Un año más llegó la primavera. Esto ya es un tópico. Tras el largo sueño invernal, la naturaleza se despereza.
Después de la lluvia de esta noche un paseo por el parque y lo descubrimos radiante. No es un día claro, a ratos sale el sol, pero la temperatura es agradable. El césped, libre del polvo, adquiere unas tonalidades de un verde brillante, salpicado por el amarillo del diente de león y el blanco de las diminutas margaritas. Todavía no ha llegado el momento de esplendor de los jardines pero podemos admirar los arriates de pensamientos multicolores, están brotando algunos bulbos como los narcisos, jacintos o tulipanes, las sufridas caléndulas, las forsitias, el romero, los prunos blancos y violetas... Los sauces ya verdean y, en los demás árboles de hoja caduca, están las yemas a punto de estallar.
Las mariposas y las abejas revolotean entre las, todavía escasas, flores. En las copas de los pinos el gorjeo de los pájaros celebra la llegada de la, para ellos, estación reproductora. Podemos ver a los inquietos gorriones, a las osadas urracas, los mirlos, las palomas, cardelinas, y a las foráneas cotorras que han invadido nuestros parques y no cesan en su "parloteo".
El sonido del agua resulta muy agradable al oído. Percibimos el rumor del pequeño río que discurre bordeándolo, la música de las fuentes y de las cascadas artificiales.
Los paseos están muy concurridos de aficionados al deporte: ciclistas, patinadores, grupos de taichí, footing, en los aparatos de gimnasia, otros llevados del simple estímulo de caminar admirando todo cuanto se encuentra en derredor, niños que juegan, ancianos que toman el sol, deportistas que preparan su forma física para futuras competiciones...
Es un privilegio poder disfrutar de la Naturaleza, hacer ejercicio y respirar el aire limpio que nos brindan nuestros amigos los árboles que limpian para nosotros la atmósfera. Seamos civilizados y cuidemos nuestros parques, en beneficio de todos.
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