martes, 7 de julio de 2020

Cita a las ocho

    Cada día, durante el confinamiento, al llegar las ocho de la tarde se abrían los balcones y terrazas y todos salíamos a aplaudir, en señal de agradecimiento y homenaje a tantos profesionales que, en los tiempos difíciles de la pandemia, han velado por la salud y el bienestar de todos los ciudadanos. En agradecimiento a todos los servicios esenciales sin los cuales habría sido imposible la vida durante el largo período de la cuarentena.

    De forma muy especial a todo el personal sanitario que, tantas veces, carentes de medios de protección personal han estado ahí, en primera línea, exponiendo su salud y su vida por todos los demás, desbordados de trabajo, sin tiempo para descansar y poder recuperarse, cuando no paraban de llegar enfermos y los hospitales se quedaban pequeños y había que improvisar para acoger a tantas víctimas del coronavirus.

    Nuestro agradecimiento, también a las Fuerzas del Orden: Ejército y Guardia Civil que tan valiosísimos servicios han prestado allí donde haya sido necesaria su presencia. Los hemos visto desinfectando zonas de aglomeramiento como estaciones, Residencias de Ancianos, zonas deportivas, en funciones de vigilancia, en fin. en todos los lugares donde se haya requerido su trabajo.
No podemos olvidar a los Cuerpos de Bomberos que también han colaborado allí donde ha sido necesario su buen hacer.

    Las farmacias también han estado abiertas para dispensar los medicamentos  y asesorar a los ciudadanos. Se han encargado así mismo de la distribución de mascarillas que, en los primeros momentos eran tan escasas que ni los sanitarios podían disponer de las necesarias.
Muchas asociaciones de mujeres y, otras de forma individual, han colaborado de forma voluntaria en la elaboración de estos adminículos tan necesarios en residencias, hospitales, etc. Ahora es algo que se encuentra presente en los escaparates, con distintas líneas de moda, pero, no olvidemos que hubo un tiempo en que era dificilísimo encontrar en ninguna parte.

    No podemos olvidarnos del personal que trabaja en los supermercados y en las tiendas de Alimentación, en general. Gracias a ellos hemos estado abastecidos en todo momento y no puede decirse que hayan faltado productos necesarios. Lo mismo los transportistas que no han parado en su trabajo para acercar los víveres a las ciudades y asegurar el suministro de todos los productos frescos necesarios.  Ahí han estado también los Mercados Centrales donde se hacen las transacciones.
Hay que agradecer también a los agricultores y ganaderos que, con su trabajo, han podido suministrar alimentos frescos, a diario. El personal de los Mataderos siempre ha estado al pie del cañón para que no faltase la carne en nuestra dieta.
No nos podemos olvidar de las personas del Servicio de Limpieza, algo siempre necesario pero más en tiempos de epidemias, cuando la higiene es uno de los pilares en el control de las enfermedades.

    Cómo olvidarse de los Servicios de Tanatorios y Cementerios que se han visto desbordados en su trabajo, no pudiendo atender adecuadamente, como hubiera sido su deseo.

    Cómo podríamos olvidarnos de los científicos que en los laboratorios no han parado de trabajar en busca de medicamentos para el tratamiento de la enfermedad y, sobre todo, en busca de una vacuna eficaz contra el covid-19. Por ahora se va controlando, pero no está vencido. Todos esperamos que para el otoño podamos disponer de una vacuna, al menos para las personas de mayor riesgo. Sabemos que requiere su tiempo, que se han de realizar pruebas que garanticen su utilización, sin grandes riesgos. Todo eso lleva su tiempo pero el tiempo apremia y nadie quiere que vuelva otra oleada igual o peor que la pasada. El miedo a un nuevo confinamiento está presente en el aire que se respira.

    Es una pena que después del empeño que ha puesto tanta gente en cuidarnos, cuando ya se ha establecido la Desescalada porque la cuestión económica es muy importante, haya tantas personas que se saltan a la torera todas las medidas sanitarias impuestas en beneficio de todos. Ya sabemos que la mascarilla, sobre todo en verano, es incómoda, pero sí, algo necesario y debemos usarla por nosotros y por los demás. Es frecuente ver a la gente circular por la calle sin mascarilla, otros la llevan quitada, en la mano o en el brazo. Otros muchos la llevan mal colocada, sin cubrir la nariz, en fin un desastre.En cuanto a mantener las distancias pasa otro tanto. No es raro encontrar personas charlando en grupos numerosos o sentadas en las mesa de las cafeterías, donde deberían estar  cuatro como máximo. En el parque ocurre lo mismo, ahí suelen ser jóvenes, grupos muy numerosos echados en el césped, sin guardar las distancias. Pero no son sólo los jóvenes los que incumplen las normas. Así ocurre lo que está ocurriendo por todo el territorio. Cada día aparecen nuevos brotes, teniendo que volver al confinamiento.
En muchos casos son los temporeros que están trabajando en la recogida de la fruta. Es verdad que estas personas suelen vivir en condiciones poco saludables: hacinamiento y falta de medios para mantener una higiene adecuada. Pero otras veces los rebrotes son debidos a reuniones familiares, tiempos de ocio... Muchos son asintomáticos  y si no saben que padecen la enfermedad no hay aislamiento y, mientras, están expandiendo el virus por todas partes.

    Seamos  todos más responsables y solidarios y respetemos las normas sanitarias que no se han puesto para fastidiar a nadie si no para protegernos a todos.
Por la tarde, cuando llega la hora de la cita parece que falta algo. Era una forma de saber que todos estábamos en el mismo barco y de agradecer, mediante los aplausos todo aquello que están haciendo por los demás.
Nunca olvidaremos canciones como "Resistiré" que ha quedado como el himno del confinamiento. Han compuesto otras canciones muy emotivas que expresan de forma genial todos los sentimientos que han embargado los corazones agradecidos. Sólo podemos decir GRACIAS.