jueves, 1 de mayo de 2014

La pasión de Juana de Arco

Con La pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer, finalizó el Ciclo de Cine mudo con acompañamiento musical, que cada año organiza la Facultad de Filosofía y Letras. Esta película fue presentada por el profesor D. Fernando Ferreruela Sanz que nos marcó las directrices del film, lo que el director se había propuesto al realizarla y aquello en lo que debíamos fijar nuestra atención. Habló también el pianista que, habitualmente, acompaña con su música la proyección. Ya nos comunicó la dificultad que entraña este film en el que apenas hay acción, son los sentimientos los que priman y hay que reflejarlos con una música más pausada pero haciendo hincapié en los momentos álgidos en los que el dramatimo del sufrimiento de la heroína lo requiere. El resultado fue magnífico y recibió muchos aplausos al final de la proyección.

    Carl Theodor Dreyer nace en Copenhague en 1889 y muere en 1968. Sus padres fueron Josephine Nilsson y Jus Christian Torp. Su madre trabajaba en la granja de Torp, en Suecia. Al quedarse embarazada fue repudiada, basándose en la diferencia económica y de clase. Nació en Copenhague como hijo ilegítimo. Fue abandonado por su madre, terminando en un orfanato, siendo adoptado por la familia Dreyer, recibiendo el nombre y apellido del padre adoptivo.

    Fue educado en el luteranismo, de forma rígida, influyendo estas enseñanzas severas en su vida y en su obra. Trabajó como periodista, iniciándose su vocación por el cine. En sus comienzos, allá por 1918, no tuvo mucho éxito. La fama le llegó con El amo de la casa, en 1925. Su prestigio llegó a Francia donde le propusieron hacer un largometraje sobre una heroína nacional como Catalina de Médicis, Juana de Arco  o María Antonieta. Por un sorteo salió Juana de Arco y así se rodó La passion de Jeanne d`Arc, que se estrenó en 1928, su primer gran clásico, aunque no fue un éxito de taquilla.

    Con la ayuda de Pierre Champion escribió el guión, basado en la transcripción que se conserva del proceso de Juana de Arco, con las declaraciones de la procesada y las preguntas de los jueces inquisitoriales. Tiene influencias del realismo y del exprexionismo, pero sin maquillajes ni decorados, con una desnudez total de artificios superfluos. Los fondos son blancos y apenas hay otros elementos que los personajes. Toda la película está hecha a base de primerísimos planos en los se nos muestra la expresión de sufrimiento de la encausada y las miradas y los gestos burlescos de los jueces con caras feas y desabridas. Uno de ellos presenta unos mechones de pelos, a modo de cuernos, que le dan un aspecto diabólico. En la película están narradas las últimas horas de vida con el final del proceso y la condena en la hoguera. La inocencia y veracidad de la Santa destacan frente a la malicia y doblez de los jueces. Al final hay un personaje colectivo: el pueblo que al ver el suplicio proclaman su santidad, clamando contra los verdugos.

    Dreyer es un director muy encerrado en sus ideas. Aunque su carrera fue larga, sin embargo, no es prolífico. Prefirió la calidad a la cantidad. Su honestidad consigo mismo y con su trabajo  y su vocación hacia el cine como expresión artística le llevó a hacer sólo aquellas películas que quería hacer y tal como él lo pensaba. Era perfeccionista. Su cine busca las experiencias íntimas del hombre y trata de adentrarse en el misterio de los conflictos internos del ser humano.

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