Es una obra de José Luis Olaizola. El autor nace en San Sebastián, en 1927. Estudia Derecho y ejerció como abogado durante 15 años, abandonando su trabajo para dedicarse en exclusiva a la literatura. También escribe guiones cinematográficos.
Tiene una obra extensa, con numerosos premios. En 1976, el Premio Ateneo de Sevilla, por Planicio. En 1983, el Premio de Literatura Infantil Barco de Vapor por su novela Cucho. En 1983, el Premio Planeta por La Guerra del General Escobar.
La novela Planicio contiene parte de las vivencias del autor, que desciende de una familia de patrones de pesca, él mismo fue remero y, sobre todo, se desarrolla en su ciudad natal, en los tiempos de la postguerra.
Pachi Lourido, protagonista, junto con su hijo, es gallego de nacimiento, pero desde pequeño ha vivido en el País Vasco y se siente identificado con la tierra y sus gentes. Todo el mundo lo conoce por sus apodos "Gallego" o "Cimarrón". Es un gigantón que ha tenido muchos oficios: pescador, remero en las trineras, cocinero de barco, curandero, zapatero remendón... Pero, poco amigo del trabajo, procura escaquearse y arrimar el hombro lo menos posible. Su pasión es el frontón. Juega utilizando sus tretas y, sobre todo le apasionan las apuestas. Cuando gana no le duele invitar a los amigos, otras veces pierde. De todas formas pocas veces le llega el dinero para llevar a casa. Pero, eso sí, es amante de la buena mesa.
Es viudo y vive, en un miserable sobreático, con su hijo de 13 años al que todos llaman Planicio porque tiene los pies planos y una curiosa forma de andar y sobre todo, corer, "con un trotecillo de caballo de caserío". Es un chico bueno por naturaleza, sin malicia, nunca se enfada con nadie, pero que desespera al Gallego porque dice que no vale para la vida. Desde que murió su madre pasa hambre de continuo porque con el dinero del "aita" no se puede contar. Tiene que colocarse de chico de los recados y después de recogepelotas en el Club de Tenis para lograr hacerse con alguna propinilla.
Pachi logra colocarse con D. Román, antiguo Jefe de Hacienda, en San Sebastián, que debido a una enfermedad rara tiene una parálisis progresiva, y está en una silla de ruedas. Vive con Menchu, una hermana solterona, de carácter más bien agrio.
Su trabajo consiste en sacarlo a pasear por las tardes. Pachi le hace vivir una vida que ya no esperaba. Suben a los montes, disfrutan de los atardeceres en las orillas del mar, van al cine, frecuentan las tabernitas, donde meriendan. D. Román espera ilusionado la hora del paseo. Así conoce a Planicio y nace entre el inválido y el niño una entrañable amistad, que durará hasta el final. Preocupado por el futuro del niño, consigue que ingrese como fámulo en un buen colegio. donde podrá estudiar ya que es inteligente y disfruta leyendo los libros que le presta D. Román.
Un día le da Menchu a Pachi un cheque para que lo cobre en el Banco. Cuando se ve con 300 pesetas en el bolsillo, no se le ocurre otra cosa que ir a un frontón a apostar, perdiéndolas. No se atreve a presentarse por la casa de D. Román quien, en atención al niño, impide que su hermana de aviso a la Policía. Al cabo de un mes, cuando Jacinto (al servicio de la Casa Condal), buen amigo de Pachi, le presta el dinero y va a devolverlo, se encuentra a Menchu sola en la casa y tiene lugar "una semiviolación consentida". De resultas queda embarazada con el consiguiente problema del honor de la familia. Se reunen los hermanos y acuerdan que tienen que casarse. Con la dote de la novia y los préstamos de los hermanos montarán un bar-restaurante, pero tienen que hacerse cargo de los cuidados del inválido, que va empeorando de día en día. Se acuerda la fecha de la boda pero el novio desaparece. Pachi, siempre tan cínico, tiene un rasgo de dignidad y no quiere casarse sin aportar nada al matrimonio, por lo que se embarca, como cocinero, en un pesquero. Ha guardado el traje y la esperanza de tener un restaurante al regreso.
Es un libro ameno, bien escrito, de fácil lectura, que nos hace recordar las penurias de los tiempos de la postguerra, con las cartillas del racionamiento, pero nos hace disfrutar también con la bondad y la ingenuidad de Planicio, un personaje entrañable.
Hay muchas palabras en euskera, pero al pie de página viene la traducción.
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