Es posible otro tipo de economía. La crisis ha obligado a muchas personas a agudizar el ingenio con el fin de ahorrarse un dinerito y, a la vez, ser más respetuoso con el entorno. Me refiero a la Economía compartida, al Consumo colaborativo. Es algo que lleva tiempo realizándose en otros países del área europea pero que, poco a poco, va imponiéndose en España gracias a grupos entusiastas que apuestan por un cambio en nuestro modo de vida y de consumo. Ya no es necesario que tengamos en propiedad todas aquellas cosas que utilizamos de forma ocasional. Podemos compartirlas con otras personas.
El paro ha llevado a muchos trabajadores de mediana edad, con unos conocimientos y una experiencia en los negocios muy apreciable, a unirse y crear su propia empresa, aprovechándose de las nuevas tecnologías que, por medio de las Redes sociales, publicitan sus servicios en todos los lugares del planeta. Así ha surgido el compartir la casa en vacaciones. Tienen una página web en Internet en la que se puede ofrecer y solicitar, como intercambio, la casa de vacaciones. Sólo hay que registrarse y enviar las características de la misma (emplazamiento, servicios, posibilidades de la zona, etc ), acompañando fotografías para que los interesados puedan verla. Esto evita la monotonía de pasar las vacaciones siempre en el mismo lugar. Sin gastos extras podemos beneficiarnos de estancias en otros sitios así como viajar al extranjero y conocer otros países. El tiempo que nuestra casa iba a estar desocupada puede albergar a otra familia.
De igual modo pueden ofrecerse habitaciones que nos sobran en la vivienda habitual a viajeros que no desean ir a un hotel y gustan del trato familiar. Tiene la ventaja de resultar un precio mucho más económico.
Y ¿qué decir de los taxis?. También se pueden compartir con otras personas. Cuando llegamos a una estación, por ejemplo, podemos compartirlo con alguien más, ahorrándonos un dinero y contribuyendo a reducir las emisiones de gases que van a parar a la atmósfera. Hay compañías de taxis que, registrándose gratuitamente en su web, ofrecen a los clientes servicios tales como admitir animales, sillas de ruedas, nocturnos, etc.
El consumo es más sostenible si los compañeros de trabajo se ponen de acuerdo para compartir el vehículo. Hay jubilados que tienen, casi de forma continua, el coche en el garaje porque apenas lo utilizan. Si está al día en el tema de seguros y revisiones obligatorias, pueden obtener unos ingresos extras alquilándolo a otras personas que lo necesitan, de forma esporádica.
Para realizar un proyecto se necesitan muchos técnicos y especialistas de diversa cualificación. Colaborando todos se puede realizar con el mínimo gasto porque cada uno aporta sus conocimientos en la materia.
En el terreno del ocio, también se pueden llevar a cabo obras de acondicionamiento en edificios públicos que han dejado de cumplir los servicios para los que estaban destinados. Hay muchos jóvenes en paro que pueden, al menos, sentirse útiles cooperando en crear zonas recreativas y culturales para todos los ciudadanos. Ya hay en la ciudad algunos grupos multiculturales que funcionan, en los cuales se comparte todo.
Es posible, pues, un cambio en la economía modificando nuestros hábitos, abriendo las mentes a otros tipos de vida y de consumo. Todo esto repercutirá en nuestros bolsillos y en el entorno, evitando el despilfarro de energía y siendo más responsables con el Medio Ambiente. Reflexionando sobre estos temas, apostemos por un Desarrollo sostenible para dejar a las futuras generaciones un planeta más habitable.
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