Con una asociación del barrio zaragozano de Casablanca realizamos una excursión por tierras de Teruel. A las siete de la mañana, con el autocar completo, salimos del puente del Canal, haciendo una breve parada, a eso de las nueve, en un área de servicio para tomar un café y, algunos otros, sacaron de la mochila viandas más contundentes. Después de reponer fuerzas nos dirigimos al balneario El Paraíso, cerca del pueblo de Manzanera.
Este balneario está situado en la sierra de Javalambre, en un valle rodeado de montañas. Es un paraje idílico, ideal para pasar unos días de descanso y beneficiarse con el tratamiento de sus aguas mineromedicinales.
En el establecimiento nos recibieron amablemente y, en un salón, nos explicaron su historia, mostrándonos, por medio de un vídeo, todas las instalaciones termales. La médico nos hizo una breve exposición de las propiedades de las aguas: enfermedades que pueden mejorar gracias a su tratamiento y también aquellas en las que están contraindicadas.
Hicimos un recorrido por el exterior pero no pudimos ver "in situ" las instalaciones por estar ocupadas por los clientes en ese momento. Fuimos obsequiados con unas jotas, cantadas por algunas féminas, que contribuyeron a animar al grupo de excursionistas.
Nos invitaron a solicitar, a través del INSERSO, una plaza para disfrutar de sus aguas que, es seguro, quedaríamos satisfechos de esas vacaciones de relax.
De allí nos dirigimos al pueblo de Manzanera, disfrutando del paisaje de bosques de pinos y sabinas y de los numerosos riachuelos que discurren por la zona. Nos esperaba la guía que nos mostraría lo más relevante de la población.
Lo primero que visitamos fue el museo etnográfico, muy del agrado de todos, pues nos transportó a los tiempos de nuestra infancia en los pueblos, que constituyen las raíces de la mayoría. Allí vimos expuestas herramientas de labranza y de otros oficios que ya pasaron a la historia; utensilios domésticos que dejaron de usarse hace muchos años; prendas de vestir infantiles y de adulto; ropas de cama con complicados bordados y encajes... Hasta una escuela con sus pupitres, tinteros, encerados, tizas, mapas y las enciclopedias en las que, muchos de nosotros, aprendimos las primeras nociones de las ciencias.
Resultó una visita muy interesante y se nos hizo corta. De buena gana nos hubiésemos detenido más tiempo contemplando esos retazos de la historia que, a muchos, se nos humedecieron los ojos recordando otros tiempos.
Pero había que seguir con la visita y nos dirigimos al Portal de Arriba, del siglo XIV, una de las puertas de la muralla. La guía nos explicó la historia de la villa, conquistada a los musulmanes en 1202 por Pedro II de Aragón, pasando el señorío por distintas manos, entre ellas las del duque de Calabria, que dejó su impronta en la población. Ha tenido que pasar por muchas vicisitudes, sobre todo durante las guerras carlistas ya que Cabrera "El tigre del Maestrazgo" tenía su cuartel general por estas tierras. Durante la guerra civil y después, por ser zona de refugio de los "maquis" también tuvo que sufrir su parte.
El castillo está prácticamente derruido, sólo se conserva una parte de la torre del homenaje. Ha estado en manos privadas pero ahora es propiedad municipal.
Recorrimos las murallas, por su parte exterior, y vimos un torreón, parcialmente restaurado. La otra puerta de la muralla es el Portal de Abajo, del siglo XV. Es un arco apuntado, flanqueado por dos torreones almenados. Encima del cuerpo del arco crece un árbol y este conjunto forma el escudo de la villa.
Seguidamente, visitamos la Iglesia Parroquial, enorme fábrica de piedra con una torre cuadrangular, con tres cuerpos. Primeramente se construyó la capilla dedicada a la Virgen del Pilar y, después, el Duque de Calabria mandó construir una hermosa iglesia de tres naves,de estilo italiano. En ella destaca un magnífico retablo en el altar mayor con antiguo Patocrátor. En la capilla de Santa Catalina hay una talla de madera del siglo XIII, que apareció totalmente destrozada y que ha sido restaurada. Asombra por su realismo, más propio del barroco. Los demás retablos son barrocos con algunas pinturas interesantes.
Terminamos el recorrido de Manzanera con una degustación del exquisito jamón de Teruel, acompañada del porrón de vino.
Se hizo la hora de la comida y pusimos rumbo al restaurante. Por la carretera disfrutamos de las vistas que del campo nos ofrece la primavera: las rojas amapolas, el tomillo, las jaras, las retamas y un sin fin de hermosas florecillas que adornan los suelos en las laderas de los montes. Pudimos observar, también, las plantaciones de carrascas que en su tiempo darán las cosechas de la trufa, rico manjar que se cultiva en la zona.
La tarde la dedicamos a visitar la ciudad de Teruel con sus monumentos mudéjares, Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO.
Además del Museo de los Amantes, que guarda los sepulcros de Isabel de Segura y Diego de Marcilla,obra del escultor Juan de Ávalos, es visita obligada la catedral de Santa María de Mediavilla, situada en el centro del casco histórico.. Está dedicada a la Asunción de la Virgen.
Se empezó a construir en estilo románico, a finales del siglo XIII, sufriendo después múltiples transformaciones.. El cimborrio es del siglo XVIy la puerta de la Plaza del Obispo, por la que se accede,es de principios del XX.
La iglesia es de tres naves y, lo primero que nos llama la atención es la techumbre mudéjar que cubre la nave central. Es una armadura de madera de par y nudillo, bellamente decorada con pinturas de motivos geométricos, vegetales, epigráficos -típicos del arte musulmán-. En esta cubierta se nos cuenta la historia medieval, pues aparte de los personajes propios de las Escrituras, desfilan un sin fin de caballeros y damas de la época con sus vestiduras típicas de la época, así como personas del pueblo llano en sus correspondientes oficios; hay también escudos nobiliarios, escenas de caza, de guerra, torneos, etc. Es un documento gráfico de la vida turolense en el medievo.
Otra joya de la catedral es el retablo del altar mayor. Es del siglo XVI, uno de los mejores conjuntos históricos del arte renacentista en Aragón. Es de madera, tallado en altorrelieve. En la hornacina del centro está la asunción de la Virgen. Todo él representa la vida de Cristo y de su madre. Recibe la luz a través del cimborrio, octogonal que con sus nervios forma una complicada y bella estrella.
En la capilla de la Coronación podemos admirar un bello retablo gótico hispano-flamenco con pinturas de gran mérito. En el centro figura la Coronación de María.
Es interesante la capilla barroca de la Inmaculada, del siglo XVIII,,en cuyo centro hay una hermosa talla de la Virgen y, a los lados, San Joaquín y Santa Ana.
Otra capilla, también barroca es la de los Santos Reyes, que tiene en su centro una copia del famoso cuadro de Rubens.
Recorriendo las naves laterales nos encontramos con otras capillas: Santa Emerenciana -patrona de Teruel- , Santa Águeda,Santo Tomás de Villanueva y la de la Virgen de los Desamparados en la que está expuesta la Custodia procesional, con su carroza, que sale el día del Corpus.
Es de una gran belleza la reja del coro, de estilo gótico flamígero.
Contemplando el exterior de la catedral nos quedamos embobados con las filigranas de su decoración en ladrillo, así como la cerámica vidriada de distintos colores que la adornan profusamente. La torre, en piedra, ladrillo y cerámica es de una gran riqueza visual. En su base forma un arco dando paso a la calle. De este estilo son también las otras magníficas torres que se encuentran en el casco urbano y que servían de puertas de la muralla. Estas torres reciben los nombres de San Martín, El Salvador y San Pedro.Estas construcciones tienen una particularidad y es que, al igual que los alminares musulmanes albergan en su interior una torre circular.Los campanarios son de estructura cristiana.
En la Plaza del Obispo se encuentra también el Museo Diocesano que tuvimos la oportunidad de visitar. Allí se pueden ver infinidad de retablos, tallas, pinturas y otros objetos religiosos procedentes, muchos de ellos, de antiguas iglesias hoy desaparecidas. También es notable la multitud de piezas de orfebrería que se exponen, algunas muy valiosas: cálices, custodias, cruces parroquiales. etc. También se pueden contemplar buenas muestras de trabajos en marfil y textiles, cantorales, etc.
Ya vencido el día y cansados por lo mucho que habíamos trotado durante la calurosa jornada, emprendimos el regreso, satisfechos por todos los buenos acontecimientos y sin tener que lamentar ningún incidente desagradable.
Se hizo una parada en Calamocha pero ya, la mayoría, permanecimos sentados en el autocar con deseos de llegar a casa y descansar.
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