Es un documental de Juan Manuel Cotelo sobre la vida del sacerdote Pablo Domíguez, muerto trágicamente en un accidente en el Moncayo, en Febrero de 2009. En una época en que el desprestigio del sacerdote es lo que prima, valientemente Cotelo va contra corriente y nos cuenta la historia de un cura de nuestro tiempo modelo de compromiso en su vocación.
El director da la cara y explica los motivos que le llevaron a realizar este documental. Después saca la cámara a la calle y pregunta a la gente su opinión sobre los curas hoy. Hay respuestas para todos los gustos pero predominan las que valoran positivamente la labor de los sacerdotes. No es lo que nos muestran habitualmente los medios de comunicación.
Entrevista a muchas personas que convivieron con él: familia, amigos, compañeros de estudios, obispos.... La opinión de todos es unánime. Pablo era un ser excepcional. Su vida impactó a mucha gente por su compromiso, alegría, sentido del humor, integridad, honestidad, cercanía,...
Además del sacerdocio estudió Filosofía y Teología, siendo profesor en la Facultad de San Dámaso. Era muy requerido para dar Ejercicios Espirituales en Instituciones religiosas. Por su forma de hablar tan cercana atraía a muchos fieles a sus misas para oírle sus homilías o ser oídos en confesión. Siempre estaba dispuesto a escuchar a cualquiera que lo necesitase, no importaba la hora. Con los niños era algo especial porque tenía alma de niño.
Otra pasión suya era la montaña. En total unión con la naturaleza, allí en lo alto se sentía más cerca de Dios. Cuando llegaba a la cima celebraba la misa tanto si estaba solo como si había ido en compañía de otros amigos.
Algunas veces había predicho que moriría joven, tenía esa premonición y no la temía. La muerte, en nuestra sociedad, es un tabú. Para Pablo es sólo una puerta; no es importante la puerta sino lo que hay más allá, una vida infinítamente mejor que esta.
Estaba dando unos ejercicios en un monasterio de Navarra, a 20 kms. del Moncayo y quiso subir a este macizo, que no había hecho, cuando después de llegar a la cumbre comunicó a su familia la feliz noticia y ya no se supo más. Un accidente terminó con su vida y la de otra montañera que lo acompañaba. Tenía 42 años.
Profundidad, alegría, humor, lágrimas sin sentimentalismos. Eso es este documental. Hay que verlo.
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