acusatorio. ¡Nos daba tanto apuro dirigirnos al maestro...! Por mi parte no se me olvida que lloraba, al ver que todos sabían más que yo. Había sido la última en llegar. Aunque tenía dos hermanos mayores en la escuela, me sentía insignificante.

Se pasaron aquellos primeros tiempos, fuimos cambiando de maestros, unos eran más autoritarios, otros, no tanto, pero de todos guardo un buen recuerdo y mi sincero reconocimiento.

No se me ha olvidado tampoco el material de que disponía la escuela: unas láminas con las que aprendíamos la Historia Sagrada; mapas físicos y políticos de España y Europa, mapa mundi..., en ellos aprendíamos la geografía; libros de lectura, entre ellos El Quijote, en castellano antiguo, que en otro momento tuve la ocasión de poder leer completo. Cómo olvidarme de Lecciones de cosas, Invenciones e inventores, algunos libros de poesía, otros con letra manuscrita, de distintos tipos -difíciles de leer- que reproducían cartas, documentos comerciales,etc. De tarde en tarde -cuando lo permitía el presupuesto- el Ministerio enviaba algún lote de libros. Allí, con aquella exigua biblioteca, empezó mi afición por la lectura y el saber. Entonces, en las casas ver libros era algo sumamente raro, había otras necesidades más perentorias y tampoco se valoraba debidamente la cultura.

Cuando aprendíamos a leer y escribir, de corrido, pasábamos a estudiar en enciclopedias. Había tres grados: Preparatorio, Elemental y Superior. Eran de Ezequiel Solana, ascendiente directo de los actuales Solana, políticos. Después aparecieron las Enciclopedias Álvarez, pero yo no las usé. Por descontado que iban pasando por todos los hermanos.
Para entonces ya llevábamos un cabás, de madera, donde guardábamos la enciclopedia, el cuaderno, la pizarra -que aún utilizábamos, para escribir "en sucio"- .También llevábamos un plumier con pizarrín, lápiz, de grafito, lápices de colores - las pinturas Alpino-, un sacapuntas y una goma de borrar. Los lápices los aprovechábamos hasta que no se podían sujetar con los dedos, de lo gastados que estaban.

En el invierno pasábamos mucho frío, porque no había calefacción y, para calentarnos un poco los pies, llevábamos una lata de conservas, con un alambre como asa, en la que poníamos unas brasas y así nos hacíamos un minibrasero individual. Bastante después, el Ayuntamiento compró una estufa de serrín, que los chicos mayores se encargaban de cargar y encender, cada mañana.
La limpieza estaba a cargo de las niñas mayores; los sábados, después de clase, se barría y se limpiaba el polvo de las mesas.
Durante los recreos salíamos a la calle a jugar a los distintos juegos - un poco según la época del año- , a la comba, el escondite, las cuatro esquinas... En el invierno, cuando no se podía estar en la calle, lo hacíamos en el "salón, pero esto tenía un inconveniente y es que quedaba encima de las cuadras de una casa y, con el alboroto se encabritaban los animales y subía el dueño con malos humos.

En aquellos tiempos no había "deberes" escolares y, cuando salíamos de la escuela nos íbamos a jugar a la plaza, a la carretera o a cualquier otro sitio. Esto no siempre porque en las casas de los labradores siempre hay cosas por hacer y así, como solían tener conejos, había que ir al campo a buscar hierba para alimentarlos y, lo mismo, había que traer cardos para los cerdos. Pero siempre encontrábamos tiempo para el juego al aire libre. Nadie tenía juguetes pero tampoco los necesitábamos, nos bastaba la imaginación y unos recortes de tela, unas vedijas de lana, una caja de cartón, para fabricar una muñeca, sus vestidos, su cuna...

Así, con estos escasos medios, empezamos a formarnos. Allí estuve hasta comenzar el Bachillerato y los estudios siguientes en la Escuela del Magisterio, aunque mi vida no haya seguido por esos derroteros. Pero siempre guardaré, muy dentro de mí, un recuerdo imborrable y el agradecimiento para aquella escuela heróica que guió mis primeros pasos.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Réquiem por un campesino español

Ramón J. Sender, nace en Chalamera de Cinca (Huesca) en 1901 y muere en San Diego (Estados Unidos) en 1982.
De familia acomodada, vivió en diversas poblaciones de Aragón durante su infancia, debido al trabajo de su padre, que era secretario de Ayuntamiento. Nunca se llevó bien con su progenitor, por la rigidez y autoritarismo de éste. A los 17 años se trasladó a Madrid, sin dinero, durmiendo al raso en un banco del Retiro. Allí comenzó su carrera literaria, escribiendo cuentos y colaborando en diversos periódicos. Empezó a estudiar Filosofía y Letras, pero tuvo que abandonar estos estudios por no poder compatibilizarlos con su trabajo. Vuelve a Huesca, obligado por su padre. Tiene que alistarse en la Guerra de Marruecos. Esta experiencia le servirá para escribir Imán, novela que tiene gran éxito.

Milita políticamente en el anarquismo, lo que le llevará a la cárcel, durante la Dictadura de Primo de Rivera. La Guerra Civil le sorprendió en Los Ángeles de San Rafael ( Segovia), pero, de forma arriesgada, consiguió cruzar las líneas y unirse al bando republicano. Después de un tiempo, fue enviado a Estados Unidos y después a París, como propagandista. Al terminar la contienda se exilió en Méjico, pasando después a Estados Unidos, ejerciendo como profesor de Literatura, en la Universidad de San Diego.

Su producción literaria es muy extensa, siendo uno de los mejores novelistas del exilio.
Hay que destacar su obra "Crónica del alba", que tiene mucho de autobiografía. Pepe Garcés, son el segundo nombre y apellido del escritor. Ha sido llevada a la pequeña pantalla.

Réquiem por un campesino español, fue publicada en Méjico, en 1953, con el título de Mosén Millán, cambíandolo por el actual en 1960. Fue publicada en Méjico por los problemas de la censura en España.
Los personajes de la novela son:
-Paco, el del Molino y Mosén Millán, los verdaderos protagonistas.
-Don Valeriano, terrateniente y administrador del Duque. Es de derechas.
-Don Gumersindo, otro ricacho del pueblo. También de derechas.
-Don Cástulo, también de clase acomodada. Políticamente, nada entre dos aguas, al sol que más calienta.
-La Jerónima, partera y saludadora, anda siempre con chismes y procacidades.
-El zapatero, librepensador, amigo de Paco está siempre en contra de quien gobierna.
-Los padres de Paco y Águeda, su mujer.

La acción se desarrolla en un pueblo de Aragón, en la raya de Lérida, donde la gente mezcla el castellano con el catalán en su habla.
La vida de Paco, hombre honrado, idealista y coherente, va pasando, a través de los recuerdos de Mosén Millán, un año después de su muerte, mientras, vestido para la liturgia, espera en la sacristía a los vecinos del pueblo, que no han de acudir. Sólo los tres ricachos, enemigos de Paco, que intentan abonar el estipendio, cada uno por su propia cuenta.
Esta vida es una síntesis de toda la guerra civil, donde las gentes del pueblo, que se consideraban revolucionarias, sólo defendían sus derechos frente al feudalismo, ya caduco, de los intereses del Duque, dueño de los montes donde pastaba el ganado y que no había ido nunca por el pueblo.
Es un relato sobrio y sencillo, pero profundo. Nos muestra las dos ideologías enfrentadas en la contienda.
Paco, el protagonista es un antihéroe, idealista y comprometido, a quien el párroco ha bautizado, ha casado y, al final tiene que darle los últimos sacramentos y presenciar su ejecución, de la que él, de alguna manera, es responsable. Esta responsabilidad por haberlo delatado, le supone una terrible carga moral, que sale a flote en esa espera, en la que va recordando todos los pormenores de la vida de Paco.

Mosén Millán simboliza la postura de la Iglesia Católica, en la guerra y preguerra y es una dura crítica al papel que jugó, de parte del bando nacional. Mosén Millán predica la resignación frente al problema de la pobreza y la injusticia, sin comprometerse, ni colocarse al lado de los que las sufren. Pide incluso a Paco que se resigne y acepte su muerte, a sabiendas de que es inocente.
Hay otro símbolo, la libertad, personificada por el potro de Paco que, después de su muerte, campa suelto por todo el pueblo, incluso se introduce en la iglesia, mientras esperan que acudan los vecinos, amigos del difunto, que nunca llegan.
El episodio de las cuevas, cuando Paquito, monaguillo, acompaña al cura a llevar la Extremaunción a un moribundo, en medio de la miseria, sin agua, ni luz, ni fuego, parece ser un recuerdo autobiográfico que le marcó al autor.
Es una pequeña obra en cuanto a extensión, pero grande por su contenido. Nos muestra las injusticias, la traición y el remordimiento por la deslealtad hacia el amigo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Animación a la lectura

Dentro de las distintas opciones culturales que ofrece la Universidad Popular está la clase de Animación a la lectura. Formamos un grupo de personas aficionadas al arte de leer.

La lectura no sólo nos proporciona información, sino que nos forma, creando hábitos de reflexión y concentración y además nos distrae, nos entretiene, nos hace gozar.
En estos tiempos que corren es muy importante el hábito de la lectura, para estar al día de los acontecimientos que transcurren de manera acelerada. No podemos quedarnos estancados. La lectura es una actividad que podemos practicar a lo largo de la vida, para seguir aprendiendo día a día y tener conocimientos actualizados, nos hace más eficientes y sociables.
Se nota las personas que tienen hábito de leer por su expresión oral y escrita, la fluidez del lenguaje y la amplitud de vocabulario. Me produce una gran tristeza cuando oigo en la calle o en cualquier medio de comunicación expresarse, sobre todo, a jóvenes cuyo léxico se reduce a una docena de palabras, incluyendo muletillas que repiten continuamente, vengan o no vengan a cuento.
Podemos leer libros de cualquier materia y adquirir conocimientos diversos, aunque no estén relacionados con nuestra vida o profesión. Siempre oí decir que "el saber no ocupa lugar"; en algún momento de nuestra vida, tal vez, nos sean útiles.
La lectura nos enriquece en nuestros contactos sociales; facilita y enriquece el desarrollo de una conversación. Resulta más ameno tratar con una persona con la cual podamos hablar de cualquier tema, si tenemos un conocimiento previo de la materia.
Nos facilita la capacidad de pensar y razonar, así como exponer nuestros pensamientos o nuestros puntos de vista en cualquier situación de la vida. Somos más capaces de comprender otras mentalidades y otras opiniones.
Al leer adquirimos conocimientos sobre diversos aspectos de la cultura humana y ampliamos los horizontes, al ponernos en contacto con otras gentes, otras culturas, otros países, que pueden estar lejanos en el espacio o en el tiempo.
La lectura nos hace más libres, alejándonos de los prejuicios. Esta afición la podemos practicar en cualquier tiempo y lugar y nos libra de los males que acucian a la sociedad en que vivimos: la soledad y la depresión.
Con un libro en la mano, no nos sentimos solos; al menos estamos en contacto con el autor de la obra. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con él, reflexionando y estableciendo un cierto diálogo. Hay veces que el lector ve cosas que al autor ni se le habían ocurrido, o sacar distintas conclusiones, cada cual según sus vivencias o sus creencias.

En clase se nos entrega un libro para la lectura personal. Tratamos de conocer un poco la biografía del autor, el contexto social o histórico para poder comprender mejor la obra. Después se pone en común y lo vamos desentrañando para sacar el mayor provecho de la actividad. Cada cual expresa su opinión y todos podemos enriquecernos con las diversas lecturas.