jueves, 29 de diciembre de 2011

Los Madrazo



Federico Madrazo Kuntz. Luisa, Rosa y Raimundo, hijos del pintor, 1845. Óleo sobre lienzo.





Los Madrazo son una familia de pintores, tres generaciones, que cubren, casi todo el siglo XIX, y parte del XX. Pintores españoles pero con amplia formación en el extranjero, Roma, París...


José Madrazo Agudo, nace en Santander, en 1781 y muere en Madrid, en 1859. Viaja a Roma, becado, y allí pasa buena parte de su vida. Conoce a Carlos IV y la reina María Luisa, exiliados. Se convierte en el pintor de Cámara. Es encarcelado por los franceses, en el castillo de Sant´Angelo, por negarse a aceptar, como rey de España, a José I. En Roma se casa con Isabel Kuntz, con la que tiene una numerosa prole.

Vuelve a España, con la colección de pintura de la familia real. Es Director del Museo del Prado y profesor de la Academia de San Fernando.

Los temas de su pintura son, principalmente retratos (de Carlos IV, Fernando VII, Isabel II), temas históricos de exaltación patriótica, y religiosos. Su estilo es realista, corriente neoclásica, con extrema teatralidad. Le gustan los detalles. Cultiva, también, la miniatura.


Federico de Madrazo Kuntz, nace en Roma, en 1815 y muere, en Madrid, en 1894. Hijo de José Madrazo, sigue la tradición de su padre, de quien es alumno. Estudia en París y adquiere un estilo romántico, a la manera francesa. Es también profesor y Director de la Academia de San Fernando y Director del Museo del Prado. Pintor de la Corte, de la nobleza y del mundo de la cultura de la época. También cultiva la pintura de temas históricos y religiosos.

En un principio, cultiva la miniatura, los detalles, después su pintura se hace más espontánea. La pincelada es prieta y muy brillante.


Pedro de Madrazo Kuntz, hermano del anterior, fue Director del Museo del Prado y crítico de arte.


Luis de Madrazo y Kuntz, nace en Madrid, en 1825, y muere, también en Madrid, en 1897. Es el más joven de los hijos de José. Viaja también a París y Roma, donde perfecciona su pintura. Cultiva también la pintura de temas históricos y retratos de la nobleza. Es el pintor de su familia.


Raimundo de Madrazo Garreta, hijo de Federico, nace en Roma, en 1841, y muere en Madrid, en 1897. Viaja a París y participa en la Exposición Universal de 1889, donde obtiene importantes galardones. Es cuñado del pintor Mariano Fortuny. Su estilo es un realismo minucioso y elegante dominio de la técnica y el color.


Ricardo de Madrazo Garreta, hermano del anterior, nace en Madrid, en 1851, y muere en Madrid, en 1917. Es discípulo de su padre y, también, de Mariano Fortuny. Es un excelente retratista, que sabe reflejar en el cuadro la psicología del personaje retratado.


El mundo de los Madrazo, es una colección de la Comunidad de Madrid, consta de 84 obras, y fue adquirida, en 2006. Pertenecía a los descendientes de María Teresa de Madrazo y de Madrazo, hija de Luis de Madrazo Kuntz, y de su sobrina, Luisa de Madrazo Garreta. Durante la Guerra Civil, se evacuaron a Ginebra, regresando después a Madrid, estando en un céntrico piso hasta que los adquirió la Comunidad de Madrid.


En la actualidad se exhiben en el Palacio de Sástago, con cuya casa mantuvieron estrechas relaciones. Está expuesto, también el cuadro que pintó Federico de Antonia Fernández de Córdoba, XV condesa de Sástago, de 1878.

Es una interesante muestra de pintura que podemos contemplar y disfrutar en un incomparable marco, como es el palacio renacentista. La colección está expuesta en las salas de la planta baja y en la galería que rodea el patio, en la superior.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Aragón Televisión



Como complemento a la asignatura "Claves para seguir los medios de comunicación", impartida por la Universidad de la Experiencia, los alumnos hemos realizado una visita guiada a los Estudios de Aragón Televisión.


Aragón Televisión es la televisión autonómica de Aragón. Es, por tanto, un canal público, que se financia con el dinero de los aragoneses, además del proveniente de la publicidad. Es una cadena joven y, jóvenes son también la mayoría de las personas que trabajan en el medio. El Director es Pepe Quílez.

Empezó a funcionar, en fase de pruebas, en diciembre de 2005. En Marzo de 2006, se retransmitió por primera vez, el partido que jugó en la Romareda el equipo local con el fútbol club Barcelona, pasando otra vez a la fase de pruebas hasta el 21 de abril, fecha en que se inaugura oficialmente, en vísperas de la fiesta de la Comunidad.

Ha estado emitiendo vía satélite, llegando a muchos aragoneses fuera de la Comunidad, constituyendo una ventana para dar a conocer, a muchas personas, la región, con sus posibilidades turísticas, sus costumbres, su folclore, su gastronomía... Ahora sólo puede verse en zonas limítrofes de Cataluña y Castilla la Mancha. Pero puede verse "on line", a la carta, a través de Internet.

Su programación atiende principalmente a la información local, autonómica, nacional, internacional, política, sucesos, deportes, el tiempo. Hay programas de entretenimiento, concursos, turismo de la zona, cine, etc. Algunos programas son producción propia y otros, hay que comprarlos.

Al ser un servicio público, tiene que atender a la calidad, interés general, pluralidad y todo lo imparcial posible, aunque la objetividad absoluta no existe, pues cada cual tiene sus propias ideas y opiniones. Da una imagen joven, pero sin estridencias.


Javier Romero, periodista que trabaja en los Informativos de Aragon Televisión, amablemente nos acompañó, mostrándonos las distintas dependencias del Centro y, revelándonos algunos delos "trucos" del medio.


En la planta baja están situadas las dependencias destinadas a la Administración. Pasamos por las salas de maquillaje y peluquería, vestuarios y platós, que reconocimos, en los que tienen lugar algunos programas de la mañana, "Sin ir más lejos". Están llenos de cámaras y cables por todos lados. Al ver el programa, en casa, dan la impresión de ser más espaciosos y de que hay más público. Todo son trucos de la distribución. Los focos de la iluminación están velados por unos papeles semitransparentes para que no iluminen excesivamente. Para los programas que se emiten a altas horas y que requieren más intimidad, hay otro tipo de iluminación. Nos mostraron también, un panel de color verde, el cromatic, que sirve para proyectar en él imágenes, vídeos, necesarios en el programa que se esté emitiendo. También nos enseñaron el "telepunter" o "autocue", que consiste en una pantalla en la que leen los presentadores -no se puede fiar todo a la memoria- ; la velocidad se regula con un pedal, situado debajo de la mesa.

En la planta superior pudimos ver las salas en las que el realizador y sus ayudantes hacen las mezclas de imágenes, seleccionan las tomas que han de salir,etc. Todo está lleno de pantallas y mandos y botones.

Pasamos por las oficinas de redacción de los informativos; las salas en las que se reciben las noticias, a través de las Agencias Internacionales... En fin, nos llevamos todos una idea más completa del popular medio, que tanto usamos, cómo es su funcionamiento por dentro, cómo se hacen los programas...

sábado, 10 de diciembre de 2011

La Navidad en crisis

Cada año comienzan antes los preparativos de la Navidad.
Ya, en los lugares de veraneo, se montan unas enormes colas para comprar lotería, que es como el preludio de estas fiestas, del sorteo del día 22. Todo el mundo quiere llevarse un numerito del lugar donde ha pasado sus vacaciones.
Y después, ya por octubre, en los supermercados, empezamos a ver, en las estanterías, los turrones y demás productos típicos de estas fechas.
Hace tiempo que se ha instalado la iluminación, en calles y grandes almacenes, así como los árboles, belenes y otros adornos. Hace años la iluminación empezaba por la fiesta de la Inmaculada y duraba hasta pasar los Reyes. Ahora, con la crisis, dicen que hay más austeridad en estas cosas -no la veo por ningún lado- porque la duración del ciclo navideño, se ha hecho mucho más largo.

La Navidad está en crisis, por la cuestión económica, pero, sobre todo, porque se ha perdido el sentido mismo de la Navidad.
Parecen una provocación esos escaparates, repletos de jamones colgados y otras exquisiteces por el estilo, cuando hay tantas familias que no pueden llegar a fin de mes, o que viven gracias a la solidaridad de sus allegados, que siguen siendo un buen puntal, para aquellos que hace tiempo que se les terminaron las ayudas públicas y que, estando todos los miembros en el paro, no ingresan un sólo euro.
Otros, tienen que acudir a los Comedores Sociales, de Cáritas, o similares, para poder hacer, al menos, una comida caliente, al día.
Algunas personas, se han instalado en la mendicidad y, cada día, vemos más en las puertas de las iglesias, de los supermercados, en los paseos concurridos... Para ésto, como para todo, hay que valer y, muchos preferirían morir en un rincón, antes que llegar a ese extremo.

La Navidad está en crisis porque, para mucha gente, estas fiestas han perdido su sentido religioso y, se han convertido en unos días de consumismo absurdo, en los que se gasta al tun-tún; se compran regalos que nadie necesita y que después no se sabe qué hacer con ellos. Se gasta en cenas o comidas con los amigos o compañeros de trabajo. Salir, en estas fechas, se ha convertido en una obligación.
La Noche-Vieja, es otra celebración obligada, donde todo el mundo, por decreto, tiene que estar alegre y sentirse feliz. Se dice lo mismo todos los años. Parece que sólo con desearlo van a cambiar las cosas, sin pensar que, somos cada uno de nosotros quien tiene que realizar un cambio en su vida y así, entre todos, construir un mundo más justo.
Hoy, es un derroche la compra de juguetes para los niños; en cada casa hay un almacén y los pequeños no tienen tiempo para jugar con ellos porque están ocupados con las actividades extraescolares o con los deberes.

Recuerdo las fiestas navideñas de mi infancia, allá en los años lejanos de la posguerra. ¡Qué distintas eran!. Había pocos extraordinarios; se guardaba un pollo de corral, bien criado, para el día de Navidad. Un poco turrón y, algún postre dulce, sencillo, que se preparaba en casa. Mi abuela siempre preparaba un puchero de castañas cocidas, que después comíamos todos los nietos.
Y, después los Reyes, cualquier cosilla nos hacía ilusión. Nos solían dejar una anguila, dulce, envasada en una bonita caja de cartón, que conservábamos todo el año. Pero había una sana alegría y siempre se recordaba a las personas, más desfavorecidas, que no tenían dónde cobijarse.

En estos días, abramos el corazón a los demás y seamos solidarios con los que no tienen nada, con los que se sienten solos, enfermos... Así recobraremos el sentido más puro de la Navidad, aunque haya mucha crisis económica y los bolsillos estén vacíos.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Día de las Personas Discapacitadas

En 2006, el día 3 de diciembre se declaró como Día Internacional de las Personas Discapacitadas.
Hay muchos grados de discapacidad y. la mayoría de las personas que padecen alguno de estos grados, pueden, perfectamente, ser útiles a la sociedad. No tienen por qué ser unos marginados.
En España hay casi cuatro millones de personas con alguna discapacidad física o psíquica. Afortunadamente, en nuestro país, poco a poco, se van eliminando tanto las barreras físicas como las sociales, muchas veces, más difíciles de salvar.

Ya han quedado atrás aquellos tiempos en que estas personas permanecían recluidas en sus casas; a las familias como que les daba reparos en mostrarlas a la luz. Hoy los vemos en las calles, moverse como los demás, en sus sillas de ruedas, algunas con motor y ¡hay que ver cómo corren!
Los vemos en todos los Centros de Enseñanza -algunos en la Universidad- y, también, poco a poco, en los centros de trabajo. Y, aquí, rinden como el resto de los trabajadores. La verdad es que el 60% de los discapacitados, que están trabajando, lo hacen con un contrato temporal. La crisis afecta a todos. Hoy el mercado de trabajo está muy mal y, gran parte de las colas del paro son jóvenes que han terminado sus estudios universitarios y se encuentran con la imposibilidad de encontrar un puesto de trabajo adecuado, en nuestro país.

Las personas discapacitadas no quieren una pensión. Desean ser útiles a la sociedad y tener en ella un puesto, como todos los demás, de acuerdo a sus capacidades y a su formación.
Es de admirar el valor que le echan a la vida. Muchos jóvenes han quedado en esta situación después de haber sufrido un accidente de tráfico. Cuentan cómo, en el primer momento, cuando se dan cuenta de su estado, el mundo se les viene encima. Pero después, con la ayuda psicológica que reciben en el Hospital de Toledo -por donde tienen que pasar muchos de ellos-, y el apoyo de sus familias y amigos, salen adelante y luchan, haciéndole frente a todas las dificultades. y vuelven a ser felices. Su vida vuelve a tener sentido. Y se preparan para el día de mañana, para poder tener un trabajo y ser independientes. Eso es lo que más desean.

Y ¡el deporte! Es algo fundamental. Los entrenamientos les ayudan a mantenerse en forma y las competiciones son un estímulo importante. ¡Les ha costado tanto conseguir esos triunfos!. Pero están ahí...
Inmediatamente después de las Olimpiadas, llegan las Paralimpiadas y hay que ver la preparación de los deportistas paralímpicos y lo que consiguen... Considero que la sociedad no valora estos logros de una manera justa. Pasan un poco como de puntillas. Después de unos días pocos recuerdan los nombres de estos héroes. Por ejemplo, en un partido de baloncesto, con deportistas en sillas de ruedas... ¡cómo se mueven en la cancha! Y, los ciegos esquiando, con su guía; y los chavales con Síndrome de Dowm, haciendo teatro o ballet, o un programa de radio... Les costará un poco más pero lo consiguen.

Hoy día pueden viajar, moverse por la ciudad,en autobús, en tranvía, porque los transportes han pensado en ellos. Pueden acudir a los Centros de Enseñanza, a los museos, hacer la compra, porque se han eliminado las barreras arquitectónicas y pueden circular sin obstáculos. En muchos lugares se han instalado Servicios adaptados.
Pueden ir de veraneo porque en muchos hoteles y Casas Rurales se les ha tenido en cuenta. En las playas, con la ayuda de los Voluntarios de Cruz Roja, pueden entrar en el agua y bañarse en el mar. Por lo que respecta a España, se han hecho muchas cosas aunque siempre queda algo por mejorar.

Las "personas con diferentes capacidades" como gustan que se les considere, temen más que nadie los recortes presupuestarios a que obliga la crisis. Tienen miedo de que se retroceda en los logros conseguidos durante años de lucha. Esperemos que no sea así.

viernes, 2 de diciembre de 2011

El profesor de Francés

Su nombre era D. Ramón Pimentel, profesor de Idiomas, en el Instituto de Enseñanza Media, de la localidad.
Aunque se podía optar por Inglés, Alemán o Francés, casi todos los alumnos elegíamos esta última lengua, -era lo que se llevaba entonces-. En mi curso no había nadie matriculado en la lengua de Shakespeare y, un sólo alumno en Alemán, y eso porque su padre era de esa nacionalidad.

D. Ramón era un personaje un tanto especial. Su edad era difícil de adivinar, aunque no debía ser muy mayor, pero estaba muy avejentado. Era pequeño, delgado y andaba encorvado, como los abuelos. De cabeza menuda, con el pelo oscuro, ya muy ralo. Usaba unas gafas redondas, de gruesos cristales, tras de los cuales se adivinaban unos ojillos inteligentes y vivarachos. La piel, como de pergamino oscuro, con pronunciadas arrugas en la frente y en los pómulos, hundidos. La boca, de labios finos, con la eterna pipa apagada.

De su indumentaria destacaba una vieja pelliza, brillante por la mugre que iba acumulando año tras año, y de la que sólo cuando llegaba mayo prescindía. Nunca se la quitaba en clase, aunque estuviera al lado de los radiadores. En los días más fríos de invierno llevaba una manta eléctrica que enchufaba allí detrás. La verdad es que el buen señor no entraba en calor.

Estaba separado y vivía con el menor de los hijos, Ramón, un niño de 10 años, que era como su sombra. "El niño", así es como el padre siempre lo nombraba. No tenía amigos, ni siquiera seguía una escolarización normal. Iba a clase con el padre y se sentaba en un rincón del estrado. Nos miraba con ojos pícaros y reía cuando los alumnos nos equivocábamos. A su edad ya tenía bastante conocimiento de las lenguas que eran la especialidad de su progenitor.
Muchas veces he recordado la figura del pequeño Ramón tan solitario, sin amigos con quien jugar, sin infancia.

Las ideas políticas y religiosas de D. Ramón, en aquellos tiempos, iban contra corriente por lo que, en el Claustro de Profesores, se le hacía el vacío, chocaba con todos. Y, así iba él por la vida, defendiéndose como podía o, -como le dejaban-.

En las clases se hablaba de todo lo divino y lo humano. Discutíamos mucho sobre cine, la película de la semana. Recuerdo que tenía en muy alta estima a Emma Penella y a su hermana Terele Pávez, y eso porque, según nos contaba, les había dado clases particulares, hacía años en "los madriles".
Entre todas estas discusiones íbamos aprendiendo vocabulario, los verbos, artículos y demás pormenores de la lengua de Molièr. Claro que, como entonces había pocas ocasiones de practicar lo aprendido, ya que el turismo aún estaba poco desarrollado y, era impensable que los españoles saliéramos al extranjero, no es que hayamos sacado mucha utilidad de las clases del profesor. Poco a poco va quedando todo allá al fondo de los recuerdos.

Un día de invierno faltó a clase y nos dijeron que había pescado la gripe. Un grupo de alumnas nos ofrecimos para visitarlo en su domicilio y ver si podíamos ser de alguna ayuda pues no ignorábamos que vivía solo con el chico. Llegamos a su casa, una vivienda humildísima, incluso en aquella época de ausencia de lujos, para la mayoría. Una buhardilla en un viejo inmueble de la Plaza Mayor. Nos quedamos de piedra al verlo envuelto en una manta, sentado al lado de la mesa camilla. Apenas sí había muebles y, comodidades, ninguna. No hacían nunca una comida caliente. Vivían como cartujos. Entonces nos explicamos porqué siempre tenía frío.
Aunque cobraría su sueldo, como los demás profesores, tendría que atender a las necesidades de su mujer y otras dos hijas, que para nada se ocupaban del padre. Al pobre D. Ramón no le quedaba ni para vivir con dignidad.

Así era mi profesor de Francés, en el Bachillerato. Una persona a la que hoy, con el paso del tiempo comprendo y valoro mejor y de la que guardo un buen recuerdo.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El tiempo de las mujeres

Es una novela de Ignacio Martínez de Pisón.

Este autor nace en Zaragoza, en 1960. Escritor y guionista, Licenciado en Filología Hispánica, por la Universidad de Zaragoza y en Filología Italiana, por la Universidad de Barcelona.
Además de cultivar el relato y la novela, ha escrito guiones cinematográficos y varias de sus obras de narrativa han sido adaptadas al cine. También ha hecho adaptaciones de sus obras para el teatro (El filo de unos ojos). Una de sus novelas más populares, Enterrar a los muertos, recrea un hecho real, acaecido en la Guerra Civil, narra las pesquisas del escritor estadounidense John Dos Pasos, tras la muerte, a cargo de la Inteligencia soviética, de su amigo y traductor José Robles Pazos. Otra de las novelas, Carreteras secundarias, ha sido adaptada al cine, en España, por Emilio Martínez Lázaro.
Martínez de Pisón firmó el guión de la película Las trece rosas, también dirigida por Martínez Lázaro. Está ambientada en el período inmediatamente posterior a la Guerra Civil, narrando el proceso judicial y posterior ejecución de un grupo de chicas, acusadas de pertenecer a las Juventudes Socialistas Unificadas (fundado por Carrillo), y de haber repartido propaganda subversiva al Régimen de Franco. Fue nominado a los Premios Goya, por este trabajo.

El tiempo de las mujeres, está publicada por Editorial Anagrama, en Barcelona, en 2003.
Los personajes principales son:
-María, es madura, responsable, lista, crítica, solitaria, valiente.
-Carlota, es irresponsable, observadora, con rasgos de fanatismo religioso, maternal, influenciable.
_Paloma, es mala estudiante, liberal, provocativa, sexualmente precoz, devoradora de hombres, insegura, solitaria, aficionada a la lectura, solidaria, siempre pensando en huir.
Personajes secundarios:
-La madre, es insegura, inmadura, irresponsable, poco preparada para la vida, le viene grande el papel de llevar una casa sin el marido. Su evasión es la bebida.
-Julio, el padre muerto. Su ausencia está siempre presente en la obra.
-El abuelo, tipo un poco cómico, que "chochea". Almacena objetos inútiles porque "son gratis y sin compromiso". Poco responsable.
-Delfín, socio del padre. Solitario, responsable, seguro. Amante de María.
-Fernando, inmaduro, irresponsable, fascista, violento. Se casa con Carlota.
-César, solitario, inestable, sufre carencias afectivas que le llevarán a cometer delitos y a la droga. Es celoso. Se enamora de Paloma.
-Ramón, padre de César. Maduro, seguro, pero a la vez solitario y necesitado de comprensión. Es el amante de Paloma.
-Antonia, profesora de Literatura y la única amiga de Paloma. Es lesbiana.

El tiempo de las mujeres, es una novela compleja y ambiciosa. Relata la historia de tres hermanas, sobre el telón de fondo de la Transición española. De esta forma la muerte del padre, adquiere un valor simbólico, ya que deben, de repente, acceder a la madurez. La joven María se siente forzada a ocupar el vacío que ha dejado el padre, pues la madre es incapaz, inmadura, su hermana Carlota atolondrada y mística y la pequeña, Paloma, sólo parece pensar en los hombres y en fugarse de casa.
La novela resulta del derrumbe de las ilusiones de las tres hermanas, y la casa, "Villa Casilda", simboliza una infancia feliz y unida, de la que la muerte del padre las arranca, independizando el destino de cada una de ellas.
Se trata de una novela de formación o aprendizaje, en la que vemos el desarrollo físico, moral, psicológico y social de cada uno de los personajes, en el paso de la adolescencia a la madurez.

Utiliza tres narradoras, en 1ª persona: María, Carlota y Paloma. Esta última, a veces, en forma de diario. Alternativamente,las tres hermanas nos van introduciendo en el devenir de la novela. Cada una nos cuenta sus cosas y las de sus hermanas, a su modo. Paloma es la más sincera y comprometida, sobre todo cuando utiliza la forma de diario, es más subjetiva, nos abre más su corazón. En los relatos de cada una vamos viendo su evolución hacia la madurez.
En el caso de María es la muerte del padre lo que le hace tomar conciencia de que es a ella a quien corresponde madurar primero y, es en el momento de enterarse de la noticia cuando pasa, obligada por las circunstancias, a desempeñar el papel del ausente.
Carlota, al romper definitivamente su matrimonio, se da cuenta de que es otra persona más libre y más adulta.
En Paloma, es la muerte de César, de la que se siente responsable, lo que le hace mirar en su interior y dar un nuevo giro a su vida.
La trama tiene pinceladas de humor, pero, en el fondo, siempre está la soledad y, al final, el drama.
El autor penetra en la psicología femenina. Los personajes hablan del pasado, pero en tiempo presente, saltando continuamente de un tiempo a otro tiempo, con otro hecho. Los diálogos están incluidos dentro de los párrafos (dije, dijo) y así nos vamos enterando de quién es el personaje que habla.
Es una novela naturalista. La exposición es un poco cruda. Hay mucho sexo, pero sin amor; ninguno de los personajes busca amor en las relaciones, casi siempre con hombres mayores, casados o que pueden ser su padre.
La lectura no es difícil, aunque abundan los párrafos muy largos, sin diálogo que la agilice.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El Museo Diocesano de Zaragoza



Según la tradición, el 2 de enero del año 40 de nuestra Era, estando el apóstol Santiago con sus discípulos orando a las orillas del Ebro, recibió la visita de la Virgen, en carne mortal, alentándole en su misión evangelizadora. Esta fue la primera semilla del cristianismo en estas tierras.

Las primeras noticias históricas de que disponemos datan del siglo III, cuando se nombra a Félix de Zaragoza. En el siglo IV, sufre las persecuciones en las que es desterrado el obispo Valero, patrón de la ciudad y mueren, entre otros, Santa Engracia, princesa lusitana, que viajaba hacia Francia, con su séquito, -los Innumerables Mártires de Zaragoza-.

En la España visigoda tenemos que destacar a San Braulio y el Obispo Tajón.

En el año 1118, Alfonso I, El Batallador, reconquista a los árabes la ciudad y le otorga al obispo un torreón de la muralla, para que instale allí su residencia. En 1318, adquiere la categoría de archidiócesis. Durante mucho tiempo presiden esta sede miembros de la Corona de Aragón. El más importante es Hernando de Aragón, nieto de Fernando El Católico. En el siglo XIX, se vio afectada por la guerra de la Independencia y, después, por las guerras carlistas. Ya en el siglo XX, hay que destacar al Cardenal Soldevila, asesinado.

Esta es una sucinta historia de la diócesis de Zaragoza.


En cuanto al Museo Diocesano, fue abierto al público en marzo de este año. Consta de 15 salas, distribuídas en tres plantas. El arte en la religión cristiana, a través de todos los testimonios, que nos han sido legados, a través de los tiempos y que constituyen el rico patrimonio cultural de una civilización. Estos bienes son la base de este museo, obras que se han ido recogiendo y, salvaguardando del olvido y la destrucción. Por ello no son meras exposiciones de arte sino que tienen un sentido didáctico y pastoral.


Es el propio Palacio Episcopal, el encargado de albergar este museo y salvaguardar estos tesoros.

Sus plantas constituyen en sí restos de culturas anteriores, que han ido apareciendo en sucesivas obras de remodelación, permaneciendo escondidas durante siglos, bajo distintas capas de materiales de construcción.

En 1118, al volver Zaragoza a manos de los cristianos, el rey otorgó al obispo, para su residencia, un torreón de la muralla, junto a la mezquita, hoy catedral de El Salvador.

La planta baja es románica, después se van ampliando estancias, construídas en estilo mudéjar. en 1372, un incendio destruyó buena parte y tuvo que ser remodelado. Se ha recuperado la parte gótica, con una hermosa capilla, con bóveda de crucería y una puerta en la que se conservan restos de policromía en la piedra. En otros espacios se conservan también restos del pavimento.


Las visitas son guiadas y explican todo el recorrido. Siguiendo un orden cronológico, se empieza por lo más antiguo. Hay unas maquetas en las que se pueden ver la época romana, en la Edad Media, el Renacimiento y el estado actual. Se pueden ver restos de la cloaca romana y, a la entrada un pozo del que se abastecía de agua.

Hay columnas románicas cuyos capiteles, capiteles, se pueden muy bien admirar ya que han sido colocados a la altura de los ojos. Hay tallas románicas, procedentes de iglesias de la diócesis, ya inexistentes. Podemos contemplar, también, magníficas esculturas góticas y pinturas de la misama época. El Renacimiento, el Barroco, todas las tendencias artísticas están representadas en el museo. En su recorrido, también podemos admirar los artesonados, que conservan la policromía original. En las salas renacentistas están colocados los retratos de los distintos obispos que han gobernado la sede, terminando por el actual.

Hay colecciones de ricos ornamentos sagrados, así como de custodias y relicarios; en los primeros, representando la procesión del Corpus, precedida de las cruces parroquiales.

En la visita, se intercalan audiovisuales, sobre todo, referentes a la Venida de la Virgen, que completan el recorrido.


Domingo Buesa es el Director Científico del Museo. Las obras han corrido a cargo de los estudios de los arquitectos Borovio y Sónsoles.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Las filipinianas

Es una novela de Inma Chacón. La autora nace en Zafra (Badajoz), en 1954 y es hermana gemela de Dulce Chacón, ya fallecida. Estudia Ciencias de la Información en la Universidad Complutense y ha sido profesora de la universidad Europea. En la actualidad imparte clases en la Universidad Juan Carlos I, de Madrid. Ha fundado y dirigido Binaria, revista de Cultura y Tecnología. Colabora en periódicos y revistas. Su último libro publicado es Tiempo de arena, con el que ha sido finalista al Premio Planeta, en 2011. Empezó a escribir a instancias de su hermana que, antes de morir, le encargó que escribiera La princesa india.

Las filipinianas que, como dice la autora se refiere a "las cosas de Filipinas", es una novela enmarcada en una época histórica que comprende desde el destronamiento de Isabel II, en 1868, hasta la pérdida de las últimas colonias españolas: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en 1898.

Los personajes principales son: Mariana, Esclaramunda-Munda, Inés-Alejandra y Francisca. Son las cuatro filipinianas.
Otros personajes importantes son:
-Francisco de Asís, Marqués de Sotoñal, padre de las tres filipinianas y abuelo de la cuarta.
-La Pícara Lola, cupletista y amante del Marqués.
-Lucía Castellano Soler -la Indiana-. Es la esposa del Marqués.
-Inés, viuda que conocen en Alejandría, masona, que también mantiene relaciones con el Marqués.
-Manuel, médico que conocen en el barco, rumbo a Manila, pieza importante en la masonería de las islas y en la sublevación.
Hay otros muchos personajes secundarios que completan el perfil social de la época.
Mariana es conservadora, celosa del cariño de sus padres, segura de sí misma, vengativa y manipuladora.
Munda es soñadora, idealista, liberal, independiente, intelectual, rencorosa, a veces, y fiel a sus sentimientos.
Alejandra es cariñosa, apegada a su hermana y protectora de su sobrina, observadora, entrañable, leal y madura para su edad.

El tema principal es la historia de una familia aristócrata española que, por diversas circunstancias, va cambiando de residencia.
Se puede dividir en partes, según las distintas ciudades, en las que va recalando esta familia, marcada por el viaje: Toledo, Palma de Mallorca, Alejandría y Manila.

La acción comienza en un teatro de París, en el que triunfa la Pícara Lola, cupletista famosa, toledana como Don Francisco de Asís, de la que se enamora el joven marqués. Se hacen amantes y, ella le seguirá en sus viajes, excepto a Manila.

Se casa el Marqués con Lucía, con la que tiene tres hijas: Mariana, Munda y Alejandra.

Por los negocios y trabajo de Don Francisco, van viviendo en distintas ciudades hasta terminar en Manila, donde el padre ve cumplido el sueño de ser organista en la Catedral.


La masonería juega un papel importante en la vida de esta familia, sobre todo en la de Munda, que desde pequeña quiere ser masona, como su padre, y es aleccionada en Alejandría por Ines. Conoce a un médico filipino del que se enamora y que la implica en el movimiento subversivo de la colonia, frente a la metrópoli.

Enferma gravemente el padre y el clima político es muy tenso, por lo que deciden volver a Toledo, pero su estancia en las islas va a marcar la vida de estas mujeres. El padre morirá durante la travesía.


Es una novela con personajes ficticios, pero situada la acción en un momento histórico concreto, que podemos ir siguiendo a través de los acontecimientos que van marcando la época: muerte del General Prim, Advenimiento de Don Amadeo de Saboya, La 1ª República y la Guerra de Cuba y Filipinas.


La obra ha sido publicada en 2007 y nos narra la vida de unas mujeres en una época concreta, las desigualdades sociales, la injusticia, la infravaloración de la mujer para ocupar en la sociedad un puesto equiparable al hombre. Y, como telón de fondo, la masonería que, a pesar de sus principios apolíticos y filantrópicos, toma parte activa y de forma violenta en el movimiento independentista de las colonias, por medio de acciones terroristas.


El lenguaje utilizado es sencillo, pero abundan palabras de objetos,animales, flores, propios de las islas, así como también términos que se refieren a la masonería.

La lectura es fácil y entretenida. Reproduce una forma de vida que, por fortuna, ha quedado atrás, pero que nos transporta a otra época y a otras latitudes.

Va perdiendo ritmo, conforme avanza la novela, y el interés decae, al final. Queda un poco en suspenso, como augurando una segunda parte.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Mi primera escuela

Después de leer "Querida maestra", obra autobiográfica de Julia Resina, en la que cuenta sus experiencias en el mundo de la docencia, primero como alumna y después como maestra hasta su jubilación en una localidad de la Comunidad de Madrid, me viene el recuerdo de la primera escuela a la que asistí, allí, en donde aprendí las primeras letras y muchas cosas más.

Y ésto porque la infancia, adolescencia y juventud de Julia tienen mucho en común con mi vida. Julia Resina vio la luz en un pueblecito, en la provincia de Ávila; aunque más grande que el mío, las condiciones de vida en aquellos tiempos de posguerra eran muy semejantes.

Entonces empezábamos a asistir a la Escuela al cumplir los seis años, aunque el curso estuviese ya avanzado. Recuerdo que teníamos que llevar algún papel del Ayuntamiento -algún certificado de haber cumplido la edad reglamentaria, supongo- que debíamos entregar al Maestro. Yo lo dejé en el alféizar de la ventana y se me olvidó entregarlo, hasta que alguien lo vió.

Era una escuela unitaria y mixta. Allí nos congregábamos todos los niños y niñas del pueblo, en edad escolar, una clase muy numerosa y variada en cuanto a edades. Los mayores se sentaban en unos bancos corridos y trabajaban sobre unas mesas, también corridas, con unos agujeros redondos para los tinteros. ¡Ah! La tinta se fabricaba allí, con unos polvos que se disolvían en una botella de agua. De allí se repartía a los tinteros.

Pero, como éramos muchos, y no había mesas para todos, los pequeños teníamos que sentarnos en un banco, bajito, que no era más que un madero sin desbastar, muy juntitos todos. Como material escolar sólo llevábamos una pizarra y un pizarrín, con un trapo para borrar, aunque las más de las veces usábamos la manga. En esa pizarra aprendimos a leer y escribir y los números, con muestras que nos ponía el maestro.

El maestro era la autoridad absoluta y, le teníamos tal respeto, que sentíamos temor de preguntar cualquier duda,incluso de pedir permiso para salir a "hacer aguas", tanto es así que era raro el día en que, cuando salíamos de clase, no apareciera allí, debajo del banco, algún "charquito" acusatorio. ¡Nos daba tanto apuro dirigirnos al maestro...! Por mi parte no se me olvida que lloraba, al ver que todos sabían más que yo. Había sido la última en llegar. Aunque tenía dos hermanos mayores en la escuela, me sentía insignificante.

Se pasaron aquellos primeros tiempos, fuimos cambiando de maestros, unos eran más autoritarios, otros, no tanto, pero de todos guardo un buen recuerdo y mi sincero reconocimiento.

No se me ha olvidado tampoco el material de que disponía la escuela: unas láminas con las que aprendíamos la Historia Sagrada; mapas físicos y políticos de España y Europa, mapa mundi..., en ellos aprendíamos la geografía; libros de lectura, entre ellos El Quijote, en castellano antiguo, que en otro momento tuve la ocasión de poder leer completo. Cómo olvidarme de Lecciones de cosas, Invenciones e inventores, algunos libros de poesía, otros con letra manuscrita, de distintos tipos -difíciles de leer- que reproducían cartas, documentos comerciales,etc. De tarde en tarde -cuando lo permitía el presupuesto- el Ministerio enviaba algún lote de libros. Allí, con aquella exigua biblioteca, empezó mi afición por la lectura y el saber. Entonces, en las casas ver libros era algo sumamente raro, había otras necesidades más perentorias y tampoco se valoraba debidamente la cultura.

Cuando aprendíamos a leer y escribir, de corrido, pasábamos a estudiar en enciclopedias. Había tres grados: Preparatorio, Elemental y Superior. Eran de Ezequiel Solana, ascendiente directo de los actuales Solana, políticos. Después aparecieron las Enciclopedias Álvarez, pero yo no las usé. Por descontado que iban pasando por todos los hermanos.
Para entonces ya llevábamos un cabás, de madera, donde guardábamos la enciclopedia, el cuaderno, la pizarra -que aún utilizábamos, para escribir "en sucio"- .También llevábamos un plumier con pizarrín, lápiz, de grafito, lápices de colores - las pinturas Alpino-, un sacapuntas y una goma de borrar. Los lápices los aprovechábamos hasta que no se podían sujetar con los dedos, de lo gastados que estaban.

En el invierno pasábamos mucho frío, porque no había calefacción y, para calentarnos un poco los pies, llevábamos una lata de conservas, con un alambre como asa, en la que poníamos unas brasas y así nos hacíamos un minibrasero individual. Bastante después, el Ayuntamiento compró una estufa de serrín, que los chicos mayores se encargaban de cargar y encender, cada mañana.
La limpieza estaba a cargo de las niñas mayores; los sábados, después de clase, se barría y se limpiaba el polvo de las mesas.
Durante los recreos salíamos a la calle a jugar a los distintos juegos - un poco según la época del año- , a la comba, el escondite, las cuatro esquinas... En el invierno, cuando no se podía estar en la calle, lo hacíamos en el "salón, pero esto tenía un inconveniente y es que quedaba encima de las cuadras de una casa y, con el alboroto se encabritaban los animales y subía el dueño con malos humos.

En aquellos tiempos no había "deberes" escolares y, cuando salíamos de la escuela nos íbamos a jugar a la plaza, a la carretera o a cualquier otro sitio. Esto no siempre porque en las casas de los labradores siempre hay cosas por hacer y así, como solían tener conejos, había que ir al campo a buscar hierba para alimentarlos y, lo mismo, había que traer cardos para los cerdos. Pero siempre encontrábamos tiempo para el juego al aire libre. Nadie tenía juguetes pero tampoco los necesitábamos, nos bastaba la imaginación y unos recortes de tela, unas vedijas de lana, una caja de cartón, para fabricar una muñeca, sus vestidos, su cuna...

Así, con estos escasos medios, empezamos a formarnos. Allí estuve hasta comenzar el Bachillerato y los estudios siguientes en la Escuela del Magisterio, aunque mi vida no haya seguido por esos derroteros. Pero siempre guardaré, muy dentro de mí, un recuerdo imborrable y el agradecimiento para aquella escuela heróica que guió mis primeros pasos.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Réquiem por un campesino español

Ramón J. Sender, nace en Chalamera de Cinca (Huesca) en 1901 y muere en San Diego (Estados Unidos) en 1982.
De familia acomodada, vivió en diversas poblaciones de Aragón durante su infancia, debido al trabajo de su padre, que era secretario de Ayuntamiento. Nunca se llevó bien con su progenitor, por la rigidez y autoritarismo de éste. A los 17 años se trasladó a Madrid, sin dinero, durmiendo al raso en un banco del Retiro. Allí comenzó su carrera literaria, escribiendo cuentos y colaborando en diversos periódicos. Empezó a estudiar Filosofía y Letras, pero tuvo que abandonar estos estudios por no poder compatibilizarlos con su trabajo. Vuelve a Huesca, obligado por su padre. Tiene que alistarse en la Guerra de Marruecos. Esta experiencia le servirá para escribir Imán, novela que tiene gran éxito.

Milita políticamente en el anarquismo, lo que le llevará a la cárcel, durante la Dictadura de Primo de Rivera. La Guerra Civil le sorprendió en Los Ángeles de San Rafael ( Segovia), pero, de forma arriesgada, consiguió cruzar las líneas y unirse al bando republicano. Después de un tiempo, fue enviado a Estados Unidos y después a París, como propagandista. Al terminar la contienda se exilió en Méjico, pasando después a Estados Unidos, ejerciendo como profesor de Literatura, en la Universidad de San Diego.

Su producción literaria es muy extensa, siendo uno de los mejores novelistas del exilio.
Hay que destacar su obra "Crónica del alba", que tiene mucho de autobiografía. Pepe Garcés, son el segundo nombre y apellido del escritor. Ha sido llevada a la pequeña pantalla.

Réquiem por un campesino español, fue publicada en Méjico, en 1953, con el título de Mosén Millán, cambíandolo por el actual en 1960. Fue publicada en Méjico por los problemas de la censura en España.
Los personajes de la novela son:
-Paco, el del Molino y Mosén Millán, los verdaderos protagonistas.
-Don Valeriano, terrateniente y administrador del Duque. Es de derechas.
-Don Gumersindo, otro ricacho del pueblo. También de derechas.
-Don Cástulo, también de clase acomodada. Políticamente, nada entre dos aguas, al sol que más calienta.
-La Jerónima, partera y saludadora, anda siempre con chismes y procacidades.
-El zapatero, librepensador, amigo de Paco está siempre en contra de quien gobierna.
-Los padres de Paco y Águeda, su mujer.

La acción se desarrolla en un pueblo de Aragón, en la raya de Lérida, donde la gente mezcla el castellano con el catalán en su habla.
La vida de Paco, hombre honrado, idealista y coherente, va pasando, a través de los recuerdos de Mosén Millán, un año después de su muerte, mientras, vestido para la liturgia, espera en la sacristía a los vecinos del pueblo, que no han de acudir. Sólo los tres ricachos, enemigos de Paco, que intentan abonar el estipendio, cada uno por su propia cuenta.
Esta vida es una síntesis de toda la guerra civil, donde las gentes del pueblo, que se consideraban revolucionarias, sólo defendían sus derechos frente al feudalismo, ya caduco, de los intereses del Duque, dueño de los montes donde pastaba el ganado y que no había ido nunca por el pueblo.
Es un relato sobrio y sencillo, pero profundo. Nos muestra las dos ideologías enfrentadas en la contienda.
Paco, el protagonista es un antihéroe, idealista y comprometido, a quien el párroco ha bautizado, ha casado y, al final tiene que darle los últimos sacramentos y presenciar su ejecución, de la que él, de alguna manera, es responsable. Esta responsabilidad por haberlo delatado, le supone una terrible carga moral, que sale a flote en esa espera, en la que va recordando todos los pormenores de la vida de Paco.

Mosén Millán simboliza la postura de la Iglesia Católica, en la guerra y preguerra y es una dura crítica al papel que jugó, de parte del bando nacional. Mosén Millán predica la resignación frente al problema de la pobreza y la injusticia, sin comprometerse, ni colocarse al lado de los que las sufren. Pide incluso a Paco que se resigne y acepte su muerte, a sabiendas de que es inocente.
Hay otro símbolo, la libertad, personificada por el potro de Paco que, después de su muerte, campa suelto por todo el pueblo, incluso se introduce en la iglesia, mientras esperan que acudan los vecinos, amigos del difunto, que nunca llegan.
El episodio de las cuevas, cuando Paquito, monaguillo, acompaña al cura a llevar la Extremaunción a un moribundo, en medio de la miseria, sin agua, ni luz, ni fuego, parece ser un recuerdo autobiográfico que le marcó al autor.
Es una pequeña obra en cuanto a extensión, pero grande por su contenido. Nos muestra las injusticias, la traición y el remordimiento por la deslealtad hacia el amigo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Animación a la lectura

Dentro de las distintas opciones culturales que ofrece la Universidad Popular está la clase de Animación a la lectura. Formamos un grupo de personas aficionadas al arte de leer.

La lectura no sólo nos proporciona información, sino que nos forma, creando hábitos de reflexión y concentración y además nos distrae, nos entretiene, nos hace gozar.
En estos tiempos que corren es muy importante el hábito de la lectura, para estar al día de los acontecimientos que transcurren de manera acelerada. No podemos quedarnos estancados. La lectura es una actividad que podemos practicar a lo largo de la vida, para seguir aprendiendo día a día y tener conocimientos actualizados, nos hace más eficientes y sociables.
Se nota las personas que tienen hábito de leer por su expresión oral y escrita, la fluidez del lenguaje y la amplitud de vocabulario. Me produce una gran tristeza cuando oigo en la calle o en cualquier medio de comunicación expresarse, sobre todo, a jóvenes cuyo léxico se reduce a una docena de palabras, incluyendo muletillas que repiten continuamente, vengan o no vengan a cuento.
Podemos leer libros de cualquier materia y adquirir conocimientos diversos, aunque no estén relacionados con nuestra vida o profesión. Siempre oí decir que "el saber no ocupa lugar"; en algún momento de nuestra vida, tal vez, nos sean útiles.
La lectura nos enriquece en nuestros contactos sociales; facilita y enriquece el desarrollo de una conversación. Resulta más ameno tratar con una persona con la cual podamos hablar de cualquier tema, si tenemos un conocimiento previo de la materia.
Nos facilita la capacidad de pensar y razonar, así como exponer nuestros pensamientos o nuestros puntos de vista en cualquier situación de la vida. Somos más capaces de comprender otras mentalidades y otras opiniones.
Al leer adquirimos conocimientos sobre diversos aspectos de la cultura humana y ampliamos los horizontes, al ponernos en contacto con otras gentes, otras culturas, otros países, que pueden estar lejanos en el espacio o en el tiempo.
La lectura nos hace más libres, alejándonos de los prejuicios. Esta afición la podemos practicar en cualquier tiempo y lugar y nos libra de los males que acucian a la sociedad en que vivimos: la soledad y la depresión.
Con un libro en la mano, no nos sentimos solos; al menos estamos en contacto con el autor de la obra. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con él, reflexionando y estableciendo un cierto diálogo. Hay veces que el lector ve cosas que al autor ni se le habían ocurrido, o sacar distintas conclusiones, cada cual según sus vivencias o sus creencias.

En clase se nos entrega un libro para la lectura personal. Tratamos de conocer un poco la biografía del autor, el contexto social o histórico para poder comprender mejor la obra. Después se pone en común y lo vamos desentrañando para sacar el mayor provecho de la actividad. Cada cual expresa su opinión y todos podemos enriquecernos con las diversas lecturas.

domingo, 16 de octubre de 2011

El tiempo entre costuras

El tiempo entre costuras es la primera obra de María Dueñas. Fue publicada en 2009 y enseguida se ha convertido en un best seller, siendo traducida a numerosos idiomas. Es una mezcla de novela histórica y de espionaje.

María Dueñas Vinuesa nació en Puertollano (Ciudad Real), en 1964 y vive en Cartagena. Es profesora de Filología Inglesa en la Universidad de Murcia y ha impartido cursos en otras universidades de Estados Unidos.

La protagonista es Sira Quiroga, modista de alta costura, cuyo taller encubre otras actividades más comprometidas. Podemos catalogar la obra como novela de amor, novela colonial, novela de separación, de conspiraciones políticas y espionaje. Es un poco una mezcla de todos estos ingredientes. Aunque el personaje de Sira y algunos otros son de ficción, circulan por la novela un montón de personajes históricos como Serrano Suñer, el "cuñadísimo" de Franco, Juan Luis Beigbeder, Alto Comisario en Marruecos durante la Guerra Civil y la inglesa Rosalinda Fox, su amante. Aparecen también un buen número de alemanes nazis, al igual que otros destacados ingleses como Allan Hilgarth, del Servicio Secreto de Londres.

Sira es hija de Dolores, también modista del taller de Dª Manuela. Vive en un barrio castizo y humilde de la capital. Es hija de madre soltera y no conoce a su padre. Poco antes del Alzamiento Nacional y, cuando estaba a punto de casarse con Ignacio -un modesto funcionario-, conoce a Ramiro Arribas que la seduce y es capaz de abandonar todo por él. Conoce al padre -un gran empresario- que, previendo acontecimientos, quiere, de algún modo, resarcir a su hija y le entrega una gran suma de dinero y las joyas familiares. Ramiro le propone montar algún negocio con el dinero y, como Sira no tiene ningún conocimiento al respecto, pone todo en manos de su amante. De forma precipitada se trasladan a Tánger, viviendo en un hotel, hasta que Ramiro desaparece, dejándola embarazada, sin un céntimo y con un montón de deudas. Tiene que huir a Tetuán, pierde el hijo y el Comisario de Policía la instala en la pensión de Candelaria. Cuando se restablece y la patrona se entera de que cose "como los ángeles", decide ayudarle a montar un taller para que confeccione los trajes de las señoras elegantes de la ciudad. Para obtener el dinero necesario, la matutera, se las ingenia para vender una buena cantidad de pistolas, que un cliente dejó en la pensión al estallar la guerra.
El taller prospera y allí Sira va conociendo a gente influyente. Su madre ha quedado sola en Madrid y pretende sacarla de ese infierno con la ayuda de su amiga Rosalinda Fox, quien gracias a la colaboración del periodista Marcus Logan, logra su evacuación.
Al terminar la contienda, es empujada hacia otras actividades más peligrosas, en las que entran alemanes e ingleses, en lucha en la Segunda Guerra Mundial.
Montan otro taller en Madrid y, alli´se traslada Sira con una nueva identidad, trabajando para el Servicio Secreto del Reino Unido. Sus clientas son alemanas o españolas germanófilas y, allí hablan de sus maridos y de sus actividades y Sira, pacientemente, valiéndose de sus patrones, pasará toda la información a los ingleses, en un salón de belleza y en el museo del Prado, lugares a los que acude de forma regular.
Es envíada en una misión a Portugal, done corre serios peligros, incluso de muerte y, donde se reencuentra con Marcus Logan, que resulta ser un agente secreto, también al servicio de Londres.
Consigue una valiosísima información y, desde entonces exige llevar ella las riendas de su vida.

Es una novela en la que aparecen el amor pasional, la traición, el desvalimiento y la superación constante de la protagonista. Es importante el personaje de Candelaria, por su fuerza; es superviviente de todas las penalidades, trapichea con lo que le sale al paso para dar de comer en su pensión a un grupo de españoles, de los dos bandos, que han quedado atrapados en el Protectorado. De ellos sólo dos le pagan. Con el negocio del taller de costura obtiene buenos beneficios pero, a la hora de la verdad, se le esfuman con la enfermedad y el entierro de un maestro jubilado que tiene en la pensión y, que ha conseguido enviar los ahorros de toda su vida, al Auxilio Rojo.
Está bien documentada, gracias a memorias, prensa y otros informes de testigos. Hay una recreación de las ciudades de Tánger y Tetuán y nos evoca los aromas y los ambientes de la medina, del barrio judio, de la zona de los europeos, la forma de vida en esa época en el Protectorado español.

lunes, 10 de octubre de 2011

Apertura de curso 2011-2012



El día 7 de octubre asistimos, un año más, a la Apertura del curso 2011-2012. Un año más, también, tuvo lugar en el marco incomparable del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
El edificio es obra del ilustre arquitecto aragonés D. Ricardo Magdalena Tabuenca, que cuenta en la ciudad con otras obras también representativas. Es de estilo neomudéjar. Los materiales empleados son la piedra en los basamentos y las esculturas de la escalinata de la entrada, el ladrillo caravista en la mayor parte de la fábrica, la madera en el saliente alero, de estilo aragonés, el yeso en revoques y adornos interiores y azulejos y cerámica en la decoración exterior.
Fue inaugurado en 1893 para albergar las Facultades de Medicina y Ciencias. En 1973, se trasladan éstas al Campus de la Plaza de San Francisco. En la actualidad, después de alguna remodelación -en lo que fue el Hospital Clínico- ha quedado ubicada la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. El resto de los edificios cumple otras funciones: institucional, albergando el Rectorado, cultural, acogiendo exposiciones y conferencias y científica, como sede de congresos para la difusión de la cultura y la investigación universitarias.

La sala, que en otro tiempo fue Salón de Actos, la Sala Paraninfo, se utiliza para estos eventos. Allí, con sus hermosas vidrieras, tapices, cuadros y otros adornos, igualmente espectaculares, es donde tiene lugar el acto de la Apertura de curso.

Después de las presentaciones, tomó la palabra el Director de la Universidad de la Experiencia y nos habló de lo que supone esta modalidad de Universidad para mayores: un programa cultural de la Universidad, en colaboración con los Servicios Sociales, los Ayuntamientos y otras instituciones. Felicitó a los profesores, que tienen que adaptarse a otra forma de enseñar y, por supuesto, a nosotros, los alumnos, "los mejores alumnos". Todos vamos con ilusión por aprender cosas nuevas, algo impensable en otros tiempos, a nuestra edad.
Los alumnos de Tercer año recibieron dendos diplomas, pasando por la mesa presidencial a recogerlos, con el orgullo pintado en sus rostros. ¡Enhorabuena!. Otro año serán otros quienes los reciban con satisfacción.

Seguidamente, el profesor Dn. Eladio Liñán Guijarro, impartió la lección magistral que versó sobre "Fósiles emblemáticos de Aragón". Hizo un recorrido por las distintas etapas geológicas y las zonas de la geografía aragonesa en las que se han encontrado fósiles. Como el valle del Ebro fue un fondo marino, los restos fosilizados de organismos vivos- tanto plantas como animales- son muy abundantes. De eso podemos dar fe los alumnos que en el curso pasado realizamos una salida a la sierra de Belchite; una experiencia inolvidable que nos aportó el conocimiento "in situ" de la materia que habíamos estudiado en clase.

Con la misma ilusión que en años anteriores empezaremos las clases el próximo lunes y una vez más con la ilusión que supone hacer algo que se ha elegido voluntariamente, sin imposiciones de ningún género. Esperamos llegar al final del curso contentos y satisfechos, con el convencimiento de no haber desaprovechado el tiempo.

martes, 27 de septiembre de 2011

Los gitanos



Era todo un acontecimiento en el pueblo la llegada de los gitanos.

Venían por los caminos de alguna de las localidades limítrofes, con sus rehatas de burros y mulos, transportando sobre sus lomos todas sus pertenencias. Viajaban con la casa a cuestas y donde más les apetecía montaban su campamento. Descargaban los burros y extendían por el suelo las colchonetas donde, llegada la noche dormirían bajo las estrellas. Soltaban a los animales para que pastaran libremente. Las mujeres improvisaban un fuego donde prepararían las comidas en unas grandes ollas en las que cabía todo.


Siempre tenían lugar sus visitas durante el verano, aprovechando la bonanza del tiempo. Allí solían acampar en el mismo lugar: el Pradillo. Una zona, al lado de los lavaderos, con buena hierba, donde las mujeres del pueblo ponían la ropa a blanquear. Discurría por allí un regato con agua clara que alimentaba los lavaderos y que podían utilizar para sus necesidades: higiene -no demasiada-, cocinar, bebida para los animales... Cercano existía -y existe todavía- una zona de arbolado, el soto, donde se solazaban a la sombrita, mientras la gente del pueblo, a esas horas, estaban en los rastrojos o las eras, preocupándose de recoger sus cosechas. Aquí se podría recordar la fábula de La cigarra y la hormiga. Las pequeñas hormiguitas emvidiábamos a los gitanillos que, olvidando todo disfrutaban metiéndose descalzos en la regaderilla, refrescándose y jugando bajo los árboles, mientras todos los críos del pueblo teníamos que ayudar a nuestras familias en las tareas de la recolección en el campo, en la era, llevando el agua fresca a los mayores... Nosotros no podíamos solazarnos con esos esparcimientos. Y sí, los mirábamos con cierta envidia y más de una vez hubiéramos querido cambiar nuestro lugar por el suyo.


Los gitanos mayores se dedicaban al trato, intentando vender a los lugareños alguna de sus bestias. Para probar que estaban sanas y ágiles les hacían dar unas carreras y cuando estaban ellos delante no había ningún problema pero, después de realizada la compra, el animal empezaba a cojear o presentaba cualquier otra tara, que antes no habían observado.


Las gitanas se dedicaban a la artesanía del mimbre y, allí a la sombra de los árboles se las podía ver trabajando, dando forma a cestas y canastillos de todos los tipos y tamaños, redondos, ovalados, con tapas, etc. Después, con la mercancía, rodeadas de los churretosos churumbeles, uno pegado a la teta, otros agarrados a las faldas y siempre otro en la barriga, recorrían las calles intentando vender su trabajo a las mujeres del pueblo. Ellas eran las únicas proveedoras de estos enseres tan útiles en el pueblo. La forma de pago solía ser el trueque. A cambio de la cesta pedían un trozo de tocino, un hueso de jamón o cualquier otra cosa por el estilo, que había entonces en todas las casas y que no eran de mucho aprecio, precisamente porque tenían con más abundancia. Con estos manjares y algunas patatas u otras verduras, que de pasada, podían recoger de algún huerto, preparaban su olla que después degustaría toda la tropa alrededor de la fogata.


A veces, si se enteraban de que recientemente había muerto alguna oveja u otro animal, lo desenterraban para aprovechar su carne. Siempre pensábamos que tenían unas defensas especiales para que no les sentara mal. El secreto es que lo tenían en la olla cociendo todo el día y la carne estaba más que esterilizada por efecto de la cocción tan prolongada. Eran otros tiempos. Afortunadamente hoy hemos mejorado, aunque con la crisis es demasiado frecuente encontrar personas rebuscando en los contenedores y abriendo las bolsas de basura, buscando algo comestible que poder llevarse a la boca.


Los niños sentíamos mucha curiosidad por ver el campamento y, en cuanto teníamos un rato libre aprovechábamos para acercarnos a observar, contraviniendo las recomendaciones de los mayores. La llegada de los gitanos provocaba cierto malestar entre la población, encerraban a las gallinas, que entonces andaban sueltas por las calles y se cerraban las puertas de las casas si los vecinos tenían que ausentarse. En una palabra, tenían fama de apropiarse de lo ajeno. Aunque rezaba un dicho que decía "con la cosa de los gitanos, se aprovechan los paisanos".

viernes, 23 de septiembre de 2011

La cruz invertida

Marcos Aguinis nació en Córdoba (Argentina), en 1935. De origen judío, es médico. Desde 1963, en que aparece su primer libro, no ha dejado de publicar, convirtiéndose sus últimas obras en best-sellers. También es articulista y conferenciante. Ha viajado por numerosos países. En 1963, al restaurarse la democracia en su país, fue nombrado Subsecretario y más tarde Secretario de Cultura y es el impulsor de la llamada "primavera cultural". Ha participado en organizaciones que promueven la democratización de la cultura y los derechos y deberes de los ciudadanos.

Ha recibido numerosos galardones internacionales de importantes instituciones. Entre ellos figura el Premio Planeta que le fue concedido en 1970 por su obra La cruz invertida.

Los personajes principales de la novela son:
-Carlos Samuel Torres, sacerdote.
-Agustín Buenaventura, sacerdote.
Personajes secundarios:
-Donato Pérez, comisario de Policia, condiscípulo de Carlos Samuel.
-Tardini, Obispo y antiguo condiscípulo de Carlos Samuel, en el Seminario.
-Fermín Saldaño, cura, tío de Carlos Samuel.
-Magdalena, prostituta del barrio de San José.
-Estudiantes: Néstor Fuentes, Víctor, Horacio, José Manuel, Olga, hija del Dr. Bello, comunista.

La acción se desarrolla en un país indeterminado de Hispanoamérica y nos presenta los problemas que acucian a toda la zona: la pobreza, la injusticia social, el autoritarismo y el papel de la Iglesia, alejada de los pobres, dando su apoyo a las autoridades. Hay mucha simbología y, gran parte de los capítulos, llevan títulos de libros de la Biblia, alusivos a los temas que tratan. Se transparenta en toda la obra el origen judío del autor y su profundo conocimiento de los libros sagrados.

El protagonista de la novela es Carlos Samuel Torres -en el que se puede ver al guerrillero Camilo Torres- es enviado al Seminario donde se imparte una formación tradicional, dura represiva, que anula la personalidad de los chicos. Para salir adelante ha de olvidarse de su voluntad y acatar obedientemente todas las normas. Termina los estudios con nota inmejorable en estudio y disciplina por lo que, como premio, es enviado a Europa a continuar su formación en distintas universidades. Allí en contacto con otros ambientes se abre su mente y se impregna de los nuevos vientos progresistas de la Iglesia. Cuando regresa a su país es como otra persona, con otras ideas y otros planteamientos de la religión. Solicita trabajar en el barrio de San José, pobre y marginado, y se da cuenta de todos los problemas de la gente. Toma partido del lado de los pobres, frente a las injusticias que soportan. Empiezan los problemas con el Obispo.
Junto con otro sacerdote mayor, el padre Agustín Buenaventura,- que había pasado muchos años en la selva-, son trasladados a una parroquia en un barrio de ricos. Los dos curas castigados se ponen de acuerdo para intentar cambiar las cosas predicando el Evangelio, de acuerdo con los principios de la Teología de la Liberación. Organizan charlas con los estudiantes en la parroquia, en la que todos pueden expresarse libremente. Hay manifestaciones y altercados con la Policía, incluso dentro de la iglesia. Son llamados por el Obispo, que reclama la presencia del Nuncio para realizar contra los dos sacerdotes un juicio eclesiástico que termina con la excomunión de ambos.

Esta obra fue muy polémica en su tiempo. Suscitó muchos comenterios y no precisamente por aspectos literarios sino por el tema en el que se mezclan la fe, la revolución, la justicia social, el sexo, las dictaduras, el marxismo y la Iglesia Católica. Es un libro que invita a la reflexión.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Recuerdos del verano

¡Cómo olvidarme de Pedro! Pedro es una persona especial. Es difícil precisar su edad. Probablemente pase ya de los cuarenta. Es un gigantón con alma de niño. Grande, con el pelo entrecano y la sonrisa siempre en los labios. No sé si vive habitualmente en el pueblo o, simplemente, pasa allí los veranos con su familia. Está muy curtido, de pasar muchas horas en la playa. Cada día aparece con un ramito de jazmines que va regalando, florecita a florecita, a todas las señoras que encuentra. Es una gentileza de Pedro. Va pasando por todos los grupos que están dentro del agua, con su sonrisa a cuestas. Si le preguntan, sigue sonriendo porque su lenguaje es casi nulo, hace como si escribiera con el dedo en la palma de la mano. Todo el mundo lo conoce y todos le saludan. Su padre lo vigila, a corta distancia, pero es un cuidado innecesario, porque no causa ningún problema. Como no sabe nadar, no se interna mucho en el mar, sólo se baña donde no le cubre el agua.

Y así van pasando los días y los años para él. Y cada verano lo volveremos a encontrar por la playa.

Por las mañanas, muy temprano, aparece un grupo de gimnasia, primero en tierra y después dentro del agua. Lo mismo se acercan al grupo hombres y mujeres de distintas edades, para hacer los ejercicios, cada cual según sus posibilidades. Algunos días veíamos también a un grupo que practicaba taichí. Todos con una monitora. Hay para todos los gustos.

Al lado de la playa existe una Escuela de Vela que acoge, en el verano a grupos de muchachos y muchachas de distintas edades que, aprovechando las vacaciones, pasan unos días en contacto con la naturaleza, a la vez que se inician en la práctica de los deportes en el mar.

Los mayores, salían por grupos en veleros, muy bien pertrechados. Seguramente ya habían hecho otros cursos y tenían alguna experiencia práctica. Todos los días aparecían a la misma hora acompañados de sus monitores.
Otros grupos de niños más pequeños hacen sus primeros pinitos sobre una tabla e intentan, entre carcajadas de los compañeros, mantener el equilibrio o, en una barca, aprenden a manejar los remos y controlarla. Los monitores vigilan para que no haya que lamentar ningún accidente.

Por la noche, después de cenar, dábamos largos paseos, buscando el frescor de los parques o del Paseo Marítimo. Es una delicia, al pasar cerca de algunos jardines, aspirar el aroma dulzón del jazmín pero, sobre todo, el suave perfume de "la dama de noche" que anuncia su presencia desde lejos.

Otros días el paseo se dirigía hacia los mercadillos nocturnos. Es muy entretenido el espectáculo de estos mercados al aire libre. Allí se vende cualquier cosa: ropa, calzado, bisutería, bolsos, discos... Hay muchos curiosos pululando alrededor de los puestos. Algunos compran, los más miran. Pero se pasa un buen rato observando el ir y venir de la gente ociosa. ¡Tienen tantas horas los días de vacaciones...!

viernes, 16 de septiembre de 2011

En el aire



Aquel día amaneció con un vientecillo fresco de Levante. No era un buen día para disfrutar del baño pero ofrecía las condiciones ideales para hacer volar las cometas.


Muy temprano -como temiendo que aquel viento fuera a desaparecer de un momento a otro- empezaron a verse volando por el azul del cielo, barridas las nubes,un sin fin de cometas de todos los tamaños, formas y colores. Se advertía la destreza de sus dueños, normalmente los padres de los niños que alegres las contemplaban.


Enseguida empezó a destacarse una de llamativos colores: rojo, azul y blanco, como la bandera francesa, con una larguísima cola. Comenzó a ascender alegremente, sobresaliendo por encima de las otras cometas que no podían alcanzarla. Subía, subía, se balanceaba en el aire con graciosas contorsiones... Siguió ascendiendo, subiendo cada vez más alto, hasta que dejamos de verla. Y ya libre de ataduras se perdió en el ancho cielo, seguramente iría a reunirse con otras cometas, que siguieron la misma suerte, y los globos que se les sueltan a los niños, allí en un país fantástico, de ensueño, donde sólo reina la libertad.



Otra mañana, esta vez con el viento en calma, pudimos disfrutar de un magnífico espectáculo: el lanzamiento de paracaidistas sobre las tranquilas aguas del Mar Menor.


Un avión sobrevolaba en círculos, por encima de nuestras cabezas, hasta que encontraba el lugar adecuado para el lanzamiento de su carga e iba soltando al espacio uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, hasta siete paracaidistas. Los veíamos descender, uno a uno, hasta que se iban abriendo los paracaídas y bajaban más lentamente hasta tocar el agua. Allí eran recogidos por un barco. Así toda la mañana, llegaba un avión, luego otro, y otro... soltaban su carga y volvían a la cercana base de San Javier.


Pasamos unas horas mirando al cielo, contemplando la pericia de los participantes en dichas maniobras y, una mañana de playa, a veces insulsa, se convirtió en un entretenimiento para los ociosos veraneantes.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Requiem por un sauce llorón

Cuando construyeron la Urbanización plantaron árboles en las calles, especialmente palmeras, pero en la esquina de la Avenida, los vecinos colocaron un sauce. Ello daba mayor atractivo a la zona.

El pequeño sauce era mimado por todos. Todos le vieron crecer. Unos se encargaban de regarlo, otros de podarle las ramas innecesarias. Así, con mucho cariño, se hizo un gran árbol adulto, con unas hermosas y lánguidas ramas que llegaban hasta el suelo. Era muy decorativo pero, además, cumplía una función muy importante en una zona con un clima tan caluroso: daba sombra. Al mediodía, al regreso de la playa, era una bendición hacer un alto y refugiarse bajo sus ramas. ¡Qué alivio, llegar al sauce y descansar un poco a la sombra!.

Pues bien, llegó un momento en que el pobre árbol empezó a molestar a los vecinos más próximos, por el terrible delito de desprendérsele algunas hojas que el viento arrastraba hasta sus puertas. Les molestaba tener que recogerlas diariamente. Así empezó una conspiración en contra del indefenso sauce. Se avisó al Ayuntamiento y, con no sé qué excusa le hicieron una poda drástica, quedando únicamente el tronco privado de todas sus ramas. Cuando llegó la primavera intentó defenderse y, con un hálito de vida, le brotaron unas ramitas. Esto incomodó a los furiosos vecinos que buscaron otros modos de deshacerse del infortunado árbol. Así recurrieron a aplicarle métodos aún más letales. Le echaron lejía y otros productos con el fin de matar las raíces, hasta que lo consiguieron.

En el verano, nos encontramos en el lugar donde antes estuvo un hermoso sauce llorón, como testimonio de la barbarie, un tronco seco que alguien apodó como "el árbol del ahorcado".
¡Qué triste!. Ya no había sombra, sólo un monumento a la intransigencia y a la falta de civismo. Este funesto final les aguarda a otros muchos árboles, que crecen demasiado y no son del agrado de los vecinos.

Quien haya plantado un árbol y lo haya cuidado y visto crecer, sabe lo que cuesta hasta que lo vemos grande, desarrollado. Y después... en un momento toda esa vida desaparece. No estamos en España tan sobrados de árboles para permitirnos el lujo de aniquilarlos sólo porque nos producen una pequeña molestia como es la de recoger sus hojas cuando estas caen.

Más, teniendo en cuenta la cantidad de incendios que, durante todos los veranos, se producen en nuestra geografía; unos accidentalmente,y otros por imprudencias o mala fe. Lo cierto es que cada año se pierde buena parte de la masa forestal con el consiguiente perjuicio para todos, pues sabido es que los árboles regulan el clima y la lluvia.

martes, 6 de septiembre de 2011

Impresiones del veraneo

Después de todo un año, volver al mar, es una alegría. El primer baño constituye todo un acontecimiento por lo esperado. A las 9 de la mañana ya hay muchos madrugadores dentro del agua. Un paseíto, recorriendo la playa, orillita del agua, como ejercicio preparatorio y luego...¡al agua!. El mar está tranquilo, como un fino espejo, la playa, limpia. Todavía no ha acudido la avalancha de veraneantes que dejan el lugar como si hubiera pasado una horda de vándalos.

El agua está deliciosa. En el Mar Menor no hay oleaje -como una gigantesca piscina- y la temperatura es muy agradable. Da la impresión de sumergirse en una bañera con el agua templadita. Por eso en estas playas hay muchas personas mayores, con problemas óseos. Tampoco hay peligro de ahogamiento ya que hay que hay que desplazarse mucho mar adentro hasta encontrar una profundidad que pueda ser peligrosa.

En las primeras horas del día está despejado el terreno y se puede nadar a gusto sin miedo a tropezarse con el vecino. Es un goce inenarrable zambullirse en esas aguas tan cristalinas, antes de que hayan sido removidas por la extraordinaria afluencia de bañistas. Hasta bien entrada la noche podemos encontrar veraneantes nocturnos que encuentran placer bañándose a la luz de la luna o de las farolas del paseo marítimo.

A los pocos días empezaron a aparecer las medusas. Por referencias supimos que alguna moto acuática había roto las redes de contención y, por los boquetes penetraron infinidad de medusas de todos los tamaños, unas pequeñitas como una moneda y otras enormes, como boinas flotantes. Daban la sensación de platillos volantes, con un disco de color marrón y otra parte a modo de paraguas rodeada de tentáculos de color violeta y unos gránulos del mismo color. Nunca había visto tantas y, al principio me inspiraban cierto respeto. Los jóvenes y los niños se dedicaban a cogerlas en cubos, que vaciaban en las papeleras. No debían constituir ningún peligro pues hasta los más pequeños las cogían con las manos; llegó a constituir una atracción más de la playa. No obstante no resultaba agradable el contacto y más cuando fuera del agua se convertían en una masa gelatinosa, viscosa y repugnante. También he tenido ocasión de contemplar las medusas verdaderamente peligrosas: son de color blanco, con un reborde de color azul. Creo que podré reconocerlas si alguna vez tengo la desgracia de encontrarlas, para poder huir de su contacto.

También, por algunos lugares, cerca de la orilla, se veían babosas o limacos de mar que, al menor contacto, se enroscaban. Había quien los pisaba, soltando un líquido de color morado. Siempre se encuentra a alguien que defiende a estos pobres seres argumentando que somos las personas quienes invadimos su territorio. Y tienen razón. Todos los días aparecían por la orilla, fuera del agua anguilas, de un tamaño mediano,que los pescadores sacaban del mar, abandonándolas después, hasta que acababan putrefactas en la arena. En otra playa cercana abundaban los cangrejos ermitaños y, entre la arena, berberechos pero de tamaño tan reducido que luego, en casa, pensando en un festín, quedaban reducidos a simples bichitos con poco que llevarse a la boca.

Cuando el calor aprieta y la playa se llena de gente, lo mejor es coger todos los bártulos y camino de casa a la sombrita que es donde mejor se está en las horas centrales del día. Al volver nos encontrábamos con los que aprovechan precisamente esas horas para acudir a bañarse. Muchos con niños pequeños. Aunque también, en honor a la verdad, este verano muchos niños pequeños y, no tan pequeños iban protegidos con un traje elástico, con mangas y perneras, parecido al que llevan los ciclistas, que usaban incluso dentro del agua. Va llegando la cordura a algunos padres. Algunos eran extranjeros, pero afortunamente también los utilizaban niños españoles.

lunes, 22 de agosto de 2011

La Casa de los Misterios

La Urbanización, donde he veraneado, estaba compuesta por una serie de bungalows, casitas de una planta con un pequeño jardín a la entrada. A través de los años se ha ido modificando su aspecto y de aquellas casitas blancas, todas iguales, apenas quedan algunas muestras. Los propietarios han ido transformándolas progresivamente, convirtiendo el jardincito en un porche, muchas veces acristalado, totalmente cerrado, y, construyendo encima de la edificación una nueva planta; cada cual la ha pintado asu gusto, de distintos colores, por lo que ha perdido toda la armonía del conjunto. Desastres urbanísticos consentidos por el Ayuntamiento de turno.

Estas casitas fueron compradas, en su tiempo, por matrimonios de jubilados o a punto de jubilarse. También adquirieron aquí como segunda vivienda muchas familias de extranjeros, principalmente alemanes e ingleses y algunos franceses. En general, hay buena armonía. Los alemanes son muy correctos y amables; cada vez que pasan saludan, lo mismo los padres que los niños con un ¡hola! muy gracioso. Probablemente es la única palabra que conocen de nuestro idioma. Intentan integrarse. ¡Son encantadores!.

No puede decirse lo mismo de otros grupos humanos, especialmente los ingleses que aunque te pisen no tienen la amabilidad de una disculpa y son incapaces de un saludo.
En la calle hay varias viviendas vacías porque precisamente están ocupadas durante el invierno cuando sus moradores acuden huyendo del frío de sus países de origen. En el verano vuelven a su tierra en busca de un clima más fresco que el del Mar Menor.

Una de las viviendas limítrofes si estaba habitada por no sabemos quién. Allí entraban y salían distintos individuos, todos llegaban en coches impresionantes. Sólo veíamos a una chica joven, rubia, muy guapa, de lacia melena, alta y delgada. Siempre la vimos con la misma ropa: un vestido mini, blanco, de punto calado por lo que se le transparentaba un bikini negro debajo, siempre el mismo, también. Nunca salía sola, ni iba a la playa ni de compras, en fin algo que nos parecía un poco raro.
Un día pudimos oír una discusión acalorada y llantos de la joven. Cuando después salieron llevaba unas enormes gafas de sol y un gesto de amargura que hasta nos hizo pensar que pudiera estar secuestrada. El dueño se presentaba, a veces, con un camión de matrícula inglesa, con materiales de construcción, pero nunca lo vimos con ropas de trabajo. En fin, algo muy extraño.
De repente, un buen día desaparecieron todos de la casa, quedando ésta completamente vacía y, todos los vecinos con aficiones detectivescas nos quedamos sin saber qué se cocía en la vivienda contigua. Todos habíamos podido observar a diario el movimiento de entradas y salidas que nos parecían un tanto sospechosas, intrigándonos el extraño proceder de sus moradores.

Por eso, sin previo acuerdo, desde entonces todos los vecinos dimos en llamarla La Casa de los Misterios.