Ya ha finalizado el otoño dando paso al frío invierno. Ya lo estamos sufriendo.
No obstante en otoño hemos podido disfrutar de los paseos al aire libre, en plena naturaleza, viendo caer las hojas amarillas. Me recuerdan siempre un libro de Llamazares que muestra la soledad del hombre que se empecata en permanecer solo en un pueblo del que ha huido todo el mundo. Debe ser muy triste encontrarse solo en invierno , sin vecinos ni nadie a quien acudir en un momento en que se necesita la ayuda de otro ser vivo que nos saque de apuros en esos momentos que todos tenemos, cuando el médico está a dos horas de camino por unos senderos de cabras donde no puede entrar un coche. Por eso han desaparecido tantos pueblos.
¿Por qué a las personas mayores nos gusta especialmente el otoño? No me lo explico pero es así. Yo disfruto esos paseos por las zonas donde hay arbolado y ver caer las hojas amarillas, marrones, rojas...Es un prodigio de belleza ver la naturaleza con ese colorido, Cada día podemos observar cómo van cambiando. En las calles se van formando remolinos con el viento y parece que están jugando a algún juego misterioso. Las personas encargadas de la limpieza hacen cuanto está en sus manos para que todo esté limpio pero se encuentran sobrepasadas por el trabajo y es imposible la limpieza. En los parques pasa otro tanto. Los senderos están cubiertos de hojas y no dan abasto a recogerlas. A mí, concretamente, me gusta pisarlas y sentir bajo mis pies el sonido que producen.
