sábado, 25 de febrero de 2012

Paro y Voluntariado

Hace unos días cayó en mis manos uno de esos periódicos de difusión gratuita en el que venía un artículo sobre el paro y el voluntariado. En él se decía que había aumentado el número de voluntarios entre los parados.
Antes eran los jubilados y los estudiantes los que engrosaban las filas del Voluntariado. Por lo visto ahora son los parados los que acuden a las distintas organizaciones, dedicadas al trabajo solidario, para ofrecerse como voluntarios.

Son muchas las personas que, por la triste circunstancia de haber perdido su trabajo, se encuentran con mucho tiempo libre, y, sin saber cómo emplearlo. Pues, ¿qué mejor modo que dedicar una parte del mismo a otras personas que están peor?.
Hay muchas organizaciones, en distintos ámbitos y con diversos fines que necesitan personas que, de modo altruista, colaboren en ellas. En todas, el voluntario es bien recibido. Puede elegir, según sus preferencias y/o formación ya que existen muchos campos en los que trabajar. Según sus inclinaciones se pueden dirigir hacia la atención a personas mayores solas, Residencias de Tercera Edad, talleres de manualidades, de Animación sociocultural, enseñanza del idioma a inmigrantes, y un largo ecétera, Hay para todos los gustos.

Siempre encontrará un lugar en el que pueda sentirse útil y llenar su tiempo. Quedarse en casa frustrado, sin hacer nada, viendo pasar los días, uno a uno, monótonos, puede llevar a la depresión y a la desesperanza. En el Voluntariado, además de ayudar, te ayudas. Y, quién sabe si, a través de esta vía, un día puede llegar esa oferta de trabajo tan esperada. Algunos casos he conocido.
De todas formas, siempre se recibe más de lo que se da. Y, no es un tópico. Después de haber dedicado unas horas de tu tiempo a los demás, el Voluntario se siente más feliz, más realizado; regresa a casa con la satisfacción que produce el saber que no ha sido tiempo perdido.

La crisis, desgraciadamente, parece que va para largo. Es de agradecer que los parados hayan tomado conciencia de que hay otros problemas y que ellos pueden ayudar también. Es una prueba de que hay unos valores morales que afloran en las circunstancias más desfavorables, que no todo está perdido, como creen muchas personas pesimistas. La sociedad tiene unos valores que son esperanzadores y muy dignos de tener en cuenta.

lunes, 20 de febrero de 2012

La Metamorfosis

Franz Kafka nace en Praga en 1883, en el seno de una familia judía de clase media. Estudió Derecho en la Universidad de Praga, trabajando después, como empleado, en compañías aseguradoras, trabajo que siempre odió. Vivió una vida oscura y melancólica. Se compromete dos veces con Fenice Bauer, rompiendo siempre el compromiso. Nuevamente, se compromete con una chica judía, pero tampoco llega a celebrarse la boda. Pasa los últimos años de su vida en Berlín, con Dora Diamant. Enfermo de tuberculosis, pasa por distintos sanatorios, hasta su muerte en 1924 en un centro, cerca de Viena. Antes de morir ordena que todos sus manuscritos sean quemados, pero, su amigo Max Brod no respeta su deseo, y son publicados después de su muerte. Otros papeles suyos caen en manos de los nazis, y, a algunos se les ha perdido la pista.

Entre sus muchas obras, además de La metamorfosis, podemos destacar El proceso, Carta al padre, América, La condena, El veredicto, El castillo, En la colonia penitenciaria, Un médico rural, etc. Están también sus Diarios y multitud de cartas. Salvo algunas cartas, escritas en checo, su obra está escrita en alemán.
Se le considera uno de los mejores escritores del siglo XX, influyendo, grandemente, en los autores posteriores. Influye en el surrealismo, el realismo mágico y, en general, en la literatura de posguerra.

La metamorfosis la escribió Kafka en 1912, pero, hasta noviembre de 1915, no fue publicada. Su amigo, el editor Kurt Wolf, fue quien realiza la edición, en Leipzig.

Gregorio es un joven viajante de comercio, que trabaja duramente para que su familia pueda llevar una vida desahogada. Pero una mañana, se despierta convertido en un enorme insecto, lo que le incapacitará para trabajar. Ahora es la familia la que tiene que hacerse cargo de él. Pronto irá descubriendo el egoísmo de todos, que no lo ven como a un miembro de la familia si no como a un bicho repugnante. Encerrado en su cuarto, cada vez más olvidado, experimenta la soledad, la angustia. la incomprensión, la exclusión, la frustración, la sensación de culpabilidad, hasta el extremo de que, cuando la hermana anuncia que tienen que deshacerse de ese bicho, es él quien está más convencido de que debe desaparecer. Esa misma noche, agotadas sus escasas fuerzas, muere solo, en el centro de la habitación, y es la asistenta quien lo encontrará al día siguiente.
La familia, liberada de la carga, se viste de fiesta, sale a disfrutar, haciendo nuevos planes de futuro, incluso cambiar de casa, para que nada les recuerde a Gregorio.

Kafka mezcla naturalidad, fantasía y realismo. Lo mágico, unido a lo cotidiano. Es lúcido e irónico. Expresa la vida del hombre ante lo absurdo del mundo. Es una obra claustrofóbica; toda la acción se realiza en el pequeño piso de los Samsa, más escuetamente, en la habitación de Gregorio y en el comedor de la casa, adyacente a la misma. Nos presenta un mundo de desolación. Obra de carácter simbólico. Las relaciones con su padre, siempre muy deterioradas, afloran en la novela.
Las tres salidas de Gregorio de su habitación dividen a la obra en cuatro partes diferenciadas por la actitud de los otros personajes hacia el protagonista. El narrador está en tercera persona, pero es un narrador muy especial, que siempre nos conduce en el relato, a través de Gregorio; el lector conoce lo que ocurre en la casa por lo que escucha a través de la puerta o las paredes de su cuarto. Sabe lo que piensa y siente en cada momento. Respecto a los otros personajes es más ambiguo.
La prosa es sencillamente perfecta. Es de fácil lectura, al contrario de otras obras de Kafka.

domingo, 12 de febrero de 2012

Envejecimiento activo

La mayor esperanza de vida es un triunfo de la Humanidad pero también supone un reto. Ello conlleva un aumento de las demandas sociales y económicas.

Las personas mayores poseen unos valores no desdeñables, como son la experiencia de la vida y lo que éso supone. Contribuyen, de alguna manera, al estado socioeconómico de su país.

En el año 2000 había alrededor de 60 millones de personas de más de 60 años. En el 2025 se calcula que habrá 1,2 billones y, en el 2050 se llegará a los 2 billones. La mayor parte estarán en los países en vías de desarrollo, especialmente en Asia.
En los países desarrollados la población de mayores crece muy deprisa y las mujeres viven más que los hombres. Como resultado de esta tendencia cada vez hay más personas enfermas o con discapacidades, lo que supone una carga social. En estos países predominan las enfermedades crónicas.
Los países en vías de desarrollo, actualmente están luchando para erradicar las enfermedades infecciosas, pero, a medida que avancen en su desarrollo, con la industrialización, aumentarán las enfermedades crónicas, mentales, por accidentes, degenerativas, etc. Son causa de discapacidad y de disminución de calidad de vida.

Las discapacidades producidas por el envejecimiento pueden prevenirse, o, en último caso, retrasarse. Y, aquí es donde hay que trabajar para que las personas mayores sean válidas por más tiempo.
Para ello hay que prepararse para afrontar los años de la forma más saludable posible.
El envejecimiento es un proceso largo, dura toda la vida. En el ciclo de la vida hay una progresión desde la infancia que alcanza su punto álgido en la juventud y que luego va descendiendo hasta el final. En ésto influyen los hábitos de vida: alimentación, ejercicio, tabaco, alcohol, etc. A veces un accidente o una enfermedad influyen de forma negativa, acelerando el proceso, pero, en general, el desgaste está relacionado con la forma de vida. Y aquí si que el individuo es parte activa en su propio deterioro. Por eso, el abandonar hábitos no saludables , como el tabaco y el alcohol, fomentando otros beneficiosos, como el ejercicio físico, va a repercutir en el estado de salud, disminuyendo el riesgo de enfermedades coronarias.

Siempre, la vejez se ha asociado con enfermedades, dependencia, pasividad, aislamiento social...
Ésto es algo que está cambiando, y, cada vez más, los mayores se convierten en parte activa de la sociedad, adaptándose a los nuevos tiempos y, aportando otros valores, actuando, en muchos casos en actividades voluntarias solidarias, en su comunidad.
El ser elementos activos repercute en la salud física y mental de los individuos.

La mujer, en casi todos los países del mundo vive más años que el hombre, pero, por razones históricas, ha tenido un menor acceso a la educación, al trabajo y al poder. Como consecuencia, la mujer mayor está en desventaja, suele tener menor poder adquisitivo y peores condiciones de salud. La mujer se preocupa más de cuidar a su familia que de su propio cuidado.

Lo mismo, hombres que mujeres han de aprovechar las oportunidades que les brinda la sociedad actual para conseguir un bienestar físico, psíquico y social, a lo largo de toda la vida. Es más importante vivir mejor que vivir más. Hay que darle más vida a los años que no más años a la vida.
Hay que permanecer activo físicamente, por medio de actividades deportivas o recreativas. Siempre se podrá elegir un ejercicio o deporte que sea del agrado y esté en consonancia con nuestras capacidades.
Podemos asistir a múltiples eventos culturales como exposiciones,conferencias, presentaciones de libros, conciertos, cine, etc. Y ¿por qué no seguir aprendiendo?. Todos podemos aprender, a cualquier edad. Hay muchos cursos dedicados a las personas mayores. ¡No les tengamos miedo!.
Mientras tengamos ilusión y curiosidad por lo que nos rodea, nos sentiremos vivos.
Otro punto, a tener en cuenta, son las relaciones familiares. Actualmente, los abuelos constituyen un pilar importante en la familia; son muchos los que se hacen cargo de los nietos mientras los hijos trabajan.
El mantenerse sanos y activos depende, en gran medida de nosotros, no dejemos la responsabilidad a otros.

Este año 2012, es el Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Intergeneracional. Tiene como finalidad fomentar los esfuerzos de los Estados miembros para que los ciudadanos tengan un papel activo en la sociedad por muchos años y vivan de la forma más saludable y satisfactoria posible.
Hay mucha vida todavía a partir se los 60 y la sociedad aprecia cada día más la contribución de los mayores. Aprovechar más la vida, no menos, cuando se envejece. Ahora tenemos tiempo para poder realizar todo aquello que nos hubiera gustado hacer en la juventud, y que, por distintas razones, no fue posible. Todos tenemos alguna "asignatura pendiente" que aprobar.

sábado, 11 de febrero de 2012

¡ Aquellos inviernos !

Cuando cada año nos llega una ola de frío polar, de ésas que todo el mundo dice no haber conocido nunca, me vienen los recuerdos de aquellos inviernos de mi niñez en un pueblo de la vieja Castilla.

Veo aquellas nevadas que tapaban las entradas de las casas y a los hombres quitando la nieve con palas, haciendo caminos para que los niños pudiésemos asistir a la escuela y los mayores a realizar las tareas más necesarias.
Después, cuando se derretía la nieve y por la noche helaba, se formaban, bajo los tejados, enormes carámbanos que rompíamos a pedradas o con garrotes. Como las calles no estaban pavimentadas, se formaban tremendos barrizales y había que transitar con los zuecos (allí se llamaban "chanclos"), que nos colocábamos encima de las zapatillas de paño. El domingo, cuando la misa, se colocaban a la entrada de la iglesia, debajo de la pila del agua bendita y, era curioso, al salir, todo el mundo buscando, en el montón, el par que le correspondía.

Había que calentar las casas y, a tal efecto se encendían las cocinas "económicas" que, bien surtidas de leña se ponían al rojo y despedían suficiente calor como para que se caldease bien la pieza y poder estar de forma confortable, aunque fuera se helaran las palabras. El fuego se aprovechaba también para asar patatas, castañas o algún otro manjar por el estilo.
En casa teníamos "gloria", una forma de calefacción, ya usada por los romanos, y que consiste en una serie de túneles, debajo del suelo de las habitaciones, que se desean calentar, con una boca por donde se enciende el fuego, y el aire caliente se extiende por todos los canales, pudiéndose cerrar, cuando haya salido el humo, para conservar el calor, por medio de una pieza que cierra la chimenea. Este método, lógicamente sólo puede ser utilizado en la planta baja.
En casa de mi abuela usaban el brasero, bajo la mesa camilla, y allí, todos alrededor, se pasaban las veladas invernales, contando las escasas novedades del pueblo y las viejas historias, repetidas año tras año.
Los dormitorios estaban en la planta de arriba y allí no llegaba el calor, por lo que daba pereza tener que subir a acostarse. Las sábanas, de puro frías, parecían húmedas. Así que primero había que calentar la cama. Para esta operación había muchos métodos. Desde la simple botella o calorífico de barro, que se llenaban de agua caliente, pasando por los calentadores de cobre -hoy exhibidos como piezas decorativas en los salones o recibidores-, hasta el simple brasero, con su alambrera, que se ponía un rato dentro de la cama para calentar la ropa. Recuerdo otro artilugio más antiguo, que llamábamos "burro" y que consistía en un doble bastidor de madera (para proteger la ropa de la cama) dentro del cual se colocaba un brasero u otro recipiente con brasas.

No existía la ropa de que disponemos ahora. Además el abrigo se reservaba para los días de fiesta, por lo que para no helarnos, teníamos que forrarnos, literalmente, con otras prendas.
Las abuelas hilaban y, con el producto, se tejían toda suerte de prendas interiores y exteriores: calcetines, bufandas, gorros, jerseis,fajas, guantes, toquillas... Llamaban lana "borreguera"; eran prendas incómodas, que "picaban", pero abrigaban mucho.
Las mujeres que tenían niños o, si había algún enfermo en casa, y era necesario lavar la ropa, cuando llegaban a los lavaderos, los encontraban con una gruesa capa de hielo y, para poder lavar, tenían que coger una piedra y romperla.

Pese a todas las protecciones que estaban a su alcance, la mayoría de los chiquillos pasaba el invierno con "sabañones" que salían en las manos, los pies y hasta en las orejas. Nunca tuve tal enfermedad, pero debían ser muy molestas las llagas que se formaban. Pensé que se habían erradicado como otras enfermedades de aquella época, pero no hace muchos años, he vuelto a verlos en las orejas de un chaval, también en un pueblo castellanoleonés.

No olvidemos tan pronto aquellos tiempos y que sirvan un poco de recordatorio para las personas mayores, que los vivimos y que, pese a la actual crisis, espero que no tengamos que volver a sufrir. También los jóvenes deben pensar que gracias al esfuerzo y sacrificio de otras generaciones, se han encontrado con un mundo más cómodo. Pese a todo, recuerdo con cariño aquellos tiempos y que, de ninguna manera, quiero olvidar.

miércoles, 8 de febrero de 2012

¿Quién teme a Virginia Wolf?

Es la primera película que dirige Mike Nichols, en 1966. Está basada en la obra teatral, del mismo título, de Edward Albee y adaptada por Ernest Lehman. Fue nominada para los premios Óscar en todas las categorías, obteniendo cinco estatuillas, una de ellas para Elizabeth Taylor, como mejor actriz. Se rodó en la Universidad de Cambrige (Massachusetts).

Los intérpretes son: Elizabeth Taylor, Richard Burton, Sandy Dennis y George Segal.
George es un oscuro profesor de Historia de una universidad estadounidense, casado con Martha, hija del Rector de dicha universidad. No tienen hijos y llevan una existencia de odio contenido.
George es débil, a su edad no ha conseguido tener un puesto importante, pese a estar casado con la hija del Director. Martha es dominante, psicótica y amargada. Ambos tienen personalidades autodestructivas.
Los otros dos personajes son un joven matrimonio. Él enseña Biología en la Universidad. Acaban de llegar y no han hecho aún amistades, por lo que aceptan una invitación de Martha para "tomar la última copa" en su casa, después de una fiesta en casa del Director.
Es un sábado por la noche. Se encierran los dos matrimonios entre cuatro paredes y allí, amenizado por dosis ingentes de alcohol, tendrá lugar un juego despiadado en el que afloran todas las miserias, deseos y frustraciones de las dos parejas, llegando a los insultos, vejaciones (Martha llega a escupir a su marido en la cara), amenazas... En un principio, por parte de los anfitriones pero, después, entran en el juego también los invitados, sacando a la luz, no sólo sus miserias y sus miedos, si no los de las familias.
Es un toma y daca de defensa-recriminación. Hace referencia a hechos irreales (el hijo) o falsos (embarazo psicológico). Todos son personajes muy complejos. El lenguaje es espontáneo y realista, barriobajero, difícil de oír en el cine, en la época en que fue rodada la película. La burguesía "respetable" se destapa.
Las interpretaciones son extraordinarias. Buena banda sonora. El título alude a una canción de Los tres cerditos de Wald Disney, jugando con el significado "lobo" de wolf. Los personajes la entonan varias veces, a lo largo de la noche.
Todo termina cuando, ya ha amanecido y los invitados regresan a su casa, expulsados de malos modos, y se queda a solas el matrimonio. Entonces Martha confiesa que sí, ella tiene miedo.

Hemos podido volver a ver la película gracias al ciclo que la CAI ha programado: "Parejas en blanco y negro". Es en versión original, para los domingos de febrero.