lunes, 6 de septiembre de 2010

La playa

La playa es casi sinónimo de veraneo. Aunque hay otro tipo de vacaciones muy interesantes, ir unos días a la playa para disfrutar de los baños de mar y adquirir ese bonito bronceado de la piel, es saludable y placentero.

Ir por la mañana temprano y contemplar el mar sereno, aún sin hollar, pasear por la orilla y darse un baño produce un goce indecible. Después, poco a poco, va apareciendo ese bosque multicolor de sombrillas y bañistas y ya, según va avanzando el día, encontrar un huequecito para poder plantar una más o extender una toalla, resulta una tarea harto difícil. Lo mismo ocurre a la salida del baño, que es casi imposible localizar ese precioso metro cuadrado de arena entre toda la barahúnda playera.

Por eso, lo mejor es madrugar y bañarse cuando el agua está transparente como el cristal, disfrutar libremente de la natación, sin agobio de multitudes y, cuando aprieta el calor, volverse tranquilamente para encontrar la paz en la sombra de casa.

La playa es un mundo curioso y variopinto y observarla es muy entretenido y sociológicamente instructivo.

Hay grupos que parece que fueran a pasar allí una temporada, no se olvidan de nada: sombrillas, toallas, mesas, hamacas, sillas, tablas, colchones hinchables, flotadores, "churros", neveras repletas de alimentos y refrescos, bolsas, las cremas para el sol, juguetes para los niños, juegos para los mayores... en fin que necesitan un camión de mudanzas para transportarlo todo.Y todas estas cosas cada vez más sofisticadas, porque ¡hay que ver lo que inventan!. En los brazos de las hamacas dispositivos para colocar el vaso con la bebida, reposacabezas de lo más cómodo, carritos con ruedas acoplados a las sombrillas para poder llevar cómodamente todos los bártulos; en fin, que la imaginación no cesa de inventar artilugios que faciliten la vida, ya de por sí descansada de las vacaciones.

En cuanto a tomar el sol, desoyendo todo consejo médico, pues como en una parrilla: hacia arriba, hacia abajo, de un lado, del otro... porque algunas personas no tienen un centímetro de piel sin tostar.

¿Y los niños? Hay quien los lleva después de las doce, sin protección de gorro o camiseta, exponiéndolos a una grave insolación.

En cuanto a los cuerpos de hombres y mujeres, hay de todos los tipos: sirénidos, los menos y cetáceos, los más. Con esta exposición, sin estadísticas, que no se necesitan, se ve cómo ha aumentado la obesidad, no sólo en las personas mayores, si no entre los jóvenes, sobre todo en las féminas.

Si alguien tiene algún complejo, después de observar este curioso mundillo, creo que le desaparece, así como el temor al ridículo, pues aquí se ve de todo y nadie se espanta de nada.

Hay que dar un toque al sentido de ciudadanía y respetar el entorno. Es inadmisible, existiendo papeleras, que aparezcan en la arena o en el agua bolsas de plástico, botellas, pañales, compresas, restos de alimentos, etc... Los servicios de limpieza no pueden ir detrás de cada uno y, para que las playas estén limpias, es necesaria la colaboración de todos.

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