viernes, 16 de septiembre de 2011

En el aire



Aquel día amaneció con un vientecillo fresco de Levante. No era un buen día para disfrutar del baño pero ofrecía las condiciones ideales para hacer volar las cometas.


Muy temprano -como temiendo que aquel viento fuera a desaparecer de un momento a otro- empezaron a verse volando por el azul del cielo, barridas las nubes,un sin fin de cometas de todos los tamaños, formas y colores. Se advertía la destreza de sus dueños, normalmente los padres de los niños que alegres las contemplaban.


Enseguida empezó a destacarse una de llamativos colores: rojo, azul y blanco, como la bandera francesa, con una larguísima cola. Comenzó a ascender alegremente, sobresaliendo por encima de las otras cometas que no podían alcanzarla. Subía, subía, se balanceaba en el aire con graciosas contorsiones... Siguió ascendiendo, subiendo cada vez más alto, hasta que dejamos de verla. Y ya libre de ataduras se perdió en el ancho cielo, seguramente iría a reunirse con otras cometas, que siguieron la misma suerte, y los globos que se les sueltan a los niños, allí en un país fantástico, de ensueño, donde sólo reina la libertad.



Otra mañana, esta vez con el viento en calma, pudimos disfrutar de un magnífico espectáculo: el lanzamiento de paracaidistas sobre las tranquilas aguas del Mar Menor.


Un avión sobrevolaba en círculos, por encima de nuestras cabezas, hasta que encontraba el lugar adecuado para el lanzamiento de su carga e iba soltando al espacio uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, hasta siete paracaidistas. Los veíamos descender, uno a uno, hasta que se iban abriendo los paracaídas y bajaban más lentamente hasta tocar el agua. Allí eran recogidos por un barco. Así toda la mañana, llegaba un avión, luego otro, y otro... soltaban su carga y volvían a la cercana base de San Javier.


Pasamos unas horas mirando al cielo, contemplando la pericia de los participantes en dichas maniobras y, una mañana de playa, a veces insulsa, se convirtió en un entretenimiento para los ociosos veraneantes.

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