sábado, 9 de junio de 2012

Pamplona



Pamplona, o Iruña, es una bonita ciudad, capital de la Autonomía de Navarra.

Al visitante que llega por primera vez le llama la atención la profusión de zonas verdes por doquier. Por cualquier parte donde dirija sus pasos encuentra parques, jardines y paseos con árboles de un porte extraordinario. Es de admirar, también, el esmero con que están cuidados, el verdor del césped y del frondoso follaje de sus árboles.

Otra de las características de la ciudad que sorprende al viajero es la cantidad de restos de fortificaciones que se va encontrando a lo largo del paseo por sus calles: murallas, la ciudadela, fortines, baluartes, torres de iglesias que son fortaleza... Y ¿ésto por qué?, nos preguntamos. Todo tiene su explicación. Y es que, después que el reino de Navarra fuese anexionado a Castilla a comienzos del siglo XVI, Pamplona se convirtió en la avanzadilla de la frontera con Francia, país con el que andábamos frecuentemente en guerras. Por este motivo Felipe II mandó construir semejantes murallas y baluartes defensivos.


Hagamos un poco de historia. En el solar de la actual ciudad existió un poblado de hombres rudos y fuertes. En el siglo I a.C. , el general Pompeyo, de ahí le viene el nombre, estableció un campamento militar de invierno que después se convirtió en estable, dependiente del convento jurídico cesaraugustano. En la Edad Media, se convirtió en un poderoso reino, en tiempos de Sancho III, el Mayor. Al morir este rey se disgregó, surgiendo otros reinos y condados. No obstante el reino pervivió hasta que Fernando el Católico lo anexionó.

De los tiempos más antiguos, poco ha llegado a nuestros días. Algunos restos materiales que se conservan en el museo.


Empezaremos visitando los parques públicos. La Taconera es el más antiguo. Como todos, está muy cuidado y nos sorprende un pequeño zoo en los fosos de la muralla, donde conviven gallinas de razas diferentes con sus cantarines gallos. Si las gallinas pueden ser felices, estas, desde luego, lo son pues disfrutan, a sus anchas, de un entorno inmejorable con verde hierba para picotear y espacio para moverse a su antojo, que se traduce en su aspecto saludable. En algunos lugares hay pequeños estanques en los que nadan cisnes y patos, ahora con sus crías. También hay pavos y pavos reales, que al exhibir su hermoso plumaje provocan la admiración de niños y adultos. Los gamos y cervatillos correteando, también son muy celebrados por todos.

La Ciudadela tiene forma de pentágono con baluartes en los ángulos. La mandó construir Felipe II, a imitación de la de Amberes. Es un buen ejemplo de la arquitectura militar renacentista. Conserva sus puertas y en los fosos y en todo el entorno se pasea, se practica deporte y tienen lugar múltiples exposiciones y actos culturales, en general.

Hay otros parques importantes y paseos con arbolado, como el Paseo de Sarasate, donde había instalado un curioso mercadillo de productos artesanales y gastronómicos. Allí pudimos ver cómo se estaba haciendo queso, de forma artesana, calentando la leche al baño maría y removiéndola hasta formarse la cuajada. Después se coloca en unos moldes y con una sencilla prensa de madera se van prensando para que suelten el suero, quedando sólo la parte sólida de la masa.

Tambíen pudimos ver a las abejas, dentro del panal, fabricando la miel. Había también jaulas de gallinas con sus pollitos. Y un sin fin de cosas muy instructivas, sobre todo, para los niños.


Callejeando por la ciudad pudimos ver una buena muestra de casas-palacio, con blasones, que albergan hoy sedes de instituciones públicas y privadas. Monumentos como el erigido a los Fueros, en el que están representadas las Merindades de Navarra y sus principales ciudades y villas, a través de sus escudos. Por medio de esculturas están representados la Justicia, la Historia, la Autonomía, la Paz y el Trabajo. Corona el monumento una figura femenina de bronce que representa a Navarra. Lleva en la mano derecha un trozo de las cadenas que figuran en el escudo y en la mano izquierda un pliego con la Ley Foral.

El Ayuntamiento es otro hermoso edificio, de todos conocido ya que desde su balcón se lanza el chupinazo que da comienzo a las mundialmente famosas fiestas de San Fermín, y también , se entona el "triste de mí". al finalizar las mismas. Está situado en una placita en los límites de los tres barrios que constituían la urbe. En la fachada se mezclan los estilos barroco y neoclásico. Tiene un reloj, estando rematada por unas figura que lleva una trompeta y simboliza la fama. A su lado hay otras dos esculturas que portan escudos. El escudo de Navarra está ampliamente distribuído por toda la portada.

Cerca se encuentra la iglesia medieval de San Cernín, con su "pocico", donde según la tradición el Obispo San Saturnino bautizó a los primeros cristianos de la ciudad.

Otra iglesia importante es la de San Nicolás. Es una iglesia fortificada, de estilo gótico y cisterciense.

La catedral es de estilo gótico, pero la fachada neoclásica es de Ventura Rodríguez. En ella está enterrado el rey navarro Carlos III el Noble. Posee un hermoso claustro de estilo gótico.


La Plaza del Castillo es el centro vital de la ciudad. Se llama así porque allí estuvo enclavado un antiguo castillo. En ella han tenido lugar todas las celebraciones, justas y torneos, incluso sirvió de coso taurino, cuando Pamplona carecía de una plaza estable. Está porticada y, sus soportales albergan las terrazas de infinidad de cafés y retaurantes. Allí se encuentra el Iruña que conserva todo el sabor de historias de otros siglos. Rodeado de enormes espejos, escudos de los pueblos y villas navarros, con columnas metálicas torneadas y sus veladores de mármol, ofrece una decoración de otros tiempos en los que, sin el agobio de las prisas actuales, se podía disfrutar de las tertulias. Hoy es un restaurante muy concurrido, donde se puede comer por un precio módico. Comunicando con este local está El rincón de Heminway donde el visitante se encuentra con una figura del escritor acodado a la barra del bar. Hay numerosas fotografías del Premio Nobel que tanta fama dio a las fiestas de la ciudad. También al lado de la plaza de toros tiene un monumento, en granito, en la calle que lleva su nombre.


Otro editicio que no puede pasarse por alto es el Teatro Gayarre, sitado en un hermoso paseo. Está dedicado al tenor navarro, universalmente conocído. En la actualidad luce, colgados de su balconada una barahunda multicolor formada por prendas de distintos colores, anudadas unas a otras, formando vistosas colgaduras que cubren una buena parte de la fachada.

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