martes, 11 de junio de 2019

Encuentro interparroquial

    Este año el Encuentro ha tenido lugar en El Burgo de Osma con parroquias de Madrid y Zaragoza, todas regidas por la Orden Agustiniana.

    Como estaba programado, salimos de Zaragoza a las ocho de la mañana, prometiéndose un hermoso día de junio. Después de hacer un pequeño alto en el camino reanudamos la marcha llegando al lugar de destino poco después de las diez y media. Ya estaban allí los cuatro autocares que habían salido de Madrid.

    El Burgo de Osma es una villa de interés turístico. Pertenece a la provincia de Soria. En las lomas cercanas existió una población romana: Uxama. En época del alto medievo Osma es un núcleo de población al que se le fueron uniendo nuevas construcciones dando lugar a la población actual. Villa episcopal, una de las primeras de Hispania pues hay documentación según la cual ya en el siglo VI tomó parte en los Concilios de Toledo. Comprendía tierras de otras provincias hasta que se hicieron las actuales demarcaciones.

    La primera visita fue a la Catedral, primero por libre y después en visita guiada.
Fue erigida sobre otra de estilo románico de la que sólo se conservan la Sala Capitular y algunos lienzos de muros. La actual catedral es gótica y se construyó en muy pocos años por lo que su estructura es homogénea. Se consagra en 1232 y en 1235 es canonizado en ella Santo Domingo de Guzmán, que había nacido en Caleruega (Burgos), un pueblecito cercano. Al ver la catedral lo primero que salta a la vista es una espléndida torre de 72 metros de altura. Es barroca y sustituyó a la antigua que se derrumbó.
El edificio es de planta basilical con tres naves de arcos apuntados y bóvedas de crucería simple. Tiene tres entradas: San Miguel, Capiscolia y la entrada Principal. La de Capiscolia es la más sobria. La portada Principal es de finales del siglo XIII. Inicialmente el tema era la Coronación de María. Bajo el tímpano aparece la Dormición de la Virgen, rodeada de los apóstoles. En las jambas están Moisés y la Anunciación y, a la derecha, personajes del Antiguo Testamento: Salomón, Judith y la reina de Saba. En el parteluz, Jesús resucitado con las llagas de la Pasión. En el siglo XVIII se modificó, construyendo un arco que lo protege y encima un mirador.
En el interior, un hermoso retablo en el altar mayor , obra de Juan de Juni y discípulos. Es dorado y presenta tres calles. Está dedicado a la Virgen. En la calle del centro figura la Dormición de la Virgen, rodeada de los apóstoles y San Pedro de Osma y Santo Domingo; encima, la Asunción de Nuestra Señora y más arriba, la Coronación. En lo más alto culmina con Cristo en la Cruz. En las calles laterales figuran escenas de la Virgen, su genealogía, en la izquierda y, en la derecha, pasajes de su vida en relación con Jesús.
En las naves laterales se abren capillas dedicadas a San Pedro de Osma, Santiago, Virgen del Rosario, Virgen del Espino, etc. A la de San pedro de Osma se accede por una doble escalera y guarda los restos del santo. Por debajo se entra en la Sala Capitular, toda ella románica, con pinturas en techo y arcos. En el centro se encuentra el sepulcro que albergó los restos de San Pedro de Osma. Es de piedra policromada, con escenas esculpidas de la vida del santo.
El claustro es de estilo gótico tardío y vino a sustituir a otro románico. Es cuadrado, con bóvedas más artísticas, de una gran altura, con ménsulas historiadas; en las esquinas los escudos del patrocinador, Don Alonso Enriqéz. Tiene enormes ventanales con tracerías góticas.
 El coro es de estilo renacentista, con sillería de madera de nogal. Conserva dos órganos. En el Trascoro hay un retablo dedicado a San Miguel y en la parte superior, las ruedas de Santa Catalina y el escudo del obispo Acosta.  El púlpito es del siglo XVI, esculpido en mármol blanco. Son de destacar las rejas que cierran las capillas y el ábside.
Hay que destacar que posee un beato,- comentarios al Apocalipsis-, miniado. En el museo podemos contemplar pintura, escultura, retablos, muestras de ropas litúrgicas con textiles antiguos, piezas de orfebrería, etc. Muchas de estas obras proceden de iglesias desacralizadas, de pueblos que han perdido sus habitantes. Hay también una buena cantidad de cantorales antiguos.
En el siglo XVIII se hace una ampliación, desaparecen los absidiolos y se construye una girola en torno al altar mayor, así como también se añade una sacristía y una capilla dedicada al Beato Juan Palafox. Esta obra se debe a que el confesor del rey Carlos III era natural de la villa y consiguió que se hicieran tales obras, trayendo de la corte a los mejores artistas del momento: Ventura Rodríguez, Sabatini, Maella...Por lo mismo se construyó el Hospital de San Agustín, en lo que es la Plaza Mayor. Tiene una fachada imponente con columnas y, encima de la puerta, en una hornacina la escultura del santo titular. Tiene dos torres rematadas por chapiteles.

    La Misa se celebró en el Convento del Carmen , que data del siglo XVII, destacando las tallas de la Virgen del Carmen, San Juan de la Cruz y Santa Teresa. Posee un órgano francés del siglo XIX.

    El seminario de Santo Domingo también se debe a la influencia del confesor del rey. De estilo neoclásico, los planos son de Sabatini. Posee una buena biblioteca con algunos incunables.

    Se hizo la hora de la comida y fuimos callejeando por las típicas calles con sus soportales de vigas de madera hasta la Plaza Mayor, plaza típica castellana , centro de la vida de la villa, con su Ayuntamiento neomudéjar y el ya citado Hospital de San Agustín. A todos nos llamó la atención la limpieza de las calles y el cuidado de los monumentos.
La comida tuvo lugar en lo que fue una antigua alhóndiga episcopal, institución que tuvo gran importancia evitando la especulación con el trigo y asegurando que no les faltara el pan a los pobres.
Después recorrimos las típicas calles, como El Caracol,una calleja estrecha detrás de la catedral, que vuelve y revuelve, adaptándose a las formas del templo.
Pudimos contemplar el Palacio Episcopal, un macizo edificio del siglo XVI con una curiosa puerta de arco lobulado conopial. En nuestro callejear llegamos hasta las murallas del siglo XV, mandadas construir por el obispo Montoya. Entramos por una de las puertas. Saliendo  por el arco nos encontramos con un puentecito de piedra sobre el río Ucero. Llegamos hasta la Universidad de Santa Catalina, fundada en 1550 por el obispo Acosta y clausurada en 1841. Actualmente es un hotel. Es un edificio de piedra con patio interior y arcadas y una escalera monumental. En la fachada lucen los escudos de Felipe II y del obispo Acosta.

    Por la tarde, en autobús, nos dirigimos hacia la villa soriana de Almazán.
En 1086, Alfonso VI la conquista a los musulmanes, pero éstos la vuelven a recuperar y es el rey aragonés Alfonso I quien la conquista definitivamente en 1128. Al morir este rey pasa a poder de Castilla, con Alfonso VII, quien entrega la villa a la Orden de Calatrava para que se encargue de su defensa.  Allí murió Tirso de Molina, en el convento de la Merced y es el lugar de nacimiento de Diego Laínez, teólogo que tomó parte activa en el concilio de Trento. En la Plaza Mayor tiene una estatua que nos lo recuerda.
Paseando por las calles llegamos al recinto histórico, entrando por una puerta de la muralla, con un reloj, hasta la Plaza Mayor donde se encuentra el Ayuntamiento , el palacio de los Hurtado de Mendoza y la iglesia románica de San Miguel.
La planta de esta iglesia es un poco irregular debido al terreno y a la presencia dela muralla. Tiene tres naves, la del centro de mayor anchura que las laterales. Presenta un ábside y dos absidiolos con múltiples capillas laterales. En el ábside, un Cristo suspendido de la bóveda. Existen tallas románicas y retablos procedentes de otras iglesias. Llama la atención un Cristo de madera, articulado que se encontró enterrado bajo un altar. Lo más interesante es la cúpula central del crucero, con arcos que forman una estrella de ocho puntas, de clara influencia islámica.
En el exterior presenta un nártex y el ábside con tres estrechas ventanas cerradas con alabastro, flanqueadas con columnas. La cornisa con arcos apoyados en canecillos. Encima de la cúpula aparece un cimborrio de dos cuerpos. El campanario es de planta octogonal.
Siguiendo hacia el sur  avistamos varios edificios con escudos nobiliarios; rematando el final de la calle una mole  que llega hasta el borde de la muralla. Es el convento de clarisas. Bordeándolo por el exterior hay una pasarela desde la que se divisa, al fondo, el Duero entre frondosas arboledas. Al lado del puente hay una curiosa pasarela que atraviesa el cauce, sirviendo de ameno paseo y evitando los peligros del tráfico.

    Llegó la hora del regreso y todos nos acomodamos en en el autocar. Aunque cansados todavía les quedaron fuerzas a algunos para seguir la marcha removiendo todas las canciones del repertorio de las excursiones. Al fin, satisfechos, quedamos emplazados para el próximo año del cual desconocemos hasta el destino. Pero eso es lo de menos, lo importante es pasar un día en sana convivencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario