domingo, 6 de septiembre de 2020

Vacaciones

     Este año, pensé que me quedaría sin vacaciones. Y, desde luego, el destino donde todos los años paso dos meses largos ha quedado vetado puesto que ha sido uno de los puntos negros en la pandemia. Ha habido muchas personas contagiadas y bastantes fallecimientos por lo que los amigos me recomendaron que no pusiera los pies por allí. De todos modos, las piscinas permanecerían cerradas y los actos culturales  de fin de semana, organizados por el Ayuntamiento, han sido suspendidos. En fin, que para no salir de casa , mejor quedarse aquí y seguir la rutina diaria.

    Ya sin esperanzas de vacaciones, se me presentó la ocasión de salir un fin de semana a una magnífica playa del Mediterráneo. Pronto se prepara la maleta para tan corto espacio de tiempo. Además el viaje sería de lo más cómodo. Me recogerían y me dejarían en la puerta de casa, sin ningún problema añadido.

El destino, Canet d'en Berenguer, un pueblo-urbanización, próximo a Sagunto. El viaje por la Autovía del Mudéjar hasta Sagunto, resultó muy cómodo.Ya conocía, de otras veces, la ruta hasta Teruel. Altos páramos, estepa seca en esta estación, sólo algunos olivares rompen la monotonía del paisaje. Después que nos internamos en la provincia de Valencia, las cosas cambiaron. Atravesamos las estribaciones del Sistema Ibérico, cubiertas de árboles, en su mayoría pinos. En las vaguadas, plantaciones de naranjos, los más antiguos de España. El naranjo fue introducido por los árabes en la Edad Media y encontraron en estas tierras, por su clima, el lugar más adecuado, siendo la Comunidad valenciana la principal exportadora de cítricos en el mundo.  Seguimos el valle del río Palancia que desemboca en el mar a través de dos brazos, en las proximidades de Sagunto. Como telón de fondo, la sierra Calderona, rica en manantiales que abastecen a los pueblos de la comarca y riegan las ricas huertas.

    Actualmente, Canet d'en Berenguer es una zona turística con multitud de edificios de apartamentos y hoteles. Canet significa cañas y debe su nombre a que toda la zona era una llanura pantanosa, cubierta de cañas y otras plantas semiacuáticas. Actualmente ha sido desecada y urbanizada para construir. Existe una zona de dunas, protegida, entre el paseo marítimo y el mar. En esta estación no había más que algunas plantas secas; en la primavera, espero que el aspecto será muy distinto.

    El campo de Murviedro es una comarca al norte de la provincia de Valencia que comprende una serie de pueblecitos, desperdigados por las laderas de la montaña hasta el mar. Cada uno de ellos tiene su encanto.

 La zona de playas es muy amplia. La costa es baja y arenosa y, en algunos tramos con cantos rodados, un tanto incómodos para andar. Por las circunstancias actuales, antes de entrar hay que desinfectarse las manos y, por supuesto, usando la mascarilla, aunque esta se puede suprimir en la zona de baño. La arena está cuadriculada por medio de cintas de diversos colores. Tienen distinto tamaño , según el número de personas que vayan a ocuparlas. Las cuadrículas de alrededor permanecerán vacías, de modo que se respete la distancia social.

    Esos días el mar estaba un poco "picado". Lucía la bandera amarilla y en algunos puntos, la roja. Las olas rompían con tal fuerza que, al menor descuido, podían derribar a una persona. Sólo pude pasear por la orilla, disfrutando del sol y la brisa marina, mojándome los pies y poco más. Algunos valientes, o imprudentes, entraban mar adentro, pero no era lo común; la mayoría se conformaba con pasear por la orilla o tomar el sol en la arena. El agua estaba con una temperatura muy agradable.

    Después, ya sin el peligro de las olas, podíamos disfrutar un rato en la piscina de la Urbanización con el agua calentita.

    Una cosa que me llamó la atención fue la existencia de una playa exclusiva para perros y sus dueños, algo que no había visto en ningún otro lugar y que me parece una buena idea ya que así también los canes pueden disfrutar de su baño sin molestar a otras personas.

    Otra cosa que me asombró es el faro que, curiosamrnte, no está en la costa, si no tierra adentro. Y ¿esto por qué?. Pues muy fácil. Lo que ahora es un faro, siglos atrás fue una torre vigía, destinada a observar la costa y dar el aviso de los barcos que se acercaban, puesto que el Mediterráneo era una zona en la que eran frecuentes los ataques  de los piratas.

    En la tarde del sábado pudimos acudir a la celebración de la Eucaristía en una capilla, situada en la zona de la playa, en la que nos pudimos sentar todos, al aire libre, en un jardín cubierto por toldos, con una capillita que en el invierno puede cerrarse, quedando un recinto más reducido. El altar también estaba montado al aire libre, guardando todas las distancias y demás normas sanitarias. Ya nos explicaron la forma de acercarse a comulgar y el orden para la salida.

    El domingo, después de la comida, toca recoger y prepararse para el regreso, que tuvo lugar sin mayores incidentes. 

    


 


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