viernes, 3 de octubre de 2014

La Ilíada

    La Iíiada, junto con La Odisea constituyen los dos poemas de la Epopeya griega, las obras más antiguas escritas de la literatura occidental. Se le atribuyen a Homero, aedo de la Grecia antigua. Se ha puesto en duda si el autor de las dos obras es la misma persona, así como también su misma existencia. Los hechos que se cuentan, en la época antigua, se consideraban como reales.

    Etimológicamente Homero significa rehén o hijo de rehén. Estos eran prisioneros de las batallas, que no se destinaban a las guerras por desconfiar de su lealtad. Se les encargaba el trabajo de recordar la poesía épica local para que no se olvidasen los hechos pasados, antes de que apareciera la literatura escrita. Por tanto se componían para ser cantados, acompañados de instrumentos, por las plazas públicas.
También se ha sugerido que Homero significa el que no ve, es decir, ciego.

    Poco o nada se sabe a ciencia cierta de su vida. Varios lugares se disputan ser su cuna. Hay quien dice que procedía de Babilonia, otros que era de Chipre. Por sus rasgos lingüísticos parece proceder de la Jonia colonial, ( hoy Turquía), en el Asia Menor. Según una antigua tradición que data del siglo V a.C, su muerte tuvo lugar en la isla de Pausanias.

    El nombre de Ilíada alude a la ciudad de Troya o Ilión. Parece ser que fue escrito en el siglo VIII a.C. Está compuesto en hexámetros dactílicos y consta de 15.693 versos, divididos en 24 cantos o rapsodias.

    Narra los acontecimientos ocurridos durante 51 días del décimo y último año de la guerra de Troya.
La guerra de Troya tiene lugar después del rapto de Helena, esposa de Menelao, por Paris, hijo de Príamo, rey de Troya. Los griegos, llamados también en el poema dánaos, aqueos y argivos, sintiéndose injuriados, forman una coalición de los distintos pueblos que habitan la península y las islas del Egeo, al mando de Agamenón, hermano de Menelao, declarando la guerra a los troyanos o teucros.

    Después de una prolongada guerra, con fortuna alterna, los oráculos pronostican la derrota de los aqueos si Agamenón no devuelve a su patria a la sacerdotisa Criseida, que había sido hecha esclava, formando parte del botín de guerra. Al perder esta esclava el rey Agamenón le arrebata la esclava Briseida a Aquiles que  la tenía en mucha consideración y que le había correspondido también en un reparto del botín. Aquiles entra en cólera contra Agamenón y se niega a luchar él y los suyos hasta que las naves aqueas sean incendiadas. La diosa Tetis, madre de Aquiles, viendo el sufrimiento de su hijo, intercede ante Zeus para que los troyanos venzan a los dánaos.
Los dioses intervienen en los asuntos de los mortales; unos ayudan a un bando y otros al contrario. Así Juno y Palas Atenea están a favor de los aqueos y Apolo y Afrodita protegen a los teucros.
Los guerreros más sobresalientes de los aqueos son: Agamenón, Menelao, Ulises, Diómedes, Aquiles, Patroclo, Ayax, Néstor... Entre los teucros destacan: Héctor, Paris, Eneas, Glauco, Sarpedón, Agenor, Polidamante,...
Vista la ventaja de los troyanos, los aqueos deciden construir una muralla alrededor del campamento pero los enemigos logran abrir una brecha en la misma y después de una encarnizada lucha logran llegar hasta las naves. Asustados los aqueos con el cariz que toman los acontecimientos, el rey Agamenón manda mensajeros a la tienda de Aquiles prometiendo devolverle la esclava con numerosos regalos y la mano de una de sus hijas si accede a luchar, pero el héroe no se fía de las buenas palabras del jefe y se niega. Patroclo, el amigo más querido de Aquiles, le suplica que ya que él sigue encolerizado le permita ir a luchar con todos sus mirmidones. Accede y le presta sus armas por lo cual los troyanos lo confunden con Aquiles. Lucha con ardor pero es muerto por Héctor, quien le roba las armas. Los aqueos defienden el cuerpo de Aquiles y consiguen llevarlo al campamento para que tengan lugar las exequias en su honor.
La muerte de Patroclo mueve al héroe a salir al campo de batalla a vengar su muerte. Se ha quedado sin armas por lo que Tetis acude a Hefesto, quien en una noche fabrica la armadura y las armas necesarias,como jamás se vieron otras. Así salió al campo de batalla a enfrentarse con Héctor a quien logra dar muerte y , atado a su carro lo arrastra hasta el campamento aqueo. Esto produce la desmoralización en el campo troyano y el dolor de sus padres Príamo y Hécuba y de su amada esposa Andrómaca. Tanto es así que el anciano rey, protegido por los dioses, sale de noche  de la ciudad y llega hasta la tienda de Aquiles para solicitar el cuerpo del hijo y poder celebrar las exequias y el banquete funerario. Compadecido Aquiles se lo entrega y le promete una tregua de 12 días.

En la Ilíada no se nos narra la muerte de Aquiles pero se sabe que, según su destino, no volverá a su patria con el rey Peleo, su padre.Tampoco se tiene noticia del episodio del caballo de Troya, del que se hace mención en la Odisea. El poema finaliza con las exequias de Patroclo y Héctor.

    El estilo es poético-narrativo, objetivo. Abundan los símiles o comparaciones. Se hace alusión a la genealogía de los guerreros .
Los temas que trata son: la gloria, el respeto, el honor, la ira, el destino marcado por los dioses. Los dioses son los que mueven los hilos de toda la trama, ellos son los verdaderos artífices de los actos humanos, ayudando a unos o a otros recurriendo a todas las artimañas posibles.
 
    Nos da noticias sobre las armas que utilizaban en la lucha como picas o lanzas, espadas de doble filo, arco y flechas, piedras...
La armadura estaba formada por un casco, coronado por crines de caballo; la loriga, una armadura de bronce; grebas, unas protecciones para las piernas, hasta las rodillas; el escudo de pieles de buey, recubierto con capas de bronce, y abrazadera.

    La guerra cuerpo a cuerpo es dura. Los carros de combate avasallaban a los guerreros de a pie. Describe con crudeza las heridas y los cuerpos mutilados. Les mueve el odio y la venganza hacia el enemigo pero también hay detalles que muestran la compasión.

   Las obras de Homero han influido en la literatura occidental y han sido de obligado estudio. Hay muchas adaptaciones y versiones en prosa y verso. Han sido llevadas al cine en numerosas ocasiones, en teatro, televisión y comics.

    El ejemplar que he leído pertenecía a la colección Austral, impreso en Argentina en 1954.

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