sábado, 5 de marzo de 2011

El Rey Monje

Es un libro sobre la vida de Ramiro II de Aragón. Está editado por Edhasa en 2010 y escrito al alimón por J. Damián Dieste y Ángel Delgado, ambos aragoneses.

Está escrito en forma de crónica medieval. El rey Ramiro encarga a su capellán, Prodes de Cilia, que escriba la historia de Aragón desde sus comienzos como reino. Así va narrando la vida y los acontecimientos en el reino desde que Sancho III de Pamplona divide el reino entre sus hijos, correspondiendo Aragón a Ramiro I. Le sucede Sancho Ramírez, que ensancha los territorios, llegando a poner cerco a Huesca, donde es herido y muere. Su hijo PedroI, conquista Huesca y otras plazas. Muere sin descendencia y pasa el reino a manos de su hermano Alfonso I, El Batallador, que conquista Zaragoza. Tampoco tiene descendencia pero, en su testamento, deja el reino de Aragón a las Órdenes Militares de Oriente. Los nobles aragoneses no acatan esta decisión y entregan la corona a su hermano Ramiro, monje benedictino que tiene que abandonar el convento para reinar.

Surgen muchos problemas: los tenentes de Aragón, la Iglesia de Roma, García Ramírez de Pamplona, Alfonso VII de León, y por el sur, los almorávides.

Ramiro II, rey justo y pacifista, sólo piensa en solucionar asuntos de la Casa, por lo cual pide dispensa canónica y se casa con Dª Ines de Poitou, con el fin de asegurar la descendencia. Nace Petronila y enseguida le buscan un futuro esposo: el Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, celebrándose los esponsales. El Rey nombra al Conde Príncipe de Aragón y le entrega el gobierno, retirándose a un monasterio.

Es una novela histórica sobre el reino de Aragón, en la que no sabemos bien dónde termina la historia y dónde empieza la ficción. La figura del rey, a mi entender, está mitificada. No corresponde a la imagen que sobre él nos ha transmitido la Historia oficial. El hecho, legendario o no, de la Campana de Huesca, que es por lo que se le conoce, lo pasa un poco de puntillas, atribuyendo la responsabilidad al Justicia Mayory, tratándolo simplemente como un acto de justicia necesario. No concuerda bien con el carácter justo, pacifista, que antepone primero la razón y huye de toda violencia, que es como nos lo presenta este libro.

He aprendido una buena lección de historia medieval y no sólo de las recillas y traiciones de los nobles, sino de la vida del pueblo llano, sus miedos, sus trabajos, miserias, hambres, injusticias que tenían que sufrir. También de sus creencias, tradiciones, supersticiones...

La lectura se hace difícil por el lenguaje empleado (abundancia de palabras desconocidas porque ya están en desuso) y excesivos personajes.Su lectura no se hace algo gozoso, recreativo, que se pueda volver a leer con gusto, pero he aprendido muchas cosas a través de su lectura.

Se lo recomendaría a las personas amantes de la novela histórica y, sobre todo, a los aragoneses pacientes, seguro que, después de su lectura, sentirán más apego por sus tierras, al conocer mejor sus raíces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario