domingo, 14 de junio de 2015

Visita cultural a la cuenca del Matarraña

    Como final de las actividades del curso el Centro Cívico de Casablanca organizó una excursión a la comarca turolense del Matarraña que resultó muy del agrado de todos por su buena organización e interés de la visita.
Llevamos una guía que, ya en el autobús, demostró unos conocimientos vastísimos de la geografía y, sobre todo, de la historia de los lugares por donde pasábamos. Nos habló del poblado íbero-romano de los sedetanos, de Azaila, que yo ya había visitado tiempo atrás pero que me sirvió de recordatorio. Fue excavado por el arqueólogo Juan Cabré y el profesor M. Beltrán.

    Nuestro primer destino era Valderrobres, cabeza de la comarca y centro administrativo. El núcleo urbano está bien diferenciado en dos zonas. Atravesado por el Matarraña, al norte se encuentra  el casco histórico y, al sur del río la población más moderna, sin interés artístico ni histórico alguno. Actualmente es donde viven la mayor parte de los habitantes, ciertamente con más comodidades que en la empinada ladera de la colina en la que se asienta el antiguo poblado medieval.

    El lugar fue reconquistada a los árabes por Alfonso II que lo donó al obispo de Zaragoza con la intención de que se construyera allí un castillo que sirviera de defensa a la cercana frontera. En 1307 el obispo de Zaragoza, Pedro Torroja, se convierte en el señor feudal de la zona y el arzobispo Pedro López de Luna emprende la construcción del castillo y la iglesia. A partir de 1390 el arzobispo García Fernández de Heredia convierte el castillo en palacio residencial y termina la iglesia, excepto la torre que se terminará bajo el mandato de Dalmacio Mur  y Cevellón. Los escudos de estos prelados aparecen en muchos lugares de la construcción palaciega. A mediados del siglo XVI Hernando de Aragón mandó construir el muro del patio de armas, el distribuidor de la planta noble y el retablo mayor de la iglesia. A partir de entonces los arzobispos dejaron de preocuparse por Valderrobres y tanto el castillo como la iglesia sufrieron las consecuencias de la desidia. Con la desamortización pasó a manos del Estado y el abandono fue total. Últimamente se han emprendido las obras de restauración y, aunque aún quedan zonas por rehabilitar, es una obra muy digna y un punto de referencia del gótico levantino en Aragón.

    Si entramos por la parte sur al casco antiguo y monumental, tenemos que cruzar el río por un puente medieval, muy bien conservado. Es de finales del siglo XIV y principios del XV. El puente termina en el Portal de San Roque,una de las siete puertas de que disponía la muralla. Al lado se encuentra el Ayuntamiento, a imitación del de Alcañiz. Espléndido edificio renacentista de estilo aragonés, con su alero voladizo, las arcadas en la planta superior y un hermoso balcón que da a la plaza. Tiene también una lonja donde se celebraba el mercado. Este edificio fue reproducido para la Exposición Universal de Barcelona, en 1929, y figura en el Pueblo Español.
En la plaza hay hermosas casas de la misma época así como también La Posada, hoy convertida en restaurante en cuyas cuadras tuvimos el gusto de comer.

    Empezamos la visita por el castillo, hermosa fábrica de sillares de piedra, como todo el casco histórico. El exterior es imponente, de estilo gótico, almenado, con cuatro torres en las esquinas, ventanas geminadas en la planta noble y una galería de ventanales abiertos en la planta alta.
Entramos por la puerta principal al recibidor donde descabalgaban los señores, pasando a las caballerizas y los aposentos de los mozos de cuadras que conservan su techumbre original con bóvedas de medio cañón apuntado. Hoy son salas de exposiciones.
Por una escalera se accede a la Sala Capitular, con techumbre de madera y arcos diafragma, rodeada por un banco de piedra y que, seguramente sirvió como sala de espera. A través de una escalera se llega a la planta primera con un pórtico donde se encuentran dependencias como la cocina, despensas y la necesaria o retrete.
Subiendo un poco más se llega a la planta noble con el Salón de las Chimeneas (3), un inmenso aposento con ventanales góticos con bancos a los lados (ventanas festejadoras). Por una puerta comunica con las dependencias privadas del obispo, con el Salón Sur, que sería su despacho y sala de estar. Falta por reconstruir lo que serían el dormitorio y el vestidor.
La cocina es una sala con el fogón en el centro y una elevada cúpula octogonal, sobre trompas, para facilitar la salida del humo. Comunica con el Salón de las Chimeneas a través de estas que se utilizarían también para preparar asados que así  llegarían calientes a la mesa.
En la segunda planta se ven los restos del antiguo castillo, asentado en la misma roca que aflora en el centro y que forma como un patio, tipo claustro.
Por medio de una escalera metálica se sube a las estancias más altas, las galerías, que tienen unas magníficas vistas. Antiguamente formaban compartimentos y servían de granero y alojamiento del personal de servicio.
En la planta inferior, debajo de lo que sería la torre del homenaje, hay un recinto de mazmorras, que llaman el Pozo de la Mano Peluda.
Vimos también lo que fue la bodega, con espacios para tres enormes toneles de 5000 ls. cada uno.
Había un paso que comunicaba los aposentos privados del obispo por el que pasaba a su tribuna en la iglesia.

    La iglesia de Samta María la Mayor es de estilo gótico levantino.La fachada tiene un enorme rosetón, más propio de una catedral. La portada tiene once arquivoltas en degradación. En ella aparece la historia de Noé y los profetas , la Anunciación, la Huida a Egipto y a los lados cuatro esculturas grandes, dos de ellas son de los Oferentes. En los canecillos y las gárgolas, así como en la cornisa aparecen animales y motivos vegetales.
La iglesia es de una sola nave , con capillas entre los contrafuertes. Tiene arcos apuntados y bóvedas de crucería, siendo notables las claves. Posee una galería o capilla del obispo en su parte alta. A los pies se exponen los restos del magnífico retablo de Jerónimo Cósida, incendiado durante la guerra.

    Callejeando por el pueblo podemos admirar los restos de la muralla, otra puerta de la misma y algunas casas señoriales, como el Torreón de Valentinet y el Hospital que durante siglos sirvió de asilo a los pobres y huérfanos y después fue convertido en escuelas públicas. En la actualidad es un centro cultural que alberga fotografías de los monumentos de los pueblos de la comarca.
La iglesia, en 1931, con la República, fue declarada Monumento Histórico y, en 2004 la iglesia de Santa María la Mayor, el Castillo, el Ayuntamiento y todo el casco antiguo fueron declarados  Bien de Interés cultural, por el Gobierno de Aragón.

    Por la tarde, emprendimos rumbo a la población de Calaceite. Etimológicamente significa "castillo de Zeid". Es un municipio de unos 1300 habitantes de la comarca del Matarraña. Está situado en un cerro y rodeado de otras alturas. El antiguo poblado nació al abrigo del castillo del que no se conserva nada. La primitiva iglesia de San Pedro fue construida sobre la antigua mezquita.
En sus inmediaciones se han encontrado restos arqueológicos con pinturas rupestres. Este trabajo se debe al arqueólogo calacitano Juan Cabré. A él está dedicado un museo en la localidad.
Cerca está el poblado ibérico de San Antonio, descubierto por Juan Cabré y después por otros catalanes. Los restos encontrados están en los museos de Madrid y Barcelona.
Se conoce muy pocco de la época musulmana. Calaceite es conquistada en 1132 por Alfonso I, los árabes la recuperaron y fue conquistada nuevamente por Ramón Berenguer IV,aunque la reconquista definitiva la llevó a cabo su hijo Alfonso II entre 1168 y 1169. Primero fue señorío de Bernat de Cambrils y sus herederos, después pasó al obispo de Tortosa y, finalmente, a la Orden de Calatrava. En 1442 volvió a depender del obispo de Tortosa hasta 1823.
A mediados del siglo XVIII sufrió una serie de calamidades como la peste, sequía... En la Sublevación de Cataluña, al igual que Tortosa, estuvo en contra de las tropas franco-catalanas lo que motivó que fuera saqueada e incendiada la villa. Después se operó una transformación. El comercio del aceite era próspero y vivió momentos de esplendor siendo muchos edificios grandiosos construidos en este periodo. En la Guerra de Sucesión luchó en el bando del archiduque por lo que los ejércitos de Felipe V tomaron represalias sobre la población. La Guerra de la Independencia no tuvo mucha repercusión pero si las Guerras Carlistas, al igual que toda la comarca por las campañas de Cabrera. La Guerra Civil también afectó a villa, primero fueron víctimas de las tropas del Frente Popular que incendiaron los edificios religiosos y el Ayuntamiento. Al llegar las tropas de Franco ocurrió otro tanto y muchas familias republicanas tuvieron que emigrar a Francia. Después de la guerra, emigración hacia las ciudades en busca de trabajo y, naturalmente, descenso de la población.

    Hicimos un recorrido por el Casco Histórico admirando su hermoso caserío, las imponentes casas solariegas, en piedra, con gran profusión de balcones -algunos esquinados- y muy buenos trabajos de forja. Las puertas doveladas hablan de tiempos de abundancia.
La iglesia parroquial de la Asunción tiene una portada imponente, barroca con columnas salomónicas en mármol negro. Son también dignas de mención la capilla del Pilar -sobre un arco- y la de San Antonio. En la Plaza Mayor está el Ayuntamiento, con lonjas para el mercado y al lado, una recoleta placita, destinada tambéen a las funciones del mercado.
La población está declarada como Conjunto Histórico Artístico con pleno derecho y es uno de los pueblos más bonitos de España.

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