domingo, 7 de febrero de 2010

Las cenizas de Ángela

Por un azar llegó el libro a mis manos y, como había visto en televisión parte de la película del mismo título, me embargó la curiosidad y decidí leerlo. Es bastante voluminoso pero lo terminé en una semana, lo que quiere decir que desde la primera página quedé atrapada.



Su autor es Frank Mc. Court. Nacido en un barrio de Nueva York, de padres irlandeses, nos narra su infancia y su adolescencia desgraciadas.



Sus padres inmigrantes, malviven en la ciudad de los rascacielos. El autor es el mayor de varios hermanos y por esta circunstancia se responsabiliza muchas veces, siendo muy niño del cuidado de los demás.



El padre, más aficionado a la bebida que al trabajo, gasta en cerveza lo poco que gana, y se presenta en casa de madrugada ebrio y con un encendido patriotismo cantando los himnos de los héroes irlandeses. Y no sólo eso, obliga a sus hijos a levantarse de la cama para que canten con él. Lógicamente los trabajos no le duran y la familia vive en la más absoluta miseria. (Los gemelos, se alimentan con biberones de agua con azúcar).



La madre, Ángela, tampoco aporta mucho a la familia. Después de morir una niña de pocas semanas, entra en una depresión, se acuesta, y son las vecinas, movidas de la piedad las que se encargan un poco de la familia.



En estas circunstancias, deciden regresar a Irlanda con la esperanza de conseguir algún subsidio por haber luchado por su país. No consiguen nada y la miseria del hogar continúa agravándose.



Acaban en la ciudad de Limerick, viviendo en los callejones, zona inmunda llena de humedad y pestilencias.



Para poder comer algo tienen que recurrir a la Beneficencia. y prácticamente se alimentan a base de té y pan.



Frank, estudia en una escuela de pobres, donde eran casi un lujo los zapatos. En cuanto termina los estudios se hace repartidor de Telégrafos y sueña con volver a los Estados Unidos para lo que ahorra hasta el último céntimo.



El padre, con la Segunda Guerra Mundial, como muchos, va a trabajar a Inglaterra, pero sigue sin enviar dinero a la familia.



Unos acontecimientos hacen que consiga el dinero del pasaje, antes de lo esperado y embarca hacia América. Termina el libro pero sigue una segunda parte de su vida allá.



Quedé asombrada de la miseria en la que puede verse envuelta una familia.



A los pocos días de leer el libro, visité una exposición fotográfica de Eugene Smith. Entre muchas otras, había una serie dedicada al Pueblo español. Creo que estaban tomadas en los años cincuenta y me recordó que aquí también se pasaron necesidades en otras épocas pues eran escenas similares a las descritas en el libro. Muchos españoles, que pasaron la guerra y la posguerra, pueden dar fe de ello.

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