sábado, 7 de abril de 2012

La Aljafería



El palacio de La Aljafería ha pasado por muchas vicisitudes a través de la historia. En 1931 fue declarado monumento histórico-artístico, no obstante, tuvieron que pasar muchos años hasta poder contemplarlo con el aspecto que tiene actualmente. Mucho tiempo y mucho esfuerzo para rescatarlo del estado lamentable en que se encontraba.

En el año 2001 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad al mudéjar aragonés, siendo este palacio su mejor representación.


Se han instalado en él las Cortes de Aragón, dándole una finalidad institucional.


Toda la obra ha sido restaurada, en lo posible, señalándose la parte restaurada y la original, sobre todo en la ornamentación y pinturas murales.


El palacio islámico fue mandado construir por el rey de la taifa zaragozana Almuqtadir, allá por el siglo XI. Se edificó como residencia de recreo, fuera del recinto de la ciudad, en una llanura cerca del Ebro. Por él pasaron todos los intelectuales de la época, ya que , por motivos políticos, muchos personajes importantes huyeron de Córdoba, refugiándose en la corte de Zaragoza, convirtiéndose ésta en el centro cultural musulmán más importante de la península.

Es de planta cuadrada, con un recinto amurallado reforzado por torreones semicirculares. Está adosada también la Torre del Trovador, de planta cuadrada, rematada por almenas. Recibe este nombre por una obra de carácter legendario en la que se inspiró Verdi para componer su obra Il Trovatore. Esta torre fue destinada a cárcel de la Inquisición, y después hasta hace pocos años, pues pueden leerse, todavía, en las paredes, nombres y fechas escritos por los presos. Es la parte más antigua del edificio.

El palacio propiamente dicho tiene un patio central con jardines por los que discurre el agua, tan importante para los pueblos del desierto. Está rodeado de dos pórticos laterales a los que se abrían las dependencias del rey, en el de la derecha y, en el ala opuesta, las dependencias de las mujeres. Estos pórticos están formados por arcos mixtilíneos y lobulados, decorados profusamente con trabajos en yeso, hasta cubrir toda la superficie - puesto que los musulmanes tienen "horror vacuo"-, con motivos vegetales y lacerías. Sólo se aprecia un faisán, que se cree es la representación del rey. Estaba todo pintado en rojo, azul y dorado, aunque en muchos lugares ha desaparecido la pintura, lo mismo que en las paredes. En un ángulo, un arco de herradura da acceso al oratorio privado del rey. Lo que se conserva es una maravilla. Está rodeado de versos coránicos y encima un corredor ciego, formado por arcos lobulados y entrelazados, de una belleza impresionante. Estaba rematado por una cúpula que fue suprimida para construir encima un salón en época posterior. Este oratorio ha sido utilizado como cocina, por lo que es aún más milagroso que hoy podamos admirar la parte que sobrevive.


Al ser conquistada Zaragoza a los musulmanes en 1118, este palacio pasa a ser utilizado como residencia de los reyes cristianos. Éstos llevan a cabo modificaciones y ampliaciones. De esta época es la iglesia de San Martín, situada a la derecha del patio de entrada de su mismo nombre. También las salas mudéjar del palacio de Pedro IV, que hoy se utilizan en algunas reuniones con mandatarios políticos. Así mismo, la llamada alcoba de Santa Isabel, por creer que en ella nació la que luego se convertiría en reina de Portugal. Se conservan pinturas en rojo y dorado en los artesonados y algunos restos en las paredes.


En el año 1492, año emblemático, los Reyes Católicos mandan construir, encima del palacio musulmán, otros salones a los que se accede por una escalera munumental, iluminada con unos ventanales con ornamentación en la que se mezclan elementos tardogóticos y renacentistas.

En el Salón del Trono podemos admirar el artesonado, con casetones de los que cuelgan unas piñas doradas. Por todas partes aparecen el yugo y las flechas y la leyenda "Tanto monta, monta tanto" de los soberanos. Hay que admirar también los suelos, de cerámica de Muel, se conservan algunos trozos originales. Al lado del salón están las salas de los Pasos perdidos, donde las personas que esperaban ser recibidas por los reyes, paseaban su espera, ya que no había asientos.


En la época de Felipe II, después del problema con el Justicia de Aragón, este palacio símbolo del poder, lo convirtió en una fortaleza, para lo cual mandó construir el foso que lo rodea y unos torreones en las esquinas. En tiempos de Carlos III, y después con Isabel II, sufrió nuevas modificaciones, convirtiéndose en un cuartel.


En la actualidad, se han tenido que hacer otras modificaciones para ubicar a las Cortes de Aragón en el recinto, convirtiéndose este edificio emblemático, desde 1987, en la sede de la institución que representa a todos los aragoneses.

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