lunes, 7 de enero de 2013

Juegos y juguetes



Ante la fiesta de los Reyes Magos, día de la ilusión infantil, a los que ya somos mayores nos vienen a la memoria los días, tan lejanos ya, de nuestra infancia.

Este año, con los tremendos efectos de la crisis que afecta a tantas familias, con los padres en paro, se habrá notado a la hora de los regalos navideños y también, cómo no, en los juguetes de los niños en este día tan señalado. Ya, hace tiempo, hemos podido ver en rastrillos navideños y otros puestos, cuasi callejeros, venta de juguetes de segunda mano a precios muy asequibles, donde Sus Majestades han podido hacer sus compras sin desequilibrar mucho los presupuestos. Y es que los niños "ricos" hoy tienen demasiados juguetes, algunos de los cuales ni han sacado de sus cajas. Pero si es que los niños, actualmente, no tienen tiempo de jugar. Salen del colegio y, el que más y el que menos, tienen alguna actividad extraescolar y llegan a casa y les esperan los deberes; cuando terminan, ya rendidos, la ducha, la cena y a dormir.

Cuando veo el panorama de los niños de hoy me dan pena y recuerdo con nostalgia los tiempos de mi niñez. Entonces, cuando salíamos de la escuela, nos daban la merienda y a la calle a jugar. No teníamos juguetes pero tampoco eran necesarios para divertirnos y pasarlo en grande, a nuestras anchas, con total libertad.

En la calle podíamos jugar a "las cuatro esquinas", al "marro", Al "escondite", a la "comba"...
Otro juego al que solíamos jugar las niñas era el de "los secretos". Consistía en hacer un pequeño hoyo en la tierra (en lugares poco frecuentados, escondidos), se ponían dentro pequeños trocitos de papeles de colores y encima, cubriéndolos, un trozo de cristal de alguna botella rota, blanco o verde. Después lo tapábamos con tierra, con el fin de disimular el lugar. Cuando nos apetecía íbamos a verlos: los destapábamos un poco y los volvíamos a cubrir con la tierra. Algunas veces ocurría que alguien había descubierto el lugar y nos encontrábamos el hoyo vacío, llevándonos un tremendo berrinche.

Los juegos del corro también nos ocupaban muchas horas de diversión. Había muchas canciones de "corro"que pronto quedarán en el olvido, a no ser que algún investigador se preocupe de rescatarlas, antes de su total desaparición.

Había distintos juegos, según las estaciones del año. En el verano jugábamos mucho a "las tabas", al "tapulero" y también con las muñecas, mientras los mayores dormían la siesta. Las muñecas las fabricábamos nosotras, de trapo, y también su ajuar: vestiditos, chaquetitas de punto, gorros, el colchón, etc. Para ello aprovechábamos los recortes de tela que sobraban de nuestros vestidos o los retales, ya inservibles que tiraba la modista.
Recuerdo con cariño una muñeca que me hizo la abuela. Era grande y con mucho estilo, pues era una experta en la costura.
También solíamos jugar a las tiendas con pesos construidos con dos tapas de botes, unidos con un alambre y suspendidos con hilos. Todo era muy rudimentario pero servía perfectamente para su finalidad.

Los muchachos tenían otro tipo de juegos, algo más violentos, como "el burro"; jugaban con pelotas, también confeccionadas por ellos, en el muro de la iglesia o alguna otra pared que ofreciera condiciones idóneas. También al fútbol, cuando alguien conseguía un balón -no de reglamento, claro-.Otros juegos de chicos eran "la tarusa", "las chapas", las canicas,y los cartones de las cajas de cerillas.

En todos estos juegos no había un solo juguete comprado en la tienda y nadie los echaba a faltar. No necesitábamos que nuestros padres gastasen dinero para divertirnos. Tampoco estaban los tiempos para gastos supérfluos, había otras necesidades más perentorias.

Si una de las funciones principales del juego es la socialización, desde luego, aquellos si que la cumplían a la perfección. Había unas reglas que había que cumplir y una jerarquía; siempre estaba la "madre" que dirigía y llevaba la voz cantante y todo el mundo obedecía y el que no, se quedaba sin jugar.

Los niños de hoy están en sus casas solos,  ya que muchos son hijos únicos y no tienen hermanos con quien compartir juegos y experiencias. Se pasan horas abstraídos, apretando botones en sus "maquinitas", están como en otra galaxia...Sin compañeros el juego mal pueden socializarse y aprender normas de conducta.

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